A propósito del 12 de octubre: enseñar el conflicto de la Araucanía
En una nueva conmemoración del denominado “Descubrimiento de América”, siempre es necesario reflexionar sobre la significancia de esta situación histórica y las implicaciones que se mantienen en el presente de este proceso de encuentro/desencuentro entre dos mundos, aparentemente distintos y muchas veces autopercibido como opuestos. Pues en él podemos visualizar diferentes patrones históricos, que con distintos énfasis y circunstancias parecen repetirse a lo largo del tiempo, explicando fenómenos de gran controversialidad en nuestra historia, los que en su génesis mantienen la lógica de encuentro/desencuentro, al igual que cuando los españoles llegaron a América, representando la civilización del mundo europeo versus la barbarie que significaba el mundo precolombino. Idea que a fines del siglo XIX, de la mano del orden y del progreso, se convierte en justificativo para el avance territorial del Estado chileno sobre las tierras del pueblo mapuche.
En este sentido, una temática tan relevante y controversial para el desarrollo de nuestra historia nacional, cuya significación permite entender el presente de nuestra sociedad, el conflicto de la ocupación militar de la Araucanía a fines del siglo XIX es interesante de mirar no solo desde diversas perspectivas históricas, políticas, económicas, sociales, geográficas y culturales, sino que también educativas, ya que es un tema público socialmente relevante que debiese tener un sitial en nuestras aulas escolares, porque este es el espacio propicio para entregar a las y los estudiantes herramientas necesarias para comprender el conflicto. Se pretende que el debate, la contrastación de evidencia y la tolerancia frente a opiniones divergentes, sean ejes estructurales del proceso de enseñanza-aprendizaje, para de esta manera contribuir al encuentro, evitando los fenómenos de radicalización social producto de las diferentes interpretaciones que la población hace de los hechos.
La escuela, por medio del trabajo de múltiples perspectivas, debe facilitar y promover los procesos de reconciliación social, entendiendo que la ocupación de la Araucanía fue una política de Estado que afectó profundamente a la sociedad mapuche. Así como también analizando las implicancias de ese pasado traumático en el presente, con el fin de reflexionar sobre el valor de la diversidad cultural en la construcción de la identidad y fortalecer los procesos de encuentro al interior de nuestro país.