Crítica de cine: “Agente Fortune: el gran engaño”
"Agente Fortune: el gran engaño" es la última película de Guy Ritchie, categorizada como comedia de acción. Durante la trama los personajes se mueven por distintos escenarios del mundo, lo que nos permite acceder a preciosas vistas panorámicas de diferentes paisajes.
Lamentablemente, ahí acaban las cosas destacables del filme. Con un guion muy básico, una trama llena de clichés y agujeros argumentales y una gran cantidad de estereotipos, Guy Ritchie queda muy corto. Es una película cuyo objetivo es entretener, y no logra con su cometido.
La película sigue a Orson Fortune, un agente del M16 que tiene problemas con el alcohol, una serie de fobias, y la misión de detener la venta de un arma capaz de controlar cualquier Inteligencia Artificial y, por lo tanto, potencialmente muy destructiva.
Para eso, trabaja con un equipo con diferentes habilidades, cada una menos creíble que la otra, y todas muy
convenientes para lo que la trama requiera. En el proceso, reclutan también -a la fuerza- a un actor famoso, Danny Francesco, a quien el villano de la película admira.
Antes las personas solíamos pasar por alto los estereotipos de género y de raza en las películas, porque el contexto social no lo exigía. Ahora es difícil ignorar esos detalles: en el equipo se cumple la “cuota de inclusión” con una mujer, el personaje de Audrey Plaza, y con un rol negro.
La mujer está hipersexualizada, empieza con un rol en que se destaca su inteligencia, pero eventualmente su único rol es la seducción. El personaje de raza negra es fuerte, usa bien las armas, y es totalmente secundario y sin ninguna relevancia para la trama.
Uno de los primeros errores del filme es generar falsas expectativas. La escena inicial es interesante: un plano de los pies de un personaje mientras sus zapatos suenan contra el suelo y el sonido, eventualmente, se mezcla con la música.
Las tomas interesantes no siguen, salvo por los paisajes que siguen siendo preciosos a lo largo de la película. La
música buena también desaparece. El título también es un poco confuso. Solo al principio se menciona el apellido del agente Fortune -yo salí de la película sin estar segura de cuál de todos los personajes era-, y la idea de “el gran engaño” tampoco es coherente con lo que pasa en la trama.
Es triste ver un grupo de buenos actores siendo desaprovechados por un mal guion. Lo mejor de la película es Hugh Grant, que hace un gran papel de villano y tiene algunas frases potentes, pero no logra compensar lo básico del humor y lo predecible de las ideas.
Este filme es por mucho uno de los peores de Guy Ritchie, y espero que no detenga a los espectadores que no lo conocen de ver sus producciones más antiguas y de mejor calidad.