Consuma marihuana, pero no compre ni cultive: ¿Cómo?
Al inicio de este artículo, la idea principal del equipo fue realizar un manual de autocultivo que instruyera a los consumidores de cannabis a preparar el camino hacia sus primeras plantas de forma explícita. Sin embargo, tras una serie de llamados a las tiendas de venta de semillas y la conversación con entendidos en la materia, la Ley 20 mil lo hizo otra vez: la difusión y promoción respecto del consumo o uso de marihuana están contemplados en uno de sus artículos.
Según el artículo 3 del actual marco normativo –creado al alero del mandato de Ricardo Lagos- no sólo se aplicarán penas para quienes consuman alguna sustancia ilícita, sino también para aquellos que, “por cualquier medio, induzcan, promuevan o faciliten el uso o consumo de tales sustancias”.
Actualmente, el cultivo se encuentra penalizado y sólo puede ser permitido tras una autorización directa del Servicio Agrícola Ganadero (SAG). En sus escasas autorizaciones, dicho organismo establece una serie de normas a cumplir, tales como la prohibición de que cualquier persona que no esté encargada del cultivo tenga acceso a éste, además del registro actualizado de internación, ingreso a bodega, tiempo de siembra (con aviso previo de 30 días) y de cosecha (con aviso de 60 días).
Pese al escenario legal, en publicaciones como Revista Cáñamo tienen una larga trayectoria educando sobre la cultura del cannabis a los chilenos que desean aprender. En tanto, las tiendas online que venden semillas son explícitos al asegurar que no pueden referirse al autocultivo y que su venta tiene que ver con los coleccionistas de la planta, no con los consumidores. Eso, pese a que, además de semillas, suelen comercializar todo tipo de insumos relacionados, como luces led, temporizadores, fertilizantes y otros accesorios.
Actualmente, webs como Closet.cl, Casa Verde y Growshop Chile se dedican a la comercialización de semillas de marihuana. En todos los sitios, mensajes similares pero redactados de diversas maneras hacen alusión a las advertencias legales: “Growshop Chile no pretende inducir bajo ningún punto de vista a sus clientes actuar en contra de la normativa vigente. Es de exclusiva responsabilidad de quien adquiere semillas de cannabis utilizarlas sólo con fines de conservación y biopreservación. Growshop Chile no asume responsabilidad alguna en el incorrecto uso que se les da a nuestros productos”.
Considerando que la venta y compra de marihuana es ilegal en Chile, parece absurdo que el Estado chileno siga negándose a la idea de permitir el autocultivo. Más aún, si se considera que, según las cifras de la ONU, Chile es el tercer consumidor de marihuana en Latinoamérica.
Sin embargo, es todavía más preocupante que la Ley 20.000 plantee restricciones a la difusión de información al respecto, impidiendo la creación de manuales de cultivo y recomendaciones de parte de las tiendas que trabajan en la venta de semillas. Por ello, según la opinión de muchos especialistas en el tema, pese a su intención reguladora, el marco normativo está fomentando el uso de prácticas de mayor peligrosidad e impacto en la sociedad, tales como el narcotráfico.
Entre 40 y 400 UTM de sanción puede recibir una persona condenada por plantar, cultivar o cosechar una planta de cannabis, o prisión desde 3 a 20 años. En ese caso, al momento de ser formalizado, el individuo deberá probar ante los tribunales de justicia su uso o consumo personal exclusivo y próximo en el tiempo.
Mientras a los medios de comunicación, autodidactas y vendedores de semillas se les prohíbe la transmisión de sus conocimientos - al igual que en la práctica de aborto que realizan miles de mujeres en Chile- consumidores y posibles cultivadores se las arreglan a través de manuales caseros, boca en boca e información entregada de forma silenciosa por las tiendas de semillas. Así, son muchos los que fracasan una y otra vez, gastando grande sumas de dinero y sin derecho a reclamo en caso de que las semillas no cumplan con las expectativas de los clientes. El desamparo total de una ley que avergüenza por sus débiles pilares argumentativos y de práctica en la realidad.
Sumado a la falta de información para los primerizos en el autocultivo, el Estado chileno aporta un grano de arena en cuanto a desinformación de drogas, utilizando argumentos de tipo no empírico para convencer a niños y niñas de una postura de rechazo y prevención ante todo tipo de droga, siendo la marihuana un símbolo de la prohibición en edad escolar.
Así, y ante la censura descarada de la Ley 20.000, se hace más urgente que nunca la solidaridad entre quienes cultivan, y el aprovechamiento de cada espacio libre de la web para compartir los links y datos que el marco legal prefiere silenciar. De este modo, la cultura cannábica, que se ha apropiado astutamente de dichos conceptos al calor de las prohibiciones, seguirá ridiculizando la ley hasta que las autoridades decidan dejar de tapar el sol con un dedo.