Según la Encuesta Nacional de Empleo (ENE) del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) en su medición del trimestre julio-septiembre 2024, en Chile la informalidad laboral alcanza una tasa de 27%, lo que equivale a 2.494.520 personas. Estos trabajadores informales tienen mayor presencia en el sector Comercio, representando el 23,9% de la proporción de todos los informales del país.

A nivel nacional, desde el año 2021 la informalidad se mantiene relativamente estable, con cifras incluso por debajo de los niveles prepandemia (2019), sin embargo, en regiones hay situaciones que presentan una preocupante tendencia al alza.

En la actualidad, las regiones con niveles más críticos de informalidad son las de La Araucanía (38,2%), Ñuble (33,7%) y Los Ríos (33%). En las dos primeras la problemática se concentra principalmente en los sectores de Agricultura y Comercio, donde encontramos cerca del 40% de los informales de cada una de estas regiones.

En Los Ríos, al Comercio y el Agro, que respectivamente representan el 18,2 y el 13,8% de la informalidad, se le adiciona la Construcción con un 11,7%. Entre estos tres sectores conforman el 43,7% de los empleos informales.

Aparte de la tendencia al alza de la informalidad, lo que tienen en común estas regiones son las bajas remuneraciones, el menguado nivel de desarrollo y la rudimentariedad de sus matrices productivas.

En cuanto a las remuneraciones, según la Encuesta Suplementaria de Ingresos (ESI) del INE, las tres regiones se encuentran por debajo del promedio nacional que es de $757.752 mensuales. En Los Ríos el ingreso promedio es de $679.992, en La Araucanía de $590.952, y Ñuble de $566.648. Esta última es la región con las remuneraciones promedios más bajas del país.

Respecto del desarrollo, a partir del Índice de Desarrollo Humano (IDH) elaborado por el PNUD, que considera la capacidad de vivir una vida larga y saludable, el acceso a la educación y la posibilidad de vivir un nivel de vida digno; podemos afirmar que estas regiones tienen un nivel de desarrollo de medio-bajo a bajo. Así, en Los Ríos el 57% de sus habitantes está en estas condiciones, en Ñuble el 62% y en La Araucanía el 67% de la población.

En relación con la matriz productiva, las regiones en cuestión basan su economía principalmente en actividades silvoagropecuarias y el comercio, sectores que al mismo tiempo aglutinan a la mayor cantidad de trabajadores informales.

En el Agro, además, se observa una alta presencia de población migrante asociada a la informalidad, sobre todo en los períodos de cosecha. Y en el Comercio, los informales están vinculados al autoempleo y a los microemprendimientos que ven en estos espacios desregulados la condición de posibilidad de sostenimiento.

El empleo informal es una relación laboral que no se encuentra sujeta a la legislación. Por lo tanto, no cumple con el pago de impuestos, ni tiene cobertura de protección social para las personas; carece de prestaciones relacionadas con el trabajo como son las cotizaciones para el acceso a salud, el derecho a licencias médicas, las imposiciones previsionales para la pensión futura, el seguro de desempleo y el acceso a sala cuna para el cuidado de los hijos e hijas menores, entre otras protecciones frente a riesgos sociales que asegura un vínculo laboral formal.

En este sentido, las tendencias de la informalidad laboral que se observan en las regiones del sur del país, cuyas consecuencias están asociadas a la inseguridad y la vulnerabilidad, plantean la necesidad de robustecer el sistema de protección social actual, así como modernizar las matrices productivas regionales e implementar acciones destinadas a entregar oportunidades de empleo, mejorar las condiciones de trabajo, las remuneraciones y la promoción de trayectorias laborales estables de las personas.