Por favor, usted no diga "día del joven delincuente"
Por favor, durante toda esta jornada, usted no diga "día del joven delincuente", usted diga Día del joven combatiente. Se lo pido encarecidamente. Porque puede que lo escuche un niño, porque puede que con sus palabras, -que quizás lo único que buscan es condenar la violencia que le muestran en la tele, o que quizás sí buscan estigmatizar decididamente poblaciones, jóvenes y movimientos sociales- usted ayude a borrar para siempre de la memoria el por qué en Chile tenemos un día del joven combatiente. Y usted sabe, o debe saber, que este día existe en el calendario, que nos acostumbramos a salir temprano de la pega, a no tener clases en algunas universidades, a mirar barricadas en algunos de nuestros barrios, porque esta jornada está marcada por sangre, pólvora, masacre y gritos destemplados de madres que no pueden sostenerse de tanto dolor. No diga "día del joven delincuente", porque usted no puede permitir que sus palabras le hagan creer a un niño que este día existe por la aparición por gracia de “disturbios”, “bombas molotov” y “enfrentamientos con carabineros”. Usted, como ser humano consciente, como ciudadano chileno que no quiere que el Estado salga a la calle a matar a sus hijos, debe decir día del joven combatiente para que cuando ese niño pregunte por qué, usted responda: porque mataron a dos hermanos, Rafael y Eduardo Vergara Toledo, de dieciocho y veinte años, un día como hoy, un 29 de marzo de 1985; porque mataron a Paulina Aguirre, una joven de veinte años, por el sólo hecho de ser de izquierda y luchar, combatir, contra una dictadura que les trajo el hambre y la muerte de amigos, vecinos y familias. Nada hoy es porque sí. Todo tiene su razón de ser.
Usted no diga "día del joven delincuente", porque cuando lo hace está clavando un nuevo puñal en el corazón de Luisa Toledo, la madre de Eduardo y Rafael, que carga con 34 años de luto en su alma y en su cuerpo. Cuando esté pensando en decir "día del joven delincuente", deténgase a pensar en cómo sería que a usted en un mismo día le mataran a sus dos hijos. Cómo sería que la llame una vecina y le avise que a uno le dispararon mientras estaba tendido en el suelo, indefenso, y al otro lo acribillaron con un balazo en la nuca, sin siquiera poder mirar a su asesino. Deténgase y no diga "día del joven delincuente", porque si lo hace le estará diciendo a la señora Luisa que sus hijos son culpables, que merecían su muerte, le estará haciendo eterno un duelo tan grande que nadie podría soportar. Ni siquiera lo haga por una cuestión política, le pido. Hágalo por compasión humana. No sea grosero, desatinado. No quede como indolente ante la historia que es también su historia, la historia de la dictadura de este país.
Usted no diga día del joven delincuente, porque al hacerlo está limpiando a los asesinos de los hermanos Vergara Toledo, les está dando impunidad a los tres condenados por la justicia recién veinticinco años después de su crimen. Piense, aunque sea un segundo, que al decir "día del joven delincuente" se está poniendo -sin querer- del lado de los asesinos, de los verdugos, que se deben alegrar con las fotos y los memes que convierten a las víctimas en victimarios. Usted no lo haga, no convierta a las víctimas en victimarios. No lo haga con los hermanos Vergara Toledo y no lo haga con Paulina Aguirre, estudiante del Liceo Valentín Letelier de Recoleta acusada de disparar contra agentes de la CNI cuando en verdad fue masacrada en una emboscada en Lo Barnechea, el mismo día que los hermanos Vergara Toledo. Cuando en verdad la investigación judicial posterior determinó que la estudiante no iba armada, que en un vil montaje le pusieron una pistola en la mano para ocultar la verdad: ocho balas de Pinochet la mataron, y dos le atravesaron la cabeza. Cuando usted diga "día del joven delincuente", imagine lo que siente un padre cuando sabe que a su niña dos balas del Estado le atraviesan la cabeza. Piense en que eso le puede pasar a usted mismo con su hijo. Porque todos podemos ser víctimas de una injusticia. Y piense que diciendo "día del joven delincuente" otra vez está diciendo que Paulina lo merecía, otra vez está poniéndose al lado de Alvaro Corbalán, condenado por el caso. Piense en todo eso y no lo diga nunca más. Y si se disgusta por las imágenes de desorden que muestran en la tele, no lo vincule, no lo mezcle con el día del joven combatiente, dañando su origen; reclame, pero no ensucie su razón de ser.
Hoy es el día del joven combatiente, no el "día del joven delincuente". Hoy es un día de memoria también porque un 29 de marzo de 1985 carabineros secuestraron a Manuel Guerrero junto a José Manuel Parada en las puertas de un colegio -lo mismo habían hecho un día antes con Santiago Nattino-, apareciendo al día siguiente degollados. Hoy es un día de memoria porque un día como hoy asesinaron el alma de Chile, el alma de jóvenes luchadores, sonrientes, y profesores, profesionales, probos, dignos y comprometidos. Hoy es un día de memoria hacia los degollados y hacia tres cabros chicos reventados por balas que nos pudieron llegar a cualquiera. Eso es lo que se debe saber, eso es lo que se debe divulgar, eso es lo que se debe responder cada vez que algún medio de prensa o en las redes sociales se trate de instalar majaderamente, tristemente y contra humanamente que el dia del joven combatiente es el "día del joven delincuente". El día del joven combatiente es y existe porque existió en este país, en nuestra sociedad y nuestra cultura el crimen de Estado. Balas, armas y todo el poder del Estado en contra de niños, jóvenes, adolescentes, hombres y mujeres que quisieron oponerse a la guerra, que quisieron decir libertad para vivir. Tres cabros reventados, que son el rostro de miles de jóvenes que combatían en las calles, combatientes que hoy son hombres y mujeres mayores, que visten de traje y son jefes o trabajadores con familia y con futuro, la familia y el futuro que tres caídos no pudieron tener. Por favor, usted no diga "joven del día delincuente"