Al urbanista se le reconoce como el profesional a cargo de las grandes obras, del desarrollo de las ciudades y las remodelaciones urbanas transformadoras. Pero esta visión romántica, donde sus instrumentos de planificación y ordenamiento del territorio se caracterizan por tener un campo de visión a gran escala, capaz de ver la ciudad desde arriba y con cierta distancia, es algo que hoy ha cambiado.

La visión de una ciudad como objeto de observación ha sido reemplazada por una perspectiva más amplia e integral, una experiencia en la que todos y todas participamos y somos parte. Esta realidad se hace evidente en cada uno de quienes vivimos en ciudades, donde esa pequeña escala en la que habitamos, construye nuestra calidad de vida.

En este mundo globalizado con conflictos ambientales, crisis urbanas y de vivienda, estas experiencias son desafiadas permanentemente, por lo que el urbanista es fundamental si queremos construir una ciudad más humana, sostenible y resiliente.

De hecho, la actual crisis climática global ha generado tal incertidumbre que muchas ciudades no saben cómo enfrentarla. Ejemplo de ello ha sido lo ocurrido con el fenómeno de la Dana y sus devastadoras consecuencias en Valencia, España, donde en pocas horas cayó el equivalente a un año de lluvia y ha dejado más de 200 personas muertas.

O el paso de los huracanes Milton y Helene en Florida, Estados Unidos y sus daños significativos. Así, olas de calor, grandes nevazones e incendios forestales en distintas partes del globo son eventos cada vez más recurrentes.

Y si bien las ciudades representan un porcentaje menor en relación a la superficie del planeta, son las áreas que más consumen energía, generan contaminación, residuos y, concentran el mayor porcentaje de la población global, superando ya la tasa de urbanización del 56%.

De hecho, en países en desarrollo como Chile, esta cifra sube al 88% según informes del Banco Mundial, por lo que avanzar en un uso eficiente de recursos y reciclaje es fundamental para la sostenibilidad y menguar el impacto ambiental que hemos producido.

En la actualidad, los procesos de participación han evolucionado de tal forma que se requiere que la autoridad urbana avance hacia una gobernanza compartida, considerando procesos de toma de decisiones que involucren diversas escalas e incorporen la complejidad y visiones particulares que permitan llegar de forma más democrática a mejorar la calidad de vida de todas y todos.

Así, en este Día Mundial del Urbanismo, el llamado es a enfrentar los desafíos construyendo esta gran escala desde abajo hacia arriba, desde el diseño urbano hacia la planificación de las ciudades y desde la experiencia de los habitantes hacia la expresión de la sociedad como conjunto.