CRÍTICA| La mejor performance de Pedro Lemebel
Fernando A. Blanco, académico de la Universidad de Bucknell (USA), ha desarrollado un trabajo exhaustivo en torno a la figura y obra de Pedro Lemebel desde la década de los 90, a partir de la publicación de La esquina es mi corazón (1995) por la editorial feminista Cuarto Propio. Libro pionero que en un inicio se distribuyó en fotocopias bajo el título de Ciudad Gótica.
Una voz marginal
Su mirada como editor de ensayos sobre la obra de Lemebel ha sido amplia y ha cubierto casi todos los planos de esta camaleónica figura, con la participación de académicas de la talla de Jean Franco (coautora del libro Reinas del otro cielo) y de múltiples figuras de la academia hispanoamericana, tanto de la danza como de la música, las artes visuales y los estudios culturales. Desde los tiempos en que era un estudiante de Literatura en la Universidad de Chile, Blanco ha sido un pilar y un amigo de Lemebel. Una amistad de 20 años, intermitente, que cruza afectos, complicidades y reconocimientos con una obra literaria-plástica-visual que permite que se exprese una voz marginal hasta entonces silenciada por los mecanismos opresivos.
El valor de Lemebel en la obra de Blanco ha estado principalmente marcado por su trabajo con la editorial LOM (Reinas de otro cielo, 2004), Cuarto Propio (Desdén al infortunio, 2010), y recientemente Iberoamericana Vervuert (2020), con el lanzamiento del libro que nos compete en esta ocasión: La vida imitada, narrativa, performance y visualidad en Pedro Lemebel.
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Preocupado del registro
La relación entre Lemebel y la academia (en particular gracias al incansable trabajo del editor) reúne afectos, caricias y amistades, es decir, amores. El objetivo del presente libro es evidente desde un comienzo: saldar una deuda pendiente con un autor del cual se ha hablado mucho en tanto cronista, no así en su rol de novelista y performer, tema alrededor del cual se reúnen quince ensayos. La cuestión que converge en el libro de forma más elocuente es la indistinción entre vida, obra literaria y performatividad en la obra de Pedro Lemebel.
En su texto sobre las performances del artista chileno, María José Contreras explica de este modo el cruce de trincheras en la obra de Lemebel: “no existen dos momentos en la vida intelectual del chileno, no podemos escindir al performer del escritor”. Entonces cae de cajón la pregunta que este libro arroja y que subvierte nuevas interrogantes en torno a su figura: ¿Qué pasa con el performer?, ¿acaso quedó atrás luego de la separación de las Yeguas del Apocalipsis?
¿Qué pasa además con la Loca del Frente y la relación con Carlos?, el guerrillero de Tengo miedo torero –la única novela del autor–; ¿cuánto de performatividad hay en ese genuino cantar de la Loca que tararea el título del libro? Uno podría preguntarse también de dónde vienen esos imaginarios populares y qué pasa con el artista visual preocupado del registro, del que quedan como evidencia los trabajos colaborativos con el cineasta Tevo Díaz, algunos de ellos disponibles en la web de forma gratuita. Y qué valor tuvieron las colaboraciones con Lotty Rosenfeld y Gloria Camiruaga, o los documentales de Verónica Quense y Joanna Reposi.
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Lemebel tampoco está en los libros
Y así, cada uno de estos quince ensayos se mete en un territorio nuevo, poco explorado, y arroja preguntas que interesarán a la gente que quiera saber más sobre el artista. ¿En qué condiciones se adapta al cine la novela Tengo miedo torero? ¿Cómo fue la relación de Pedro con los medios de comunicación tanto masivos como de nicho? ¿Cómo fue su relación con la radio, la música, las canciones que poblaron su imaginario?
Podríamos hacer una reseña más académica y contar que el libro consta de 15 ensayos y que se divide en tres partes: Perfiles y Testigos; Crónicas y Ficción; Performance; Cultura Radial y Cine. Podríamos ahondar en cada una de las poéticas que salpican e irradian con más o menos irregularidad el amor (porque esa es la única palabra posible) a una figura que se escapa de las manos de sus ensayistas, a la paradoja de lo abundante, pero no sería justo.
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Este libro está hecho desde el afecto, y en eso creemos que Blanco ha sugerido algo interesante. La academia y los afectos no son un negocio inquebrantable, el rigor y la amistad van acompañados de un profundo interés en desentrañar los misterios (como ya está ocurriendo con Puig y con Levrero, y tantas otras voces irradiadoras, lugares a los que iremos a explorar). Destinos inagotables, fuentes de riqueza natural que no cuestan más que una sentada a imaginar mundos posibles, heridas abiertas a la espera de ser escuchadas, aullidos de oro. Pero he aquí la paradoja: Lemebel tampoco está en los libros, damas y caballeros, jóvenes, niños y niñas; Lemebel está en todas partes y vino para quedarse con su tránsfuga mirada de ángel que respira sobre las heridas dejando su tufo de loba enamorando huracanes. No en vano Bolaño dijo a finales de los 90 algo que el tiempo reafirmó: “Cuando todos los que lo han ninguneado estén perdidos en el albañal o en la nada, Pedro Lemebel será aún una estrella” (Entre paréntesis, Anagrama, 2006).
A mi entender la última parte de este libro cumple la promesa señalada al comienzo y hace que todo tenga sentido, porque luego de abarcar la novela y las múltiples facetas de este artista, llegamos a la performance y con ella al cuerpo, tal vez lo único que no se evapora cuando pensamos en alguien que recogió perlas del dolor, que arrojó sus despojos a la tumba de su madre. No podemos más que dar las gracias por una vida tan fastuosa.
La vida imitada, narrativa, performance y visualidad en Pedro Lemebel
Fernando A. Blanco (Editor)
Editorial Iberoamericana Vervuert
302 páginas.
Precio referencial: $35.500 (envío desde España incluido en el precio).
Pronta distribución en Chile vía Prosa y Política