Ménaka, la ciudad asediada por hambre y terror cuya seguridad la lleva el grupo Wagner
La ciudad maliense de Ménaka, situada en el noreste del país, vive desde hace casi un año bajo el asedio total de grupos yihadistas que han impuesto un cerco en un perímetro de apenas un kilómetro de la localidad, lo que ha dejado a la población al borde de la hambruna y provocado la huida de cientos de habitantes.
El portavoz del Movimiento tuareg para la Salvación del Azawad (MSA, que gobierna la ciudad), Ilyas Ag Siguidi, explicó a EFE que la ciudad, donde viven unas 50.000 personas, lleva diez meses asediada por los grupos yihadistas Estado Islámico (EI) y la filial local de Al Qaeda, denominada Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (GAIM).
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"La vida es muy complicada. Hay hambruna y el precio de una bolsa de 5 kilos de arroz ha aumentado de 5.000 FCA (7,5 euros) a 75.000 FCA (114 euros), mientras que la de 50 kilos de mijo pasó de 25.000 FCA (38 euros) a 95.000 FCA (144 euros)", lamenta Ag Siguidi.
"Es una auténtica tragedia. Productos como dátiles, leche en polvo, harina o arroz están casi agotados. Y lo poco que hay en el mercado está a precios disparados", confirma por su parte a EFE un responsable del ayuntamiento que reside en la ciudad pero prefiere no dar su nombre por temor a represalias.
Hospitales y farmacias, sin medicamentos
Los alimentos y otras ayudas que llegan a la población lo hacen en caravanas custodiadas por el Ejército maliense como parte de ayudas gubernamentales y de algunas organizaciones humanitarias, pero son insuficientes.
"Los hospitales y las farmacias no tienen medicamentos y miles de habitantes han huido a Argelia y Níger, así como a zonas más seguras del norte de Mali", afirma Ag Siguidi.
Más de 1.700 refugiados malienses, procedentes en su mayoría de Ménaka, han llegado en los últimos cuatro meses a la localidad de Assamaka, en el norte de Níger, escapando de la situación.
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Ag Siguidi, cuya organización gestiona la seguridad de Ménaka, insta a que el Estado maliense, gobernado por una junta militar desde 2020, intervenga con fuerza para garantizar la seguridad de las carreteras y permitir la llegada de comerciantes a la ciudad.
Un periodista y activista de la sociedad civil local, que también prefiere permanecer anónimo, estima que los ataques perpetrados en la provincia de Ménaka por los grupos terroristas se han cobrado la vida de 2.000 personas en dos años.
La violencia ha llevado a un control casi total de las tres circunscripciones de la región (Iniker, Adernboukare y Tidghmin) por parte del EI, según este activista.
Si bien la ciudad está gobernada por los grupos tuareg, su seguridad la lleva también el Ejército de Mali ayudado por mercenarios del grupo ruso Wagner.
Ideología en la región
Según el periodista, los militares se mantienen pasivos ante los eventuales ataques de los yihadistas a la localidad. En las fotos y vídeos que publica el EI de ataques a la periferia de Ménaka consultadas por EFE, aparecen habitualmente cadáveres de combatientes tuareg, pero no de militares malienses.
"El Ejército maliense, a pesar de su considerable fuerza, no ha respondido a las violaciones cometidas por el EI ni ha condenado estos crímenes, lo que ha generado críticas por parte de los movimientos locales leales", señala el activista.
Estos ataques a la ciudad son puntuales. Después de hacerse con el control de la región de Ménaka y asediar su capital, el EI se centró en organizar patrullas de seguridad en las localidades bajo su control y organizar mítines religiosos para imponer su ideología.
Mali atraviesa desde hace años una grave crisis de gobernanza y seguridad. Según la plataforma 'Armed Conflict Location And Event Data Project' (ACLED), que monitoriza la violencia en el mundo, en 2023 murieron 3.364 personas en el país por ataques de grupos no estatales y otras 2.244 a manos de fuerzas estatales. EFE