Las rojas letras de Lemebel
Pedro Lemebel está de regreso, aunque en realidad, nunca se fue. Sigue presente, más presente que nunca, como una querida e intensa presencia, siempre viva. La razón de su loca apariencia es un documental, LEMEBEL, trabajo de la realizadora chilena Joanna Reposi.
Hablamos de una película importante que llega a las salas del cine local avalada por premios internacionales obtenidos en Berlín y Lima. Una obra aplaudida por la crítica, pero también problemática porque abre y cierra serios e importantes debates sobre los amores (y desamores) de nuestra querida “mariquita linda” con la izquierda nacional, el Partido Comunista de Chile y la entrañable e inolvidable compañera Gladys Marín Millie.
El público nacional tiene ahora la oportunidad de reconocer, recordar, escuchar y especialmente emocionarse con Pedro Lemebel. Señalo la importancia de la emoción como el gatillo fundamental del íntimo diálogo documental entre Reposi y Lemebel porque son los suspiros, las risas, el llanto y la angustia permanente los sentimientos y reacciones que acompañan (y provocan) esta singular puesta en escena cinematográfica construida e ideada con recursos del Estado de Chile.
Yo asistí al estreno oficial de LEMEBEL el pasado 22 de agosto en un remodelado cine de la comuna de La Reina, acompañado de muy pocos amigos de Lemebel y de muchos desconocidos del escritor provenientes de la industria del cine, reunidos todos a propósito del Festival SANFIC, competencia internacional que financia el dueño del Holding Copesa, el millonario empresario Álvaro Saieh. Jamás olvidando esas coordenadas políticas, comerciales e ideológicas, arribé al lugar acompañado de Rosita Peñaloza, la madre cómplice de nuestra bizarra e inolvidable “Hija de Perra”. Junto a ella(s) nos aprestamos a (re)encontrarnos con Pedro Segundo Mardones Lemebel, fallecido (pero nunca muerto), hace cuatro años.
Y más que encontrarnos o reencontrarnos con el amigo Pedro nos tropezamos con un Lemebel triste, adolorido y angustiante, un Lemebel disímil al que conocimos tantas veces, días y noches, especialmente noches, esquinas deseantes de nuestros locos corazones donde la fiesta e intenso convivir inundaban aquellos maravillosos e inclasificables encuentros. No reconocimos del todo a este Lemebel entristecido que presenta la película de Joanna Reposi porque se superpone al Pedro Lemebel juguetón, mordaz e irónico. Pedro Lemebel rabioso, apasionado e inundado de vida, mucha vida.
El documental LEMEBEL es ciertamente emocionante y hermoso, especialmente por sus históricos archivos de performances con "Las Yeguas del Apocalipsis", tal vez sobrecargado de efectos y estetización, aunque eso (y mucho más) siempre será una legítima decisión de la realizadora.
Lo que no aparece como azaroso y evidentemente incomprensible es la evidente ausencia de amores fundamentales en la vida de Pedro Lemebel en un relato que se publicita haberse construido durante muchos años. La ausencia forzada e ingrata desaparición de Gladys Marín de un introspectivo retrato documental llama profundamente la atención, no solo por la omisión de la amiga íntima del reconocido escritor de izquierda, sino que por las explicaciones que ha dado Reposi para decidir excluir del recuerdo de Lemebel a la Secretaria General del Partido Comunista de Chile. La “homofobia” del PC, según señala la cineasta, así como una supuesta “utilización” del Partido Comunista de la emblemática figura de Pedro Lemebel, serían las razones de este bochornoso borrón histórico.
La homofobia de las izquierdas es asunto de permanente debate e incluso una situación reconocida y asumida por los partidos políticos, incluido el Partido Comunista. Sin embargo, culpar al PC de una supuesta “utilización” de Lemebel de parte del Partido Comunista de Chile no solo es apresurada e injusta, sino que también infantiliza el espíritu crítico - libertario del mismo Lemebel que de utilizable y manipulable tenía poco o nada.
Quienes compartimos cercanía con Lemebel sabemos que el anticomunismo no corría por las rojas venas, ni por las locas letras de Lemebel. Su amistad (y amor) con Gladys Marín no era "circunstancial" como lo interpreta Reposi en una reciente y curiosa entrevista publicada en The Clinic. La amistad entre Pedro y Gladys era pasión política y complicidad rebelde.
Este recomendable e importante trabajo documental, LEMEBEL, abre puertas y ventanas para adentrarnos a un Pedro Lemebel siempre sorprendente, aunque en este caso políticamente mutilado. Un Lemebel vulnerable, queride e “inigualable”, como él mismo decía –irónicamente- para incomodar a los homosexuales ABC1 de Fundación Iguales.
Ojalá todos, todas y todes vean LEMEBEL, así como lean sus libros, conozcan su obra visual, escuchen sus entrevistas y recorran su atrevida e intensa historia de lucha que hacen de este Chile neoliberal un país más posible y resistible.
Las rojas letras, memoria de resistencia e historia política de Pedro Lemebel siempre permitirán pensar, (re)sentir y recordar las últimas palabras del presidente Salvador Allende Gossen que parafraseado en estos sentidos días por el “ojo de loca que no se equivoca” de Lemebel, diría: “Y se abrirán las grandes alamedas por donde pasen homosexuales, lesbianas y travestis libres para construir un mundo mejor”.