De Caszely a Mbappé: jugadores que se negaron a conformarse y dijeron no al autoritarismo
“En circunstancias históricas extremas, tuvieron la fuerza para enfrentarse a un gobierno, un frente o un monstruo político, a riesgo de perderlo todo”
Así explica Gilles Rof -realizador de la serie documental “Rebeldes del fútbol”- el leitmotiv del proyecto audiovisual en el que se narran las historias de cinco futbolistas (Carlos Caszely entre ellos) que se negaron a conformarse y dijeron “no” a los gobiernos autoritarios de sus respectivos países.
Si bien política y fútbol siempre han estado entrelazados (el Mundial de Argentina 1978 fue utilizado para encubrir los crímenes de la dictadura de Rafael Videla), son contados los casos de deportistas que han expresado abiertamente sus posiciones políticas y menos los que se han declarado en contra de dictaduras o conflictos políticos.
Por esta razón llamó la atención las recientes declaraciones de Kylian Mbappé en la conferencia de prensa en el inicio de la Eurocopa, donde llamó a votar en las próximas elecciones para evitar el avance de la ultraderecha en Francia.
“Sabemos que los extremos están a las puertas de nuestro poder. Llamo a todo el mundo a votar, a tomar conciencia de la situación. Tenemos la necesidad de identificarnos con nuestros valores de respeto. Espero que tomemos la buena decisión", señaló el capitán de la selección de Francia, quien, además fue uno de los 160 deportistas galos que firmaron un texto pidiendo una movilización en contra de la extrema derecha francesa. Todo adportas de su llegada al Real Madrid.
Decirle no al dictador que torturó a su madre
Muchos, no sólo en el fútbol, prefieren no dar sus opiniones políticas o emitir juicios respecto a autoridades, por riesgo de perder el trabajo o que se le cierren las puertas.
En el caso de los deportistas de alto rendimiento, sus declaraciones son cuidadas debido a que hay contratos y sponsor de por medio, los que por lo general huyen cuando una de sus figuras toma una posición política u opina de una situación extradeportiva.
Sin embargo, en ocasiones aparecen personajes que desafían el status quo y defienden sus principios y valores, pese a que en ocasiones deben pagar un alto costo por decir lo que piensan.
En el caso de Chile, el ejemplo más emblemático es el de Carlos Humberto Caszely, quien apoyó el proyecto de la Unidad Popular y fue contrario a la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Previo al Mundial de Alemania de 1974, el dictador invitó a la Selección chilena para despedir al plantel en el edificio Diego Portales -La Moneda estaba inutilizada debido al bombardeo-, sin embargo, el jugador más destacado del equipo no quiso estrecharle la mano.
Cabe recordar que Caszely estaba en uno de sus mejores momentos de su carrera. Fue en esa temporada en la que lo apodaron “El Rey del metro cuadrado”.
Pinochet se acercó al plantel con la intención de despedir personalmente a cada jugador con un apretón de manos. Sin embargo, cuando llegó donde Caszely, se percató que el jugador estaba con su mano atrás y con los ojos cerrados, lo que el dictador interpretó como un desdén hacia su persona, por lo que continuó despidiendo a los otros jugadores.
La reacción de Caszely se explica por lo ocurrido tras su arribo a Chile al ser convocado por la selección -jugaba en el Levante de España-. Previo a su encuentro con Pinochet se enteró de que su madre había sido secuestrada y torturada por la policía secreta de la dictadura.
“La veo triste, distante. Le pregunto qué pasa y no responde. Mi padre está enojado, mi hermana está llorando. En casa, ella me invita al dormitorio. Yo estaba temblando. Se sienta en la cama y me explica que fue arrestada. ¿Tuviste un accidente automovilístico? No, me secuestraron y me torturaron. No podía creerle y le dije: mamá, no puedes jugar con eso. Se abre la blusa y me muestra sus pechos quemados. Nos abrazamos y lloramos como niños”, fue parte del relato del futbolista.
La democratización de un club que ayudó a terminar con una dictadura
Sócrates, además de ser considerado uno de los mejores futbolistas de la década de 1980, fue uno de los protagonistas de la democratización de un club y que ayudó a poner fin a una dictadura.
En 1982 llegó Waldemar Pires a la presidencia del Corinthians, tras una pésima campaña a cargo de Vicente Matheus. El nuevo presidente del club brasileño contrató al sociólogo Adílson Monteiro Alves para que se hiciera cargo del plantel.
Adílson defendía la idea de escuchar a los jugadores y a otros miembros del equipo. Esto sumado a un contexto de un gobierno totalitario y la presencia de jugadores con una postura política contraria a la dictadura que gobernaba el país desde 1964.
A partir de entonces, se implementó un sistema de autogestión, en el que jugadores, cuerpo técnico, dirigentes y empleados, decidían mediante votación sobre diferentes temas de la administración del club.
Esto fue el inicio del movimiento conocido como "Democracia Corinthiana", que traspasó los límites del fútbol. El club estampó en sus camisetas consignas a favor de la democracia, como "elecciones ya" o "quiero votar para presidente", que llamaban a terminar con la dictadura militar que gobernaba Brasil por casi dos décadas.
Todo esto en un contexto en que los movimientos sociales y políticos comenzaban a rearticularse para conseguir el retorno a la democracia.
Si bien la iniciativa legislativa que buscaba el restablecimiento inmediato de las elecciones fracasó -Sócrates se fue a Italia cumpliendo su promesa de abandonar el país si es que no se aprobaba-, un año después los militares volvieron a los cuarteles producto de la crisis económica lo que permitió elecciones en las que José Sarney salió elegido como presidente.
Cuando Drogba frenó la guerra civil en Costa de Marfil
El 8 de septiembre de 2002 Didier Drogba fue llamado por primera vez a la selección de fútbol de Costa de Marfil. 11 días después la nación africana entraba en una guerra civil tras un intento de golpe de Estado mientras el presidente Laurent Gbagbo se encontraba en un viaje diplomático en Italia.
El enfrentamiento armado se prolongó por años dejando miles de muertos y un país inestable en lo social y en lo político.
De manera paralela, la selección de Costa de Marfil gozaba de un auge gracias a figuras como el propio Drogba, Emmanuel Eboué y Yaya Touré.
El 8 de octubre de 2005, Costa de Marfil se enfrentaba a Sudán por el paso al Mundial de Alemania 2006. El equipo marfileño consiguió la victoria con un 3-1, clasificando por primera vez en su historia a una Copa del Mundo.
Consciente de la realidad en que estaba sumido su país, Drogba -capitán del plantel- aprovechó el momento y envió un mensaje al pueblo marfileño para que pusieran fin a la guerra.
“Marfileños y marfileñas, del norte, del sur, del este y del oeste. Ya vieron hoy que todo Costa de Marfil puede vivir en comunidad y puede jugar en conjunto con un mismo objetivo: clasificar al Mundial. Les habíamos prometido que esta fiesta iba a reunir al pueblo. Hoy les pedimos de rodillas que se perdonen los unos a los otros. Perdónense, perdónense. El único país de África que tienen todas esa riquezas no puede caer en el caos así. Por favor, dejen sus armas y organicen unas elecciones libres que todo saldrá mejor. Queremos divertirnos, suelten sus fusiles".
Las palabras de Drogba calaron hondo en la ciudadanía y en los líderes que estaban a la cabeza de los enfrentamientos, consiguiendo que desde ese momento los marfileños comenzara a trabajar para terminar con el conflicto armado.
En 2006, Drogba fue invitado por el gobierno tras recibir el premio al mejor jugador de África. El futbolista aprovechó la instancia para solicitar viajar a la ciudad de Bouaké, principal bastión rebelde, para ofrecer el premio en signo de unidad y paz.
A su llegada a la ciudad, el jugador fue recibido como un héroe. El momento también sirvió para que el capitán de la selección comprometiera un partido correspondiente a las eliminatorias de la Copa de África 2008.
Así lo relata Ignacio González Mas, autor del libro “Amo el Mundial”:
“Se jugó en el Estadio Municipal de Bouaké, las estrellas de Los Elefantes estaban ahí, la gente no podía creerlo. Que la selección jugara un partido en la ciudad que había sido la capital rebelde era todo un símbolo de integración. Fue 5 a 0 para Costa de Marfil contra Madagascar, también fue la primera manifestación masiva de paz. La prensa reaccionó con este titular: 'La reconciliación fue por el fútbol. 5 goles para borrar 5 años de guerra'”.