“Diplomacia turquesa” y corredor marino de Alaska a Patagonia

“Diplomacia turquesa” y corredor marino de Alaska a Patagonia

Por: Juan Carlos Viveros | 14.06.2022
Ser “líder turquesa”, con este hermoso proyecto de corredor de la vida en el gran Pacífico, obliga al gobierno de Chile a resolver primero (aunque sus predecesores no lo hicieron) la expansión salmonera y, como un mínimo, su salida de las áreas protegidas.

Desde las lejanas islas de los archipiélagos patagónicos recibimos bien, a primera vista, el anuncio de una nueva “diplomacia turquesa”, producto del azul (maritorios) y verde (territorios) y apoyaremos, siempre y cuando termine con la forma extractivista de tratar a la naturaleza y traiga soluciones a lugares en conflictos socioambientales y zonas de sacrificio.

El complejo momento planetario de emergencia -probable colapso climático y ecológico- así lo ameritan. En medio de una sexta extinción masiva de especies que amenaza con extinguir nuestra propia especie humana, sólo el trabajo en conjunto sector público, sector privado y sociedad civil pueden dar resultado; de lo contrario, los anuncios sólo serán manifestaciones de buenas intenciones, gatillando nuevos estallidos sociales, los que ahora serán climáticos y ecológicos.

Sorpresa trajo también el anuncio del Presidente Boric, desde la Cuenta Pública y luego en medio de la Cumbre de las Américas, donde Chile se compromete a liderar la creación de corredores marinos protegidos desde Alaska hasta nuestra Patagonia, un maritorio existente por millones de años y que evidentemente sobrepasa los límites entre países, formando ecosistemas interconectados e interrelacionados de imposible separación.

Al igual que con la “diplomacia turquesa”, pedimos precisión. No se puede seguir levantando expectativas de cambios sin que estos tengan planes de acción, mecanismos concretos y den cuenta del complejo momento presente que vivimos quienes habitamos el otrora prístino maritorio insular, de fiordos y canales desde Chiloé a Magallanes, hoy saturado por una industria acuícola, en particular salmoneras, que están impactando severamente lugares que son (¿o eran?) de esperanza para la biodiversidad del planeta, en lo medioambiental y cultural (genocidios chono, yagan, kawesqar).

Ser “líder turquesa”, con este hermoso proyecto de corredor de la vida en el gran Pacífico, obliga al gobierno de Chile a resolver primero (aunque sus predecesores no lo hicieron) la expansión salmonera y, como un mínimo, su salida de las áreas protegidas. Y que no nos “caricaturicen” con que estamos contra el progreso o el crecimiento.

Las organizaciones socioambientales de nuestra Patagonia somos partidarios del desarrollo y empleo, pero de otra manera: sostenible y a escala humana. Mientras sigamos creyendo que se puede explotar y dañar al planeta, justificando con empleos, tendremos que prepararnos para la auto extinción: desapareceremos trabajando.

Invitamos al gobierno a impulsar un Gran Corredor de Conciencia para la Patagonia, donde el turismo, pesca artesanal, ciencia, la pequeña acuicultura de especies nativas -desde el respeto a nuestras culturas ancestrales- tienen un lugar protagónico como motores para un “desarrollo turquesa”, en azul y verde.

Si el Estado de Chile ha sido quien permitió y luego fomentó el actual modelo que nos está devastando, es hora que el mismo Estado lo solucione, en lo cual estaremos.