Inflación
La ciencia nunca es neutra. Preguntas políticas siempre guían la creación de conocimiento. Por ejemplo, durante muchos años se creó ciencia para testear la hipótesis de si acaso las mujeres tienen menos inteligencia que los hombres. Cada parte del cuerpo de las mujeres, especialmente de mujeres racializadas, fue violentado, desmenuzado y analizado en nombre del progreso científico. Lo que nos dice este ejemplo es que supuestos normativos (“los hombres son biológicamente más inteligentes que las mujeres”) siempre están detrás de las preguntas de investigación y las relaciones de poder siempre definen la forma cómo se valida la ciencia (en nuestro ejemplo, las relaciones de género condicionan que una comunidad científica avale preguntas de investigación machistas).
Comprender el carácter político de la ciencia no implica, sin embargo, renunciar a la búsqueda de la “verdad” de las cosas. Implica, más bien, internalizar un mínimo grado de humildad para entender que nuestra perspectiva es situada, que cada cual tiene sesgos en las preguntas que se hace y que para iluminar las distintas y complejas capas de la realidad es necesario incorporar la visión de otras personas que piensan distinto.
Entonces, con el ánimo de abrir un debate democrático, interdisciplinario e informado sobre las causas de la inflación en Chile, en esta columna proponemos poner al centro otras preguntas. En particular el impacto que tendría sobre la inflación el excesivo poder de las grandes empresas en el país (tema que, desde la Fundación SOL, ya lo habíamos comentado aquí).
Siguiendo los manuales de economía, la inflación (es decir, el alza de precios de productos y servicios) se explica por factores del lado de la demanda y del lado de la oferta.
Del lado de la demanda, se podría considerar la entrega (a destiempo) del ingreso familiar de emergencia (IFE) y el retiro del 10% de los fondos de pensiones de trabajadores como factores que impactaron en el alza de la inflación en Chile. Desde esta perspectiva, más dinero en las manos de trabajadores ha generado más demanda y esta mayor demanda no ha podido ser contenida por quienes ofertan, provocando un aumento de los precios. Organizaciones, como el Banco Central, han enfatizado varias veces el peso de los retiros del 10% para explicarnos la variación en la inflación.
Por el lado de la oferta, hay tres elementos a considerar: cambios en el mercado laboral, interrupción en la cadena de distribución de bienes y el excesivo poder de las grandes empresas.
Cuando trabajadores tienen mejores salarios, las empresas ganan menos utilidades (porque gastan más en pagar salarios). Si las empresas deciden subir los precios de los bienes, manteniendo constantes sus utilidades, entonces las empresas lo que han hecho es traspasar el “costo” de pagar mejores salarios al precio de los productos. Por otro lado, cuando las cadenas de distribución sufren interrupciones, a las empresas se les hace más caro producir bienes y aquí de nuevo, se corre el riesgo de traspasar esos costos a los precios de los productos. Esta segunda explicación ha sido la que usualmente se ha considerado en estos tiempos de pandemia (y de guerra). Por ejemplo, la pandemia trajo un aumento en los precios del petróleo y forzó a suspender las operaciones de los puertos. Esto implicó que la producción de bienes se hiciera más cara y que se ofertara menos, generando un desbalance entre la oferta y la demanda, y provocando un aumento de precios de los productos.
Una tercera explicación que ha tenido menos presencia en el debate público en Chile, pero que ha sido largamente discutida en otros países, tiene que ver con el excesivo poder de compra de las grandes empresas. Para más información sobre la discusión internacional ver esta nota del Economic Policy Institute y este artículo del Levy Economics Institute of Bard College.
El argumento es que, contrario a lo que dicen los manuales de “Introducción a la Economía” de primer año, los precios de los bienes no están siempre determinados por la oferta y la demanda, sino que por relaciones de poder. En este caso, el poder que tienen las grandes empresas para fijar un precio (poder que, a su vez, depende de la competencia que existe en el sector donde se desempeñan las empresas).
Por ejemplo, si hay pocas empresas ofertando gas en Chile, entonces hay más riesgo de aprovechamiento de las ventajas que da la concentración para aumentar los precios del gas y así obtener más márgenes de utilidad. Desde esta perspectiva, la inflación en Chile se explicaría por las ventajas acumuladas que han tenido algunas empresas en el país. Si se considera esta posibilidad como pregunta de investigación, lo que sigue es investigar en el corto y mediano plazo (por ejemplo, de aquí a cinco años) si en sectores de alta concentración han aumentado excesivamente las utilidades vía aumento de los precios de los productos; controlando dicho efecto por otras variables que puedan haber impactado también el alza (por ejemplo, las interrupciones que ha provocado la pandemia en las cadenas de distribución).
Es importante decir que abrir el debate a otras preguntas de investigación no sólo es relevante para conocer la “verdad” de las causas de la inflación, sino también porque nos da pistas sobre su posible solución.
En otras palabras, contener la inflación sólo con alzas de la tasa de interés poco sirve para hacer frente a la multitud de factores que están en juego y que, como hemos visto en esta columna, se podrían relacionar con la excesiva concentración de poder de ciertas empresas.
Visto así, abrir el debate sobre las causas de la inflación nos invita a pensar en otras preguntas políticas, incorporar otras miradas de la economía e imaginar políticas públicas algo más creativas que las de los manuales de primer año de economía.