¿Dónde quedaron los DDHH para las potencias occidentales? Es urgente detener el genocidio en Palestina
Una vez más, los Estados Unidos y las potencias europeas le dan carta blanca a Israel para bombardear Palestina y continuar con los crímenes contra la humanidad y el genocidio que están llevando a cabo contra la población palestina desde hace décadas. Con cientos de niños, mujeres y ancianos asesinados bajos las bombas, uno se pregunta ¿qué pasó?, ¿dónde quedaron los derechos humanos para las potencias occidentales? ¿Qué valor tiene o seguirá teniendo la palabra humanidad?
Cada día nos dormimos y despertamos sabiendo que el horror no se detiene. Leemos, escuchamos más y más testimonios de espanto y dolor. Una vez más Israel aplica, cruelmente, en la indefensa población palestina que vive en esa cárcel a cielo abierto que es Gaza, muchas de las peores prácticas que como pueblo judío nos tocó vivir a lo largo de una historia de dolor.
La brutal y cruel masacre de civiles por parte de Hamas el pasado 7 de octubre, es un crimen que merece todo el repudio, como justicia y castigo a nivel internacional, pero eso no justifica en ningún momento la perpetración de otras masacres y el castigo colectivo que aplica en estos momentos Israel a la población palestina en Gaza y también en Cisjordania.
El sentimiento de impotencia al ver tanta maldad y crueldad, tanto silencio y complicidad por parte de los países que a nivel internacional podrían ejercer una real presión, no solo golpea, desprecia y descarta todo sentido de humanidad, también termina burlando y haciendo perder el sentido, para hoy y mañana, de toda la arquitectura del derecho internacional. Bajo el poder de la soberbia y ceguera de un gobierno criminal y de extrema derecha, que desde hace rato ha sido explícito en su voluntad de arrasar y exterminar a la población palestina, y la indiferencia de las potencias occidentales, el derecho internacional de los derechos humanos se hace añicos.
Con urgencia los gobiernos de Francia, Alemania, Inglaterra, Estados Unidos, deberían aplicar todas sus energías en detener ese genocidio. Denigrar y obviar una vez más el respeto de los derechos humanos y el derecho internacional con tal flagrancia, hará muy difícil seguir apelando por tales derechos en otros contextos y latitudes. La humanidad y el derecho internacional no puede terminar siendo un tema de simple cálculo, conveniencia e hipocresía, que se usa cuando conviene contra los adversarios, y se calla y esconde con los aliados.
Basta de crimen y opresión constante contra el pueblo palestino. Basta de asesinato de mujeres y niños. Basta de ocupación, apartheid y hacer del cotidiano de la población palestina un martirio. Basta de matar impunemente a las y los periodistas en Gaza y Cisjordania. Es hora de aplicar todos los mecanismos de la justicia internacional contra esos crímenes y ante toda masacre y castigo a la población civil. Ningún favor le hace al judaísmo, y a la lucha contra el antisemitismo y el racismo, el apoyar prácticas criminales por parte de Israel.
Al contrario, protegiendo impunemente ese accionar e identificando Israel con lo judío -una peligrosa y falsa equivalencia-, terminan favoreciendo la rabia y el odio a lo judío por parte de muchos que con justicia se indignan contra el estado Israel y su soberbia y falta de humanidad. En tal sentido, la misma comunidad judía no debería tolerar que en su nombre se violen los derechos humanos, sería un acto de mínima coherencia e integridad con los valores en favor de la vida, la dignidad y la diversidad que nuestra historia nos exige defender.
Por último, ¿qué esperanza le dejamos a una acción política pacífica y racional si dejamos impunes estos abusos de la fuerza, estas prácticas de exterminio que constituyen crímenes contra la humanidad? ¿Cómo podremos impedir actos desesperados si no hay camino posible ni esperanza, más que la fuerza brutal y ciega?
Países como Francia, que vieron nacer en su territorio las declaraciones por los derechos humanos que han constituido un horizonte de esperanza para construir un mundo mejor, no pueden seguir siendo cómplices del crimen que hoy se comete a la vista de todos.