Profesional acusa despido del Ejército por ser homosexual y VIH positivo
El 28 de octubre pasado ingresó al 6° Juzgado de Santiago la demanda que interpuso Jhonathan Sanhueza contra el Comando de Bienestar del Ejército, por hostigamiento y lucro cesante, tras haber sido obligado a renunciar en octubre de 2011, luego de que los oficiales a su cargo conocieran de su condición sexual y que era portador del VIH.
Jhonatan, diseñador universitario, contó su historia a ElDesconcierto.cl. Cuenta que trabajó durante diez años en la institución, específicamente en el Museo Militar bajo el mando del General Orlando Carter Cuadra. Según Sanhueza, durante el periodo en que el yerno de Manuel Contreras estuvo a cargo, no hubo episodios de discriminación pues estaba muy bien evaluado en su labor. “Era una buena relación con el alto mando, muy buena. Había mucho aprecio. De hecho, aunque yo no era el museógrafo, sólo era un diseñador, pero los últimos dos años cambió al encargado porque era muy antiguo y me entregaron toda esa responsabilidad a mí. Terminé trabajando como museógrafo incluso”, recuerda con nostalgia.
Sanhueza, quien hizo público su caso hace 5 días en una carta , asegura que él nunca mencionó su condición sexual a sus compañeros o superiores “porque no era tema. No fue tema ni en el colegio ni nada, y esto yo tengo esto asumido desde los 14 años”. Sin embargo, una vez que contrajo el VIH comenzó a experimentar lo que era en verdad la discriminación.
“Cuando nos cambiaron de jefes, empezaron a preguntarle a mis compañeros, que quién era yo, qué hacía, y todo eso. Al comienzo les deben haber dicho que yo tenía buena evaluación laboral, que es lo más probable porque en ese momento yo estaba haciendo el museo de Iquique, que fue una delegación completa, coordiné todo el equipo de restauración. Allí trabajamos un año, y coincidió con el terremoto más o menos. Nuestro museo estaba cerrado en ese entonces pero cuando volvimos nos cambiaron todas la funciones. Las instrucciones eran cuidar el edificio, cerrar las puertas, barrer, sacar escombros, etcétera, es decir funciones que no tenían nada que ver con nuestras labores administrativas”, narra Jhonathan.
Si bien Sanhueza describe que dicho hostigamiento no fue solo para él sino para todo un equipo, esto coincidió con el momento en el que comenzó a notar los síntomas de la enfermedad. “Me empecé a enfermar en marzo de 2011, me sentía muy mal y me salieron unos granos en la cara, al que le hicieron unas biopsias y me dijeron que estaba muy débil, y que tenía que hacerme el examen del VIH. Me atreví recién a hacerlo en julio, porque por las noches transpiraba mucho, dormía mal, estaba muy nervioso y más encima empecé a bajar de peso”, explica.
Para cuando ya obtuvo el diagnóstico, Sanhueza asegura que se sentía muy demacrado por la enfermedad, y ahí comenzó su calvario. “Empezó un hostigamiento muy fuerte de parte del director del Museo, comenzó a gritarme en los pasillos que por qué mierda estaba tan abrigado, que qué mierda me pasaba”, sostiene.
Al mes siguiente, el joven diseñador cayó hospitalizado y pudo reincorporarse recién para las Fiestas Patrias, pero se intoxicó y nuevamente debió ser internado. “Me llamó al celular y me empezó a gritar que me exigía que le dijera qué era lo que tenía, qué me pasaba, y yo trataba de que no se notara porque ya era evidente que me querían hacer algo”.
Cuando volvió al museo después de 15 días de licencia, y tras firmar la hoja de calificaciones con buenos resultados, a los pocos días recibió un llamado desde el Comando de Bienestar del Ejército, de parte de un Coronel en retiro de apellido Abad. “La llamada fue tan violenta, me dijo que qué mierda me creía yo para hacer preguntas y que me tenía que acercar. (…) al otro día fui, me hicieron pasar a una oficina chica, donde habían tres militares uniformados y él, y continuó con el desprecio, tratándome muy mal y me dijo que yo dejaba de trabajar ahí en ese momento y me hizo firmar el término del contrato. Firmé porque en realidad ya no soportaba el maltrato, me sentía muy mal y creía que de verdad era una solución”, explica.
Tan brusca fue la salida de Sanhueza de la institución que a su vuelta al museo, fue obligado a retirar sus cosas sin tocar los computadores, a entregar sus llaves e identificación militar, y a irse de inmediato. “Como si hubiese sido un perro, o un ladrón, no sé. Hasta el día de hoy me da pena. Fue un trato intimidante”, alega.
Para el diseñador, situaciones como la presencia de un Coronel en retiro dan cuenta de irregularidades en el proceso. Ahora, espera que la demanda siga el curso judicial. “No recurrimos a la Ley Antidiscriminación porque no es muy potente, es una figura legal muy débil. Nosotros preferimos apelar al hostigamiento porque es una figura legal poderosa”, explica.
“Tengo que dar la pelea, porque el daño fue muy grande. Si esto yo no lo hago público, no se va a solucionar, se van a hacer los tontos y yo espero que esto se soluciones en una conciliación, yo no quiero ir a juicio, pero si vamos a juicio, te aseguro que yo quiero llegar a la Corte Interamericana”, finaliza.
[caption id="attachment_8247" align="alignright" width="300"] Militares estadounidense pueden expresar abiertamente su condición sexual desde 2010.[/caption]
El apoyo de la comunidad gay
Rolando Jiménez, presidente del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), comentó que aún no conocen los detalles del caso de Jhonathan, pero su opinión sobre el acutar de las FF.AA. no es favorable en términos históricos. “Nosotros por cierto tenemos una opinión bastante crítica respecto de cómo las FF.AA han abordado históricamente el tema de la diversidad sexual al interior de ellas. Dicho eso, nosotros nos reunimos con los comandantes en jefe, donde se nos aseguró que dada la plena vigencia de la Ley Antidiscriminación, se modificó una serie de instructivos en las 3 ramas de las FF.AA. donde se señaló que estaba prohibida la discriminación basada en la orientación sexual o identificad de género”, señaló.
A pesar de que Sanhueza aseguró ya tener contactos con la organización, Jiménez planteó que “en la medida que tengamos la convicción de que hay un hecho discriminatorio, vamos a estar dispuestos a asumir la representación, pero eso pasa porque primero tengamos la información de primera fuente y eso no lo tenemos aún. Cuando ese encuentro ocurra con el afectado, nosotros haremos todo lo que él esté dispuesto a llevar adelante”.
¿Un problema de cultura organizacional?
Guillermo Holzmann, analista político conocedor de las políticas en defensa internacional, asegura que hoy las normativas de Latinoamérica no dan cabida a la discriminación. “En el último tiempo hay instrucciones precisas en términos de no aplicar ningún tipo de discriminación por razones de orientación sexual, preferencias religiosas u otras, dentro de lo que es el ejercicio militar. Sin embargo, aunque esas instrucciones existen, los estudios externos indican que la cultura organizacional de las Fuerzas Armadas hace difícil su aplicación en toda América Latina, por una visión machista, la aceptación de aquellos que optan por otra orientación”, asegura.
Holzmann destacó el caso de Estados Unidos, que en 2010 derogó la política de secretismo en torno a la orientación sexual de los miembros de sus ramas castrenses. “Esto permitió incorporar a la cultura militar una visión diferente de lo que significa la homosexualidad, más que mirarlo como una disfuncionalidad, como muchas veces se veía. Recordemos que hace no muchos años atrás se veía como una enfermedad, y en ese sentido ha habido un avance. Pero hoy se entiende que puedan estar, por ejemplo, en el campo de batalla”.
Sin embargo, el analista planteó la dificultad que supone la incorporación a nivel de la cultura organizacional de estas políticas inclusivas. “Generar esos cambios organizacionales toma bastante tiempo y no basta con instrucciones o con una dirección, sino con una aceptación social y legal de tal condición”, finaliza Guillermo Holzmann.