Chile protege menos del 1% de sus ríos
Los ríos son fuente de vida, nos proporcionan agua, alimentos, constituyen un espacio de recreación y esparcimiento. También cumplen un importante valor cultural, especialmente para los pueblos originarios, quienes consideran al agua como representación de la vida misma.
Chile posee 1.251 ríos distribuidos en las 101 cuencas que existen a lo largo de su territorio. Sin embrago, en Chile, al Estado no le pertenece ni una gota del agua dulce que fluye por los 1.251 ríos catastrados en el país por el Instituto Geográfico Militar (IGM).
Por ello, diversas organizaciones ambientales y ciudadanas han abogado por la denominada propuesta de “Ley de Ríos Salvajes”, la cual busca salvaguardar y restaurar el carácter especial de los ríos y tramos de ríos de Chile, sus valores: social, cultural, ecológico, salvaje, escénico y turístico, al mismo tiempo que reconoce su potencial para todos sus servicios, usos y desarrollo económico apropiado.
“Esto nace en un contexto donde no tenemos un Código de Aguas que aborda a los ríos íntegramente, porque este lo que hace es asignar los caudales de agua. Lo que necesitamos es un manejo integrado de las cuencas, pero es muy difícil llegar a eso con la actual estructura constitucional que ahora estamos en proceso de reformar”, explica Macarena Soler, abogada por la Ley de Ríos Salvajes y directora de Puelo Patagonia, en el seminario para la Protección de los Ríos de la Patagonia.
Por su parte, Juan Pablo Orrego, presidente de Ecosistemas, señala que la protección legislativa de los ríos nacionales es un imperativo vital. “En nuestro país urge una ley integral y eficaz orientada a la protección específica de los ríos, en un contexto donde su situación es dramática. De norte a centro sur del país la mayoría de los ríos están en proceso de muerte bioecológica, donde todas las especies de peces de agua dulce están en peligro de extinción, afectadas por una multiplicidad de sectores industriales minero, agroindustrial, hidroeléctrico, de aguas servidas, con trasvases de cuencas a cuencas, etc.”
“Debemos ver a las cuencas y ríos fluviales como los órganos vitales de la biósfera que entregan innumerables funciones ecosistémicas, que redundan en múltiples servicios ambientales para la humanidad” señala Orrego.