El derecho a la ciudad, la organización social y algunos lineamientos sobre la planificación en Valparaíso
[caption id="attachment_15250" align="alignleft" width="200"] Fotografía: Fernando Ruiz[/caption]
Entre cadenas humanas y retiro de escombros se han desarrollado las actividades propias a una situación catastrófica y caótica. El incendio que afectó a la ciudad de Valparaíso tiene su origen en una negligencia sistemática donde no solamente el municipio ha contribuido a profundizar las grandes diferencias sociales sino que también ha generado el debilitamiento institucional. Este debilitamiento ha dado paso a una nueva organización marginal, esta se rige bajo parámetros de auto-construcción, donde se concentra la pobreza siendo un factor decidor en la ampliación y consolidación urbana. Bajo estas condiciones de precariedad se genera arraigo e identidad y donde el esfuerzo convive en los terrenos de situación irregular. Es así como los pobladores luchan por construir entre los escombros mientras los estudiantes se inmiscuyen en los sectores más afectados de la catástrofe en el que por negligencia estratégica se modela una situación política conducente a la erradicación de estos lugares , junto a la historia y construcción social de la comunidad. Me quiero detener en la organización social ya que es aquí donde Valparaíso encuentra la respuesta a su problemática, el abandono, la postergación, el abastecimiento, la segregación, el desorden y la estigmatización lo que lleva a una cruda desigualdad en el acceso a ese derecho tan básico pero poco mencionado “el derecho a la ciudad”.
La ciudad como bien consumo profundizada por el modelo neo-liberal deja claro la estructura territorial donde la desigualdad en el acceso a la tierra es cada vez más evidentes. Aplicando la lógica de Henri Lefebvre en contexto se puede ver claramente como la estructura del capitalismo ha acumulado sistemáticamente los mejores sectores de Valparaíso dejando a las familias con menos recursos en viviendas sin regularización y en situaciones de vulnerabilidad donde la educación, la cultura, los servicios básicos, la planificación y los recursos no llegan por considerarse grupos marginados, estigmatizados, segregados y en muchos casos estar fuera de la “legalidad”.
La realidad se presenta de manera contradictoria a la decisión de la autoridad donde el poblador decide levantar sus casas en el mismos lugar siniestrado, habitando terrenos con o sin títulos de dominio y donde es solo cuestión de tiempo para habitarlo nuevamente, la planificación en este caso debe ser una guía, un acompañante del proceso espontaneo de urbanización en el cual la vulnerabilidad es una condición intrínseca de la ciudad puerto y para esto se debe recalcar que el trabajo y la toma de decisiones se debe dar de cara a sus habitantes y a su realidad sistémica. El neo-liberalismo ha mostrado históricamente una intención de mantener erradicada a esta población incrustada en la ciudad por bajar la plusvalía de sus propiedades.
Los conceptos que afloran en esta realidad son dos, autonomía y paternalismo. La autonomía mostrada en los miles de pobladores trabajando en la auto-construcción de sus viviendas, donde el círculo de trabajo es reducido, familiar pero no menos relevante en la construcción del tejido social apoyado por la masa crítica estudiantil. El segundo, paternalismo expresado por la presencia gubernamental, institucional y centralista desvinculada del cotidiano , donde se puede ver con arrogancia la expropiación al pobre para impedir su arraigo.
Así, son más de los 2500 voluntarios acreditados que apostan por un trabajo real con la comunidad, un trabajo colectivo y colaborativo, donde la construcción se hace con los afectados y nuca dejando de lado su historia de esfuerzo, esto es realizar una gestión de la construcción de forma sustentable, en armonía con el lugar y empatizando con aquellos que lo han perdido todo. Es más fácil planificar un lugar de cero que un cuarto de la ciudad en áreas vulnerables y es posible demostrar que en estos casos la fuerza por habitar puede más que las variables físicas y climáticas.
Por otro lado, en la última década es evidente la importancia excesiva que se ha dado al tema patrimonial donde el BID ha inyectado a la actualidad más de 36 mil millones de pesos por este concepto donde la deuda a nivel regional alcanza a los 35 mil m de pesos. Irónicamente aún quedan 1000m para inversión donde el desmalezado vale solo 170m. Esto es una realidad, por un lado la consolidación de la precariedad y vulnerabilidad de un sector y una ciudad relegada con baja calidad y precariedad en los servicios básicos, por otro el incremento sistemático en la cantidad de recursos hacia la protección patrimonial sin una clara lógica de inversión y la construcción de una ciudad dual patrimonial y espontánea. El plan regulador de la ciudad puerto duerme en alguna consultora privada y donde el patrimonio ha sido tema de discusión obligada de la cual se reciben ingresos importantes para un área restringida de la ciudad puerto dejando en el absoluto abandono la discusión barrial y la inversión en infraestructuras en las áreas vulnerables
Otro tema que se asoma rápidamente es el crudo invierno próximo, donde la lluvia, el frio, el arrastre del agua cerro abajo con escombros ha generado históricamente una situación aluvioanal. En el Plan de Desarrollo Comunal (PLADECO) explicita que el mayor problema sistémico de la ciudad es producido por fenómenos hidrometeorológicos , siendo alarmistas si la reparación del servicio básico no se repone a la brevedad estamos ad portas de otra catástrofe provocadas por las inclemencias del invierno. Escombros y remoción de tierras más el agua en pendiente es el mejor escenario para una catástrofe aluvional. Para esto es prioritario actuar con celeridad y proveer las medidas, recursos y ayuda adecuada, no limitando la ayuda ni el voluntariuado ya que es este quien se ha llevado las tareas de remoción de escombros.
Finalmente, quiero dejar en claro el derecho a la ciudad debe ser un derecho básico, donde la intervención no puede estar mediada por la prohibición sino por el acompañamiento , donde el uso de suelo debe estar regulado con sentido social y donde la misma organización profundice la cohesión estructurando un nuevo escenario en el puerto de Valparaíso.
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* Especialista en Planificación Urbana. Asesor y colaborador de la JV 186a Cerro el Litre. Integrante de Izquierda Autónoma