Gabriel Salazar: "No queda otra opción que anular para eliminar este diabolismo político"
Gabriel Salazar Vergara (1936), Premio Nacional de Historia 2006, se ha destacado por sus relevantes investigaciones y por ser uno de los fundadores de la llamada Nueva Historia Social, que se centra en estudiar los sectores populares y no tanto las clases dirigentes. Sin embargo, también ha indagado en las élites, escribiendo libros tales como “Mercaderes, empresarios y capitalistas” y “Historia de la acumulación capitalista en Chile”.
-Qué opinión le merece este “Acuerdo por Chile”, para iniciar un nuevo proceso constituyente, acordado por la Cámara de Diputados en conjunto con el Senado y legitimado por el Ejecutivo?
-Esto se ha dado varias veces en la historia de Chile. Cada vez que los movimientos ciudadanos salen a la calle a exigir que haya un cambio del Estado. Una refundación del Estado, para que se desarrolle un proceso constituyente para cambiar la Constitución vigente. Cada vez que ha ocurrido eso, todos los partidos políticos se unen, se constituyen como un gremio, para defender los intereses que ellos tienen, para controlar y hegemonizar el aparato del Estado. Es más o menos la cuarta vez que esto ocurre en la historia de Chile.
-¿Qué diferencia este acuerdo con esos, del pasado?
-Esta vez no es distinto al pasado. Se unieron todos los partidos políticos. Te recuerdo lo que ocurrió en 1861 1862, dos o tres años después que se produjo la gran revolución constituyente, con lucha armada, con el Ejército del pueblo y todo. En 1859, exigían un cambio de la Constitución del 33, lograron derrotar al Ejército popular, en batallas campales, los políticos y el gobierno. Por eso el año 1862 se unen todos los políticos y acuerdan fundar el “Club de la unión”. Este Club ha sido siempre, simbólicamente, el aparato que une a todos los políticos por dentro en un gremio. Y ese gremio se hace real, solo y cuando la ciudadanía sale a la calle a exigir cambios profundos del aparato político. Eso es lo que está ocurriendo hoy. El “Acuerdo por Chile” no es sino la repetición de un hecho que ha ocurrido ya por lo menos cuatro veces en la historia de Chile.
-Al leer el “Acuerdo por Chile” se señala y se confirma reiteradamente que se va a redactar una nueva Constitución en democracia. Con bases democráticas. El ex presidente del Senado, Alvaro Elizalde, lo comunica sistemáticamente y en el “Acuerdo por Chile” aparece la misma confirmación: “Se dará inicio a un proceso constituyente, para redactar una nueva Constitución en democracia”. ¿Qué opinión le merece esto?
-Cuando las constituciones políticas de un país son ilegítimas, por la forma que se construyeron, sin participación ciudadana, los políticos se ven beneficiados por esa Constitución. A pesar de que es ilegítima, para ellos es legítima. En tanto alberga sus propios intereses de hegemonía sobre el Estado. Entonces, ellos hablan de democracia, sólo por el hecho de que existe una Constitución, que habla de democracia, pero que es ilegítima por nacimiento. Y si es por nacimiento, va a ser ilegítima hasta que muera. Entonces, ¿qué ocurre?… cuando nosotros hablamos de democracia, es una democracia real, que en Chile no existe. En Chile no ha existido nunca. Porque hemos tenido ya diez constituciones ilegítimas. Y vamos para la undécima. En consecuencia, nunca hemos tenido una democracia que permita que haya una participación real de la ciudadanía, en la construcción del Estado y, luego, en la participación de los ciudadanos, en los momentos en que haya que promulgar leyes para el bienestar de todos.
-¿Cómo le llamaría usted a esta apropiación del proceso constituyente por parte de toda la clase política sin ninguna participación de los pueblos de Chile?
-Bueno ¿cómo lo hicieron? Es en el fondo lo que te dije al principio. Esto no es democracia. Cuando una democracia se atiene a una Ley ilegítima, por más que digan que eso es democracia, no lo es, en un sentido profundo y en el sentido de la ciudadanía. Ellos controlan y monopolizan la Ley. Ellos crean la democracia, para después hablar de democracia, de lo que ellos hacen. Pero el monopolio de la Ley que partió, por el monopolio del proceso constituyente que dictó las bases para la nueva constitución verdad? Todo eso es pura ilegitimidad. Por eso la gente está enojada y por eso tú estás haciendo esta entrevista, para dar cuenta de esa ilegitimidad.
-¿Por qué se atreven a hacerlo así, abiertamente?
-Ellos creen que tienen el poder constituyente, que lo controlan… lo han dicho en todos los términos, de todas las formas. Han dicho “el poder constituyente radica en el parlamento". Y lo han dicho todos los que están ahora tratando de dictar esta nueva Constitución. Y eso no es una verdad histórica, ni es una verdad en términos teóricos y filosóficos porque el poder constituyente no radica en los representantes del Pueblo, sino en el Pueblo mismo. Eso es soberanía. La soberanía no se delega. La soberanía va a estar siempre donde está el pueblo reunido consigo mismo. Y estos señores no son más que los representantes que nosotros designamos, pero con el problema, no menor, que a los designados los elegimos sin mandato nuestro. Hemos estado 200 años eligiendo presidentes, senadores, diputados etcétera, sin mandato soberano, por lo tanto, hacen lo que quieren. Y creen que ellos son los dueños de la soberanía en este país. Eso es una usurpación. De ahí el rechazo que la gente siente por esta clase política. En todas las últimas encuestas, la de diciembre, por ejemplo, del año pasado, del CEP, Centro de Estudios Públicos, y la de la semana pasada, en la Universidad Católica, la encuesta bicentenario. ¿Qué dicen respecto del parecer de la ciudadanía de la clase política? El 96% de los ciudadanos rechazando a los políticos, porque no les tienen confianza. Y la encuesta de la Católica, la semana pasada, 98 y 99% de rechazo. Esta gente, es la más desprestigiada de todo Chile. El sector más desprestigiado de toda la República y, sin embargo, tienen la tupé de decir que controlan el poder constituyente. El prestigio del 98, 99% de la población que ha planteado esto, es equivalente al desprestigio de los delincuentes y de los traficantes. Pese a ello, tienen la tupé de decir “el poder constituyente es nuestro”. Entonces, se encerraron en un cónclave entre cuatro paredes, para dictar la Constitución, sin ninguna posibilidad de participación ciudadana. Nunca antes visto en la historia de Chile porque, en el pasado, por lo menos salían a ametrallar al pueblo. Ahora, cuando el Ejército ha dicho “no voy a salir a restablecer el orden público porque no es mi función” no les queda otra que hacer actitudes de diabolismo político, podríamos decir. Como lo que están ahí presentando públicamente. Es un caso único en nuestra historia.
-¿Entonces, según usted asevera, es el engaño más grande de la historia de Chile?
-Es un engaño descarado, público, evidente, grotesco, sin ninguna vergüenza. Las encuestas que ha hecho el CEP, que es de derecha, pero profesional, y la de la Católica, que es más o menos de centro, pero también profesional, coinciden en el 98% de rechazo a esta gente! Y no se dan por aludidos. Es sorprendente! Raya en lo ridículo.
-Es prácticamente el 100% de rechazo ciudadano, nulidad total...
-Claro, es la más grave crisis de representatividad política que ha tenido la historia del país. Casi el 100% de la ciudadanía está en contra de sus representantes políticos. Y estos no se dan por aludidos!
-Contra eso, ¿qué se puede hacer?
-Bueno, hace 200 años, como te decía que la ciudadanía ha estado votando para elegir Presidente y todo lo demás, sin mandato ciudadano. Es como si yo te dijera a ti: “Por favor, administra todos mis recursos, mi destino, mi futuro y te dejo libre de hacerlo como tú quieras. O sea, no te entrego mandato alguno. Tú haz lo que quieras conmigo... Llevamos 200 años en eso en Chile. ¿Qué ha significado eso? Que el pueblo, la ciudadanía, no ha podido participar en ninguna instancia estatal para deliberar y tomar decisiones. Porque ¿dónde participa realmente el pueblo? No participa directamente en el congreso nacional, porque eso debe ser representativo. Pero sí participa en lo local. En su comunidad. En su vecindario, en su comuna. Y resulta que la única institución política que podría recoger la soberanía popular, en su salsa, es decir, en la comuna, era y fue el cabildo. Y el cabildo, que era la instancia multi centenaria donde estaba alojada la soberanía popular, fue eliminada por Diego Portales en 1830. Y esos cabildos, autónomos y soberanos, se asociaban territorialmente, por provincia. Allí organizaban la Asamblea de los Pueblos libre, de la provincia de Concepción. O la asamblea de los Pueblos libre de la provincia de Coquimbo… habían tres provincias al principio. La soberanía popular, o sea, con participación ciudadana, activa, se daba en el cabildo y en las asambleas provinciales. Diego Portales suprimió ambas instancias. Nunca más, hasta el día de hoy, se han repuesto el cabildo o la asamblea comunal, la asamblea provincial o regional. Y resulta que, en el texto de la Convención Constitucional, que entregó el 2022, incluía la Asamblea comunal, la regional y la cámara de regiones, como le pusieron. Ellos propusieron eso. Instancias de participación ciudadana federada, piramidada, comunal, regional, nacional. Bueno, votamos contra eso. ¿Por qué?
-Pero se rechazó...
-Este es el problema. El pueblo ha estado en la calle desde 1830. El pueblo no ha podido hacer política desde instancias estatales, ni a nivel comunal, ni regional, menos a nivel nacional. Entonces, sólo le queda la calle. Y hemos estado 200 años haciendo política desde la calle. Por eso es que tú ves movimientos callejeros de protesta, que pelean con la fuerza pública, de destrucción, de rabia… y ahí, claro, sabemos mucho de política callejera. Somos maestros, como ciudadanos, en política callejera. No hallamos mejor manera de sacarnos de encima una rabia de 200 años que salir masivamente a las calles. Como, por ejemplo, el 18 octubre del 2019. Y ¿qué expresamos ahí? Pura rabia, pura esperanza, pero ningún plan concreto, porque no sabemos hacer política!
-¿Por qué no sabemos hacer política?
-Porque son 200 años que hemos estado en la calle. A la gente no le interesa ya la política, por eso es que rechaza en 98% a los políticos. No le interesa.
-¿Por qué no sabemos hacer política? A la gente le falta educación cívica, por ejemplo.
-Los historiadores ¿a qué se han dedicado? A hacer la política del Estado, de los políticos y los presidentes. No del pueblo. No sabemos ser soberanos!! Sabemos pedir, pliego de peticiones. Sabemos exigir, sabemos pelear, sabemos protestar, pero no sabemos ser soberanos! Es un producto de 200 años en la calle. No es que seamos tontos. No practicamos la política participativa, que es la verdadera política del pueblo, porque nos dejaron fuera!! (furioso).
-La gente se acostumbró a eso y no conoce lo que es ser soberano…
-Por eso es que votaron en contra a un proyecto constitucional, que era 10 veces mejor que la del 80. Y es probable que el 7 de mayo voten para elegir a cualquier “candidatito” para consejero constituyente, cuando lo que tendríamos que hacer es rechazar todo este proceso por ilegítimo.
-A su parecer, ¿cómo combatir este descaro?
-No hay que permitirlo. Tenemos que preguntarnos cómo hacemos para no permitir que este “chiste”, este sainete, no continúe. Es muy complicado, porque no sabemos ser soberanos y como aún no sabemos nada de la soberanía, entonces va a ser un proceso largo de aprendizaje. Este proceso de aprendizaje, que será entre 10 a 15 años más, se tiene que dar para que podamos definitivamente construir una alternativa a este sistema representativo fracasado. En este lapso de tiempo, naturalmente los políticos van a seguir flotando” en el Estado. Habrá seguramente uno, dos, tres, intentos más de los políticos por manejar ellos la situación hasta que nosotros aprendamos verdadera soberanía y mandemos a estos señores a su casa. Y buscar la auto representación ciudadana. Hasta que no aprendamos eso, yo creo que va a pasar un buen tiempo. Y creo que no hay que desesperarse por eso, porque es un proceso de aprendizaje natural. No nos queda otra! (levantando la voz).
-Don Gabriel, cuando lo entrevisté, el 19 de diciembre de 2019, el título de esa entrevista fue “Hay que eliminar a esta clase política ya”. Usted fue una especie de premonitor de todo lo que está ocurriendo ahora. ¿Qué le dice hoy al 90% de la ciudadanía desinformada? ¿Por lo que usted me está diciendo, se concluye que llamaría a anular el voto¿
-Pero si es lo más lógico! Porque si no estamos de acuerdo con este proceso, porque no tiene legitimidad alguna, tiene un grado enorme de grotesco, casi de ridículo. Si no estamos de acuerdo, ¿qué herramientas tenemos a mano? La única herramienta eficaz sería que fuéramos soberanos. Parar a estos señores, mandarlos a su casa, convocar nosotros a una asamblea constituyente ciudadana, libremente electa y nosotros dictar la ley. Pero no estamos preparados para eso. Durante 200 años nos alejamos, nos salimos de la política, nos mandaron a la calle y aprendimos a pelear desde la calle. Eso sí sabemos, pero eso (la calle) no significa saber construir el Estado que necesitamos. Ese es el problema. Entonces, ¿qué podemos hacer este 7 de mayo? Si no podemos hacer valer toda nuestra soberanía, no nos queda otra que molestarlos, ponerles zancadillas, lo más dolorosas posible para ellos.
-Como anular…
-Si nos abstenemos, que es lo que hacían los jóvenes en el pasado, no votarán. 65% de abstención ciudadana. Eso era crítico para los políticos, ellos impusieron el voto obligatorio. Les fue muy bien con el Rechazo. Y creen que les va air bien el 7 de mayo, pero se van a equivocar. El 98% de la gente no los quiere. Están a nivel de los delincuentes, en materia de prestigio público. Repito, ¿qué podemos hacer? No podemos abstenernos, porque nos van a aplicar una multa. Que no va a ser chica. Más encima, siendo un proceso absolutamente ilegítimo, que nos impongan una multa. Entonces, la abstención no sirve. Lo único que nos queda, como alternativa de protesta, es anular el voto.
-Derechamente, ¿usted llamaría a anular el voto?
-Yo no quiero dar instructivos ni nada. Yo estoy sacando conclusiones a partir de la historia de Chile, nada más. Yo hablo como historiador, no hablo como político.
-Pero usted señala que la única alternativa que nos queda, para deslegitimar este acuerdo grotescamente ilegítimo, es anular. Y para anular, se debe marcar una raya para abajo en todas las opciones de la papeleta, con un garabato, según usted señaló.
-Bueno, si quieren le ponen un garabato. Pero el punto es que si hay 98% de rechazo, según todas las encuestas, desde el 2014 hasta ahora. Casi el 100% en este año… si los estamos rechazando en esa proporción, ese porcentaje debería reflejarse, de alguna manera, en la votación del 7 mayo. La abstención no sirve. Elegir unos cuantos diputados de oposición, sean comunistas, de centro, de izquierda, de derecha, etcétera, da lo mismo. Anular el voto, permite sumar un rechazo parecido a ese 98% del rechazo a los políticos.
-Hay mucha gente “masa crítica” que quieren votar por la o el candidato del PC, por el o la del PS, del PPD etcétera. ¿Por qué dice usted que no sirve tampoco votar por ellos?
-Porque son militantes de partidos y están a la espera que les asignen alguna candidatura o un puesto en la burocracia pública. Probablemente esa es la situación. Y, por otro lado, hay mucha gente que no ha tenido el interés, y les encuentro toda la razón, de pensar en lo político, porque lo político en 200 años ha sido la misma cuestión. Entonces, van a votar de cualquier manera. Esto se justifica, porque, en realidad, la cultura política va de la mano con la capacidad del ciudadano para ser soberano. La única postura política que sirve para el ciudadano es su consciencia de soberanía. Todo lo demás no es cultura política soberana.
-Es lo que no existe en Chile, tal como usted lo ha recalcado.
-Eso es. Así es que con eso hay que contar para la próxima votación del 7 de mayo. El 98% de rechazo a la clase política debería reflejarse en la votación. Pero no va a ser igual al 98%. Por eso tenemos que eliminar todo el sistema.