Sobregiro ecológico: ¿son los párvulos quienes salvarán el planeta?
No deberíamos sentir orgullo ni mucho menos celebrar. Una vez más Chile, y durante tres años consecutivos, lleva la delantera en alcanzar tempranamente, en forma anual, el sobregiro ecológico (15 de mayo, 2022; 17 de mayo, 2021; 18 de mayo, 2020). Esto sin mencionar que, entre los países latinoamericanos, también gozamos del primer lugar en agotar nuestra biocapacidad (Brasil, Bolivia y Paraguay lo “logran” en julio, Perú y Venezuela, en septiembre),
Así , el 28 de julio se celebró el Día del Sobregiro de la Tierra para este año 2022, que no es otra cosa que el llamado urgente del planeta indicando que “ya hemos gastado todos los recursos que puede regenerar en un año", lo que equivale a habernos gastado el sueldo del mes en la quincena. Sin embargo, esto no se trata de nuestro sueldo: se trata del escenario insostenible que hemos generado, agotando los ecosistemas naturales a pasos agigantados. De hecho, la Global Footprint Network nos enrostra que estamos haciendo uso de la naturaleza 1,7 veces más de lo que ella puede regenerarse.
En esta línea, la educación para el desarrollo sostenible presenta grandes desafíos, no sólo medioambientales, sino también levantando prioridades relativas al logro de un futuro que condescienda en armonía y equidad, tanto ecológica como social. Sin duda son variados los factores que intervienen en la realidad del sobregiro ecológico y las desigualdades sociales en el mundo, por lo que la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) desde la primera infancia es fundamental.
Si bien la EDS ha sido relacionada con las percepciones y creencias personales de cada quien, es necesario reflexionar como sociedad la formación otorgada a través de nuestros actos a las futuras generaciones, respecto de comportamientos ético-medioambientales y valores que empaticen con el entorno del cual somos todos responsables.
En Chile, las Bases Generales del Medio Ambiente (Ley N° 19.300, 1994) buscan la formación de ciudadanos que cultiven valores y habilidades que permitan un trato respetuoso con el medio biofísico y social. Sin embargo, y en virtud de los resultados que hemos logrado, pareciera que esto no es suficiente; se requiere cambiar prácticas de jóvenes, más aún de adultos, frente a la protección de la naturaleza contra la explotación indiscriminada de nuestros recursos y el desenvolvimiento empático entre los seres humanos.
Esto resulta de suma relevancia dado que hay variadas investigaciones (Öztürk & Pizmony-Levy, 2021; Pramling et al., 2019; Siraj-Blatchford, 2016) que indican que la formación en EDS en la primera infancia es una potente herramienta para cambios en la sensibilidad hacia nuestro ecosistema. A esa edad temprana, son capaces de modificar comportamientos en sus familias y estas en su entorno. Desde este punto de vista, el análisis del currículo que se imparte en la formación de las primeras edades resulta pivotal, y primordialmente aquel currículo que poseen las instituciones de educación superior para la formación de profesores en este nivel educativo.
¿Cuán preparados están nuestros educadores de primera infancia para formar bajo un rol activo crítico-reflexivo sobre educación sostenible? Sin duda, debemos apostar por la formación de futuros ciudadanos como seres humanos integrales, sensibles, conocedores de la realidad de nuestro planeta antes que el tiempo se nos acabe. La formación en EDS desde la primera infancia es una oportunidad para ello.