Las aventuras de Manu Chao con Chile y su gente
Precios accesibles para todo el mundo. Ese ha sido y sigue siendo el requisito que José Manuel Arturo Tomás Chao –más conocido como Manu Chao- hace a las productoras antes de embarcarse en futuras presentaciones musicales. Y es que el fundador de la mítica banda Mano Negra, también conocido en el mundo por su activismo y el mensaje político y multicultural de sus canciones, no anda con cuentos: hace apenas unos años organizó un concierto sin publicidad, exigiendo a cambio útiles escolares para las escuelas de La Pintana. Nada de dinero.
Francés, pero de origen español, con madre vasca y padre gallego. A sus 52 años, Manu Chao ha recorrido ampliamente el mundo y reflejado en sus canciones la esencia de numerosos pueblos y tradiciones. De todo ellos, la gente de la tierra, resistiendo en el fin del mundo las arremetidas del Estado chileno, llamaron poderosamente su atención.
“¡Marichiweu!”, gritó durante el 2009, en el escenario del velódromo del Estadio Nacional, acompañado de la vocera Patricia Lienlaf y otros dos jóvenes mapuche. Durante un momento, el público y el propio Chao escucharon con atención las denuncias de represión sufridas por el pueblo. Al finalizar, la vocera regaló una bandera al cantautor.
“Esa bandera la vamos a llevar siempre y bien alto”, aseguró Chao, en una entrevista concedida a Víctor Jara TV, a horas de su concierto, con la bandera cubriéndole las piernas.
Se explayó al respecto minutos después: “cada pueblo tiene derecho a poder vivir en su propia cultura y sobre sus propias reglas culturales y eso se hace muy difícil en muchos lugares del mundo, por razones básicamente económicas, porque el verdadero diablo y el problema de todo esto siempre es el dinero”.
Manu Chao en La Pintana
Con los años, las presentaciones musicales clandestinas de Manu Chao han tomado los tintes de mitos fragmentados. Marzo del 2006, en el Estadio Municipal de la Pintana, se anotó como uno de esos grandes hitos. ¿Cómo empezó el concierto? Hasta el momento no se tiene mucha certeza al respecto.
“Cuando estos hueones llegan a Chile, ahí empiezan recién a avisar que van a hacer un concierto gratis”, cuenta Domingo Pérez, quien asistió al espectáculo del francés. “Había que ir solamente y dejar útiles escolares, esa era la entrada. Recuerdo que fue más gente que la cresta, algunos saltaron la reja no más. El concierto fue larguísimo y en su estilo, con eso de la música no para nunca y la gente vuelta loca bailando. Al final, quedamos llenos de tierra por culpa de la cancha. Estuvo muy bueno”.
Según Pérez, ad portas de su regreso al país para el show del próximo domingo en el Estadio Nacional, es muy probable que una experiencia similar se repita.
“Yo creo que esta vez lo van a hacer de nuevo, pero esa información va a empezar a correr recién cuando aterricen en Chile”.
El inesperado show de aquella noche fue precedido por el hip-hop de Legua York. Al finalizar, grandes tarros repletos de lápices y cuadernos esperaban a los niños de la comuna, una de las más pobres del gran Santiago.
“No he estado mucho tiempo acá, pero mí impresión es que hay dos países”, reflexionó Chao más tarde. “Uno que puedes ver por Santiago y todo el centro, el de la actividad económica, el del buen alumno de Estados Unidos, como también es el Perú de Fujimori. Yo vine hace once años a Lima y aluciné con Perú. Y ahora que volví, no lo reconocí. Está lleno de Mc Donalds y ese tipo de cosas. Chile tiene un poco de eso, de buen alumno de Estados Unidos, lo que hace que haya cada vez más una separación entre Chile y Chile”.
La influencia de Ramón Chao
[caption id="attachment_8398" align="alignright" width="254"] Ramón Chao, padre de Manu.[/caption]
Víctor Hugo de la Fuente, director de Le Monde Diplomatique en Chile, conoció al pequeño Chao cuando éste recién forjaba su primera banda, durante el año 83. De la Fuente trabaja en Radio Francia y su jefe, director de la sección que se encargaba de cubrir las noticias respectivas a Latinoamérica, era Ramón Chao, padre del cantautor.
Tras la presentación respectiva, el director fue testigo de Joint du Culasse, la primera experiencia musical colectiva de Chao. Tiempo después, el rockabilly de Hot Pants y su fusión con el punk en Los Carayos, marcarían etapas fundamentales en la vida del músico. Sin embargo, sólo el éxito súbito de Mano Negra pondría al mundo a escuchar sus canciones.
“Lo interesante es que Manu ha mantenido, como solista y como banda, una línea muy abierta en lo musical y una línea ética, de compromiso, de hacer conciertos gratuitos donde va”, declara De la Fuente. “Por ejemplo, la primera vez que visitó Chile vino después de un viaje que hicieron en Buenos Aires y me pasó a ver. Estuvimos conversando, le pregunté dónde estaba alojado y me dice ‘en la casa de un quiosquero’. Yo le digo ¿y tú conoces al quiosquero? Y me dice ‘no, no, yo estaba comprando un diario y nos pusimos a conversar y me invitó a su casa, así que ahí estoy durmiendo’”.
De La Fuente aseguró que Ramón Chao heredó a su hijo parte importante de su visceral amor por la música: “Él escribe todos los meses en Le Monde Diplomatique en España. Es un hombre maravilloso, era mi jefe, pero no era jefe, él tenía mucha confianza en la gente, y me decía que les cantaba a los niños desde chico canciones cubanas y algunas de ésas están en las canciones del Manu. El padre tiene oído absoluto, algo le transmitió de esa faceta y lo hizo tan bien en conceptos de vida”.
Según el periodista, el padre de Manu Chao llegó un día a la oficina con una polera que decía 'Yo soy el padre de Mano Negra’ y un tatuaje en el brazo en honor a la banda. Desde entonces, y en diversas ocasiones, el cantautor fue acompañado por su padre a giras en todo el mundo.
Caminando con Manu de madrugada
Abril del 2005, Foro Social Mundial en Porto Alegre, Brasil. Instancia única de discusión y reflexión respecto a temas de derechos humanos, identidad de género, medioambiente y más. Cristián Villarroel se acomoda en el suelo, a las dos de la madrugada, luego de haber presenciado el espectáculo inédito de Gilberto Gil, Bersuit Vergarabat y Manu Chao. Entonces lo ve al costado del escenario.
“Nos vio o en particular vio a un chico que andaba con una camiseta de un club de fútbol chileno”, cuenta, recalcando que no es necesario reconocer al equipo. Chao se acercó al grupo y los saludó con naturalidad, para terminar bajando un vino tinto al cabo de un rato.
Incrédulo, Villarroel advierte que sus amigos se retiran. Entonces, Chao le pregunta qué van a hacer.
“Yo le digo mira, tomaría y comería algo. Eran pasadas las 3 de la mañana y yo lo acompaño, después de todo la invitación no me la estaba haciendo cualquiera. Me dice que vamos a ir al hotel y yo me subí con el resto de la banda que no hablaba español, así que seguimos conversando”, cuenta.
Luego de pasar por el hotel, Manu Chao y Cristián Villaroel caminan por Porto Alegre en búsqueda de comida y unas cervezas. Chao hace preguntas sobre Chile, inquiere sobre la situación medioambiental del país y sus derechos humanos.
“Iba muy atento, a las 4 de la mañana, caminando con un short y chalas, con sombrero. A veces la gente lo reconocía y se acercaba, pero en general fue un trayecto de incógnito, él pasaba muy piola”, recuerda el chileno.
Luego de un rato deambulando por la ciudad, ambos se instalaron en un local a comer y a beber hasta que amaneció. Villarroel recuerda que Chao le decía “que veía en Chile una post dictadura. Le llamaba mucho la atención que se hablara de un país en vías de desarrollo y que, en la práctica, él había estado acá y visto tanta pobreza. Y me hablaba no sólo de la pobreza material, sino que de la pobreza de la formación, me decía que le daba pena eso. Porque en el fondo esa era la base para la expansión del capitalismo”.
Al finalizar la velada, Chao se despidió cariñosamente de su nuevo amigo chileno.
“Fue una despedida muy como si nos hubiéramos conocido desde siempre. Él es un tipo bastante afable, de caminar destartalado por la vida. Me dijo puta, cuídate, que estés bien, buen retorno. Y nos dimos un abrazo y chao”, relató.
Próxima estación
De regreso en Chile, se espera que Chao muestre parte importante de su disco “Baionarena”, con 33 canciones rescatadas de un concierto en la recóndita Bayona. Antes, eso sí, el músico realizó una inesperada visita a Córdoba en un campamento de ecologistas opositores a Monsanto. En la instancia, solidarizó con los activistas y tocó alguna de sus canciones.
Las experiencias espontáneas de Chao ilusionan irremediablemente algunos fanáticos por estas tierras, sobre todo a aquellos que recuerdan sus reflexiones tras conocer el mítico Galpón Víctor Jara y expresar su admiración por el músico hace algunos años: “Ese galpón es emocionante. Qué lindo, dan ganas inmediatamente de hacer algo ahí, espero sinceramente que un lleguemos a cantar ahí. De todo corazón quiero un día cantar ahí, eso es evidente”.
Por ahora, miles de chilenos comienzan a disfrutar y a prepararse para los espectáculos de los próximos días. ¿Qué dirá Manu en el escenario? Más allá de los gestos políticos ante el país distinto que él dejó tras su última presentación, muchos se conformarían con volver a escuchar las palabras que un emocionado Chao formuló para los presentes en el mismo lugar que lo verá en acción este domingo: “Para todos aquellos que un día perdieron la ilusión, Santiago. Pase lo que pase, sea lo que sea, próxima estación Esperanza”.