Liberar las mentes para liberar a la sociedad (La diversidad sexual y el género en la lucha de trabajadores y trabajadoras de Chile)
El 1° de mayo nos ofrece cada año la posibilidad de recordar a los/las mártires de las luchas de los trabajadores -los de ayer y hoy-, pero además, es una oportunidad para reflexionar respecto a la situación de las luchas de los trabajadores y trabajadoras, sus avances y retrocesos. Este año nos encontramos en el contexto de lo que se ha llamado como “nuevo ciclo político” que, más que referirse a la instalación de un nuevo gobierno o la formación de una nueva coalición gobernante como la Nueva Mayoría, se ha caracterizado por un cierto desborde de la institucionalidad por las demandas sociales, especialmente aquellas del movimiento estudiantil, del ambientalismo, los movimientos por demandas territoriales, por una nueva constitución política y por un reconocimiento de los pueblos originarios. Lo que se ha llamado como “movimiento de los trabajadores” no queda (no debe quedar) ajeno de todas estas demandas y expresiones sociales y políticas, pues vive dentro de sí todas las contradicciones que atraviesan la sociedad.
Históricamente ha sido usual que en el ámbito de las luchas políticas y sociales de los trabajadores y trabajadoras queden relegadas las temáticas de género al ser consideradas por la ideología liberal como aspectos propios de la “vida privada” o en el caso de las perspectivas críticas, bajo el prejuicio que dichas demandas son propias de lo “meramente cultural”, distintas en jerarquía respecto de las demandas “estructurales”. En el campo de la izquierda, fue bastante usual, por ejemplo, que se pensara que ante el advenimiento (inminente) de la Revolución, por efecto de la anulación del sistema de clases, se “disolverían” las contradicciones de género, postergando una solución hasta ese momento futuro que pareciera no llegar con la prontitud requerida. Lo que pareciéramos olvidar es que el género y las sexualidades constituyen parte fundamental e imprescindible de nuestra individualidad y que los trabajadores y trabajadoras no sólo nos definimos en abstracto por el lugar que ocupamos en la producción y bajo la cual sufrimos la explotación, sino que también la explotación se hará específica según las diversas expresiones de género y sexualidad que poseamos. La explotación y la precariedad será experimentada de manera distinta por hombres y mujeres y de manera distinta si, además, poseemos una orientación sexual diferente de la norma heterosexual, si tenemos una organización familiar diversa o si asumimos un género distinto del esperado socialmente, como nos muestra la experiencia cotidiana de nuestras compañeras transgéneras.
Todo esto hace exigible que como movimiento de trabajadores y trabajadoras asumamos dichas demandas como propias y creo que es algo que ha sido parte del aprendizaje que hemos tenido dentro de la Confederación de Trabajadores del Cobre, organización que lideré, a la cual aún pertenezco y de la que me siento orgulloso. Como parte de ese aprendizaje puedo mencionar un hecho inédito. En el marco de la negociación colectiva ramal de subcontratistas de la minera AngloAmerican finalizada hace unas semanas se incluyó –por primera vez- como parte de la negociación, que los beneficios asignados a cónyuges y convivientes de los trabajadores de la empresa se entregaran de manera amplia “sin discriminar por orientación sexual”, lo que posee un significado importantísimo en la lucha contra la discriminación en un ámbito productivo que se ha caracterizado por el machismo y la homofobia. Si bien, podemos considerar esto con un gran paso, no podemos conformarnos porque aún queda mucho camino por recorrer en la lucha por alcanzar una sociedad justa y equitativa. Hoy, ante la discusión de la Ley de Identidad de Género, no podemos olvidar, por ejemplo, que la aprobación de dicha ley que reconoce un derecho humano posee una importancia fundamental para que nuestras compañeras transgéneras y transgéneros puedan conseguir mejores opciones para incorporarse al mundo del trabajo. Se trata de una demanda que es y debe ser parte de las demandas del movimiento de los trabajadores y las trabajadoras por el cambio social. Porque como diría la gran activista Ángela Davis; “Debemos hablar de liberar las mentes tanto como de liberar a la sociedad”.
* Cristián Cuevas es Dirigente Nacional de la Confederación de Trabajadores del Cobre CTC y colaborador del Movimiento por la Diversidad Sexual MUMS