Postnatal de Emergencia e indolencia del gobierno
En el mes de marzo se presentó el proyecto de Postnatal de emergencia, el cual, a pesar que se propuso como un proyecto urgente, aún presenta discusiones en torno a su aprobación o rechazo. El objetivo principal de este proyecto, según las autoras, es evitar que las madres –principales encargadas de los cuidados de personas recién nacidas– puedan contagiar a sus bebés tras exponerse al virus en su lugar de trabajo o en el trayecto a él. Por lo que se propone extender el permiso de postnatal por el periodo que se extienda el Estado de Catástrofe, al igual que el permiso que tienen las trabajadoras por enfermedad grave de niños/a menores de un año. Además, se contempla que las trabajadoras puedan tener un descanso maternal 10 semanas antes del parto.
A pesar de que el gobierno de Sebastián Piñera ha insistido en un discurso “Pro Familia” con eslóganes del tipo “Los niños primero”, con la negativa a estos proyectos queda de manifiesto que su interés principal no está en los niños y niñas, ya que no logran garantizar los cuidados dentro de los hogares. El día lunes 8 de junio, la ministra del Trabajo, María José Zaldívar, en la comisión del Senado planteó como alternativa al postnatal de emergencia potenciar el teletrabajo o la suspensión del contrato laboral a través de la ley de protección al empleo. La ministra propone que las mujeres que acaban de ser madres usen sus fondos del Seguro de Cesantía o cumplan jornadas extenuantes de teletrabajo, todo esto bajo un discurso de corresponsabilidad parental que sabemos no se cumple en la mayoría de los hogares. ¿Qué tipo de protección se está fomentando para los hogares en el escenario de pandemia? Las familias deben elegir entre cuidar a los recién nacidos y reducir los fondos de su seguro o mantener dobles o triples jornadas tratando de mantener los ingresos que permiten la sobrevivencia del hogar.
Esto, pensando en las madres trabajadoras que efectivamente reciben ingresos por sus labores, pues hay una gran cantidad de mujeres que no reciben salario por el trabajo diario que realizan. Según el Anuario de Estadísticas Vitales del INE, del total de mujeres que fueron madres en el último periodo sólo un 53% se encuentran activas en el mundo del trabajo asalariado, y un 47% no reciben ingresos formales; de las mujeres “inactivas” el 84% son “dueñas de casa” y el 16% son estudiantes. En este sentido, son mujeres que tienen escasa o nula autonomía económica, lo que las expone a violencia y dependencia de las personas que perciben los ingresos en el hogar. Además, el 73% de las mujeres son madres solteras, lo que implica que sus redes de apoyo pueden estar más reducidas. Por lo tanto, de las mujeres que han sido madres en el último periodo, menos de la mitad pueden acceder a los “beneficios” de pre y postnatal que se vinculan a tener un contrato de trabajo que garantice los derechos de cuidado a los niños y niñas.
Esto se suma a que, según el estudio No es amor, es trabajo no pagado, las mujeres, en el ciclo de inicio de familia (con niñas y/o niños entre 0 y 6 años), dedican en promedio 70 horas semanales al trabajo no remunerado. Son mujeres que dedican la mayoría del tiempo de su semana al cuidado del hogar y que no tienen espacio para otras actividades que no sean las labores domésticas. El proyecto de Postnatal de Emergencia es lo mínimo que un gobierno que se declara “Pro Familia” debería garantizar para avanzar en un sistema que ponga en el centro los cuidados y a las personas que garantizan esos cuidados.
La discusión en torno a la desprotección de las maternidades y paternidades no se inaugura en la pandemia del Covid-19: es un conflicto estructural que condiciona y perpetua los roles de género al interior de los hogares, que desconoce la importancia de garantizar los cuidados durante los primeros meses de vida y que es indolente ante las necesidades básicas de los recién nacidos y sus familias.
Es cierto que hoy más que nunca es necesario garantizar los cuidados de niños y niñas, pero esto no puede quedar en una medida coyuntural que acabe cuando el Estado de Catástrofe finalice. Hay una demanda central que es la extensión del pre y postnatal para hombres y mujeres, además de establecer políticas públicas que protejan esta labor central para la reproducción social, no sólo garantizando tiempo de cuidado, sino también protegiendo los ingresos mínimos para la satisfacción de bienes y servicios necesarios para los hogares, en situación de pandemia y para siempre.
Sólo así los niños y niñas realmente van a estar primero.