Súmate a nuestro canal en: WhatsApp
Jeannette Jara: ¿Un nuevo rostro para un viejo temor?
Agencia Uno

Jeannette Jara: ¿Un nuevo rostro para un viejo temor?

Por: Capitán Cianuro | 30.06.2025
La candidata comunista ganó las primarias y desafía a una derecha atrincherada en el pasado con discursos gastados.

Ganó las primarias de la izquierda doña Jeannette Jara. Se impuso sobre tres competidores que representaban distintas vertientes del progresismo, y esta vez muchos votantes vieron más a la mujer exministra que a la militante comunista. En un país que aún se lee, al menos mediáticamente, como anticomunista, ese matiz es relevante.

Pero dicho rechazo ha sido instalado, reiteradamente, por una derecha mañosa, aferrada todavía a la figura del dictador Pinochet, y que sostiene soterradamente un discurso que distorsiona y demoniza al Partido Comunista de Chile, aquel que, en dictadura, puso los muertos, los desaparecidos, y cuyos cuadros dirigentes fueron eliminados en su primera y segunda línea. Los pocos que sobrevivieron, escaparon al exilio o se sumieron en la clandestinidad.

[Te puede interesar] Jeannette Jara: Una administradora pública valorada por su carisma y capacidad de diálogo

El Partido Comunista ya había conocido la persecución y la proscripción durante el gobierno de Gabriel González Videla, con la infame “Ley Maldita”. Fue un partido ilegal durante los años más oscuros, y solo en los albores de la democracia recuperó su estatus legal. Hoy, en pleno 2025, sigue cargando con los estigmas que una parte de la derecha mantiene vigentes como bandera ideológica.

Esa misma derecha tiene bien afilado su discurso para conquistar a los sectores más sometidos del país. Por años han trabajado desde la base, operando en poblaciones donde alimentan la miseria, controlan el relato y propagan mitos: el "pobre agradecido", el "comunismo come guaguas", el "orden antes que justicia".

A esto se suma una fracción fascistoide que aún venera a Pinochet, atribuyéndole una bonanza económica que, según los datos, no existía: entregó el país en 1990 más empobrecido que como lo recibió tras destruir el proyecto de la Unidad Popular, liderado por un presidente socialista derrocado mediante la fuerza, tras una campaña sistemática de sabotaje político, económico y militar.

La historia no cabe en una columna, pero es claro que el derrocamiento de Salvador Allende fue también la consolidación de un discurso furibundo contra un enemigo común: el Partido Comunista. Cualquiera que disentía era tildado de comunista, toda resistencia era atribuida al PC. Así, durante 17 años, se cultivó una narrativa que justificaba la represión, el asesinato y la desaparición, y que hoy encuentra eco en negacionistas de nuevo cuño.

Ahora, una mujer comunista será quien encabece a la izquierda, y deberá enfrentar a una derecha desesperada, conservadora, atrincherada en sus viejos prejuicios y aliada con el "facho pobre", ese que repite slogans heredados sin reflexión.

Esta vez, una mujer del PC logró postularse sin que la maquinaria interna del progresismo la hiciera a un lado, como sí ocurrió en la primaria anterior, cuando muchos votantes de izquierda se volcaron por Gabriel Boric solo para impedir que Daniel Jadue representara al sector. No necesito que me lo cuenten: en mi propia familia el anticomunismo se siente en la piel, y algunos votarían por la derecha antes que permitir que un comunista llegue al poder.

[Te puede interesar] Matthei se desploma en Cadem: Cae 9 puntos, empata con Parisi y es superada por Kast y Jara

Y sin embargo, es la derecha la que ha impedido, a lo largo de la historia reciente, cualquier intento serio de transformación social. Es la derecha la que protegió con uñas y dientes el modelo neoliberal, la que reprimió brutalmente el estallido social, y que, para justificar esa represión, necesitó culpar al Partido Comunista de ser el cerebro tras cada protesta, detrás de cada piedra, cada barricada, cada consigna.

Pronto veremos aparecer encuestas como las de Cadem, con sus porcentajes inflados anunciando que el 70% no quiere a un comunista en La Moneda. Esas cifras las aprovecharán los sectores más grotescos de la derecha, desde los tecnócratas de cuello y corbata hasta los “Makakas” –o como les digo con ironía: “los pajeros”–, personajes que basan su discurso en el miedo y el odio.

¿Qué ocurrirá en noviembre? ¿Se impondrá la sensatez o la mentira ganará más espacio y votos? Cuando observo a ciertos referentes de la derecha, me queda claro que esta elección no será sencilla. Ahí está esa mujer que poda jardines, tijera en mano, usando un lenguaje básico, que toca el piano y pretende liderar el país como si fuese una teleserie.

Representa a la elite más ordinaria, disfrazada de sencillez. Junto a ella, se suman oportunistas con millones en paraísos fiscales y conservadores que rozan la obsesión ideológica. Completan el cuadro el candidato con un pasado de violencia familiar no resuelta, convertido en una caricatura de odio social, a lo Milei, el “profeta” argentino que parece sacado del peor delirio romano.

Ojalá pase mucho en los meses que vienen. Pero que lo que pase no sea producto de la bajeza ni del engaño. Chile necesita un proyecto que mire hacia adelante, que proponga, que construya. Urge una patria más justa, menos rabiosa, menos manipulada por mantras del odio repetidos por una chusma inconsciente, como la llamaría con desdén Arturo Alessandri Palma.

[Te puede interesar] Crónica de un giro a la izquierda: entre cumbias y algodones de azúcar el PC pasó a liderar al progresismo chileno