¿Cómo abordaremos el envejecimiento progresivo de la población?
En el contexto de discusión del presupuesto de la nación, se hace necesario considerar los requerimientos de la ciudadanía, y analizar cómo la política se hará cargo de estas necesidades. Un aspecto que no debe pasar inadvertido es el cambio en la composición de nuestra pirámide poblacional, cuya distribución dejó de ser progresiva, y tiende a una regresiva.
En Chile —según cifras de la División de Población de la CEPAL (CELADE)— hay un total de 3,3 millones de personas de más de 60 años (17% de la población total del país) y se espera que en el próximo decenio alcanzará un 25% de los habitantes. Recientemente el INE proyectó que uno de cada tres chilenos será mayor de 65 años hacia el año 2030. Este cambio posiciona a Chile como la nación de América Latina con mayor proporción de personas mayores.
En el último siglo las expectativas de vida han ido aumentando paulatinamente a una tasa de casi cinco años en cada década. Sin embargo, el aumento en expectativas de vida trae consigo un aumento de las enfermedades que están asociadas al proceso de envejecimiento, muchas de estas son crónicas y generan una tensión en los sistemas de salud que no están preparados para un aumento de demanda de este nivel.
Enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), que aumentan su prevalencia a medida que envejecemos.
Actualmente el modelo de política pública existente en salud es uno más reactivo que preventivo, pues el uso de los recursos en salud está enfocado en “curar” enfermedades en contraposición a un modelo que busque prevenir la aparición de enfermedades el cual en el contexto de población que envejece puede ser una buena respuesta a la presión que se pone sobre el presupuesto de salud. Ya existe evidencia internacional que ha cuantificado el impacto de extender los años de vida sana, y cómo esto puede generar grandes ahorros en los presupuestos de la nación, que ciertamente, podrían ser utilizados para favorecer otras demandas expresadas por la ciudadanía.
Es de suma importancia tomar conciencia de la mayor esperanza de vida que tenemos en la actualidad y aumentar el presupuesto público que existe para políticas enfocadas en mejorar la forma en que los chilenos están envejeciendo. Mantener las capacidades físicas y mentales de nuestros compatriotas requiere un esfuerzo no sólo individual, sino colectivo. No tenemos que esperar a que los chilenos lleguen a la tercera edad para preocuparnos de esto. Cada peso invertido en prevenir la aparición de enfermedades se multiplicará en unos años más, y generará recursos para el Chile del futuro.