Un grupo de amigos adolescentes sale de vacaciones, toman una serie de decisiones irresponsables, y terminan en peligro mortal. Esa premisa aplica a una enorme cantidad de películas de terror de los últimos años. La forma en la que se expresa el peligro mortal es lo que varía, y en el caso de Mar de sangre, el director James Nunn recurre al ya conocido tiburón asesino, que, si bien es un miedo arraigado para muchos, está ya suficientemente utilizado. La primera vez -y una de las últimas- que este tema fue enfocado creativamente fue por el gran Steven Spielberg, y esa es una vara que está demasiado alta. Para entrar al mundo del terror de criaturas marinas es necesario usar recursos nuevos para destacarse, y en eso esta película falla estrepitosamente.

Cinco jóvenes estereotípicos que vienen de Texas están celebrando sus vacaciones de primavera en la playa. Como parte de uno de sus juegos de rebeldía, se roban dos motos de agua con las que chocan, y terminan perdidos en el mar sin poder volver. Ahí, por supuesto, aparece el tiburón protagonista de la película, que va matándolos de a uno mientras ellos pelean entre sí, contra los elementos y por encontrar algún contacto con tierra firme. Los cinco protagonistas vienen de Texas, y esa es casi toda la información que tenemos de ellos: ni sus actuaciones, ni el desarrollo de sus personalidades, ni siquiera sus nombres son suficientemente memorables.

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La protagonista es una mujer blanca y castaña, que solamente se caracteriza por ser ingenua, crédula y buena persona. Su novio, rubio, musculoso y un poco tonto, la engaña con su mejor amiga, que es el estereotipo de la rubia hiper-sexualizada que pasa toda la película en bikini y no hace mucho más que eso. Fuera de eso, hay dos personajes bastante irrelevantes que mueren rápidamente y que no hacen nada que amerite mencionarlos. Aparece al principio de la película otro cliché del terror moderno: el loco del pueblo que advierte del peligro y al que nadie le cree. Cuando la protagonista va a comprar cervezas para sus amigos, un hombre en silla de ruedas le pide plata, le dice que un tiburón blanco le sacó las piernas, y le grita que tenga cuidado y que no vaya al mar. Todos lo ignoran, tanto que no vuelve a ser mencionado en toda la película. Este mismo personaje aparece en montones de filmes, y solo tiene sentido cuando se lo recupera en algún punto.

Desde el minuto uno de la película sabemos quiénes van a morir y quiénes no. También se ve cierta intención de decirnos quien merece morir y quien no, porque nuestra protagonista es la única que no quiere robar las motos, que es fiel y cariñosa y de quien incluso se ríen por ser excesivamente buena. Es una historia absolutamente predecible, en que los personajes no se desarrollan para nada y que se centra en mostrar las escenas del tiburón nadando en círculos y arrancando extremidades, repetitivamente.

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Lo único que destaco y agradezco de esta película -y que no es algo menor, considerando cómo funciona el terror moderno- es que no utiliza el recurso del jumpscare. Las escenas en que efectivamente aparece el terror, está reflejado en las reacciones de los personajes y en la música, pero no aparecen sonidos fuertes y sobresaltos. Eso hace que la película no sea tan desagradable de ver. De cualquier forma, el hecho de no tener recursos de este tipo no es en ningún caso mérito suficiente como para recomendar esta película, que no asusta, no genera ningún tipo de reflexión, y tampoco entretiene. Es una película de la que probablemente mañana no me voy a acordar.

• Vea el tráiler acá:

https://youtu.be/xgpsXRk-SrM

Ficha técnica

Título original: Shark Bait

Director: James Nunn

Estreno: 2022

Distribución: Market Chile

Duración: 87 minutos

Elenco: Holly Earl, Catherine Hannay, Jack Trueman, Malachi Pullar-Latchman, Thoman Flynn

País: Reino Unido

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Artículo publicado en alianza con Culturizarte.