El proyecto de hacerse más humano 

El proyecto de hacerse más humano 

Por: Álvaro Ramis | 19.04.2021
Tal vez el mayor riesgo que entraña la pandemia es que la urgencia epidemiológica y la volubilidad económica posterguen el proyecto colectivo de hacernos más humanos, como finalidad fundamental e irrenunciable. 

Existe una peligrosa tendencia a asociar la formación en artes y humanidades a su falta de utilidad, considerándolos como saberes que no producen beneficios económicos. Incuso algunas de las voces más destacadas que se han levantado en los últimos años para valorar estas áreas del conocimiento han reivindicado activamente esta dimensión como una cualidad inherente y distintiva de estas disciplinas. Es lo que hacen Nuccio Ordine en La utilidad de lo inútil y Martha Nussbaum en Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades.

Tanto Ordine como Nussbaum realizan una brillante defensa del valor sustancial y permanente de la educación integral de las personas. En ese objetivo, logran evidenciar que los saberes artísticos y humanísticos son más útiles que los supuestos saberes económicos, y que su ausencia entraña el peligro de la deshumanización de las sociedades. Sin embargo, la forma como se argumenta su imprescindibilidad entraña una sutil renuncia a la justa valorización económica de un trabajo que no puede situarse por fuera o por sobre las contingencias materiales de las personas que lo realizan.

Al respecto vale la pena recordar al ex rector de la Universidad de Chile Juan Gómez Millas, cuando decía en 1956: "¿Qué sentido tiene hablar de gastos que demanda el funcionamiento de la universidad? Es demasiado grande el tesoro que tenemos que transmitir y acrecentar para que lo midamos en término económicos de costos. La ciencia, la educación y el arte son caros, como todo lo que construyen la fe, la esperanza o el amor para dejar testimonio del espíritu creador del hombre, para tallar los sillares del templo del mundo que el hombre edifica sobre la tierra en el proyecto de hacerse más humano". 

Tal vez el mayor riesgo que entraña la pandemia es que la urgencia epidemiológica y la volubilidad económica posterguen el proyecto colectivo de hacernos más humanos, como finalidad fundamental e irrenunciable. Abandonar ese programa nos aboca a una enfermedad más profunda, y para la cual no hay vacuna: la desmemoria, la pérdida del sentido en la convivencia en común, y la desertificación de la vida.