“Diplomacia turquesa” y corredor marino de Alaska a Patagonia
Desde las lejanas islas de los archipiélagos patagónicos recibimos bien, a primera vista, el anuncio de una nueva “diplomacia turquesa”, producto del azul (maritorios) y verde (territorios) y apoyaremos, siempre y cuando termine con la forma extractivista de tratar a la naturaleza y traiga soluciones a lugares en conflictos socioambientales y zonas de sacrificio.
El complejo momento planetario de emergencia -probable colapso climático y ecológico- así lo ameritan. En medio de una sexta extinción masiva de especies que amenaza con extinguir nuestra propia especie humana, sólo el trabajo en conjunto sector público, sector privado y sociedad civil pueden dar resultado; de lo contrario, los anuncios sólo serán manifestaciones de buenas intenciones, gatillando nuevos estallidos sociales, los que ahora serán climáticos y ecológicos.
Sorpresa trajo también el anuncio del Presidente Boric, desde la Cuenta Pública y luego en medio de la Cumbre de las Américas, donde Chile se compromete a liderar la creación de corredores marinos protegidos desde Alaska hasta nuestra Patagonia, un maritorio existente por millones de años y que evidentemente sobrepasa los límites entre países, formando ecosistemas interconectados e interrelacionados de imposible separación.
Al igual que con la “diplomacia turquesa”, pedimos precisión. No se puede seguir levantando expectativas de cambios sin que estos tengan planes de acción, mecanismos concretos y den cuenta del complejo momento presente que vivimos quienes habitamos el otrora prístino maritorio insular, de fiordos y canales desde Chiloé a Magallanes, hoy saturado por una industria acuícola, en particular salmoneras, que están impactando severamente lugares que son (¿o eran?) de esperanza para la biodiversidad del planeta, en lo medioambiental y cultural (genocidios chono, yagan, kawesqar).
Ser “líder turquesa”, con este hermoso proyecto de corredor de la vida en el gran Pacífico, obliga al gobierno de Chile a resolver primero (aunque sus predecesores no lo hicieron) la expansión salmonera y, como un mínimo, su salida de las áreas protegidas. Y que no nos “caricaturicen” con que estamos contra el progreso o el crecimiento.
Las organizaciones socioambientales de nuestra Patagonia somos partidarios del desarrollo y empleo, pero de otra manera: sostenible y a escala humana. Mientras sigamos creyendo que se puede explotar y dañar al planeta, justificando con empleos, tendremos que prepararnos para la auto extinción: desapareceremos trabajando.
Invitamos al gobierno a impulsar un Gran Corredor de Conciencia para la Patagonia, donde el turismo, pesca artesanal, ciencia, la pequeña acuicultura de especies nativas -desde el respeto a nuestras culturas ancestrales- tienen un lugar protagónico como motores para un “desarrollo turquesa”, en azul y verde.
Si el Estado de Chile ha sido quien permitió y luego fomentó el actual modelo que nos está devastando, es hora que el mismo Estado lo solucione, en lo cual estaremos.