¿Presidente Boric se va al Barrio Yungay? ¿Sería mejor a Concepción?
La discusión sobre regionalismo y descentralización posee una dimensión olvidada, que corresponde a entender las razones que motivan la concentración de la población de Chile en las regiones de Valparaíso, Metropolitana y O’Higgins. Entre ellas tres suman el 57% de la población nacional estimada al año 2021, donde sólo la Región Metropolitana representa al 42%. Esta concentración se explica como consecuencia de la inexistencia, por décadas, de una política territorial vinculante, que ordene el crecimiento de las ciudades y sus sistemas de actividades asociado.
En parte, la inexistencia de una política de Estado se debe al rol asignativo entregado a una economía extrema de mercado que determina muchas de las decisiones económicas relacionadas con la concentración urbana. En este modelo, la interacción entre oferta y demanda determina los intercambios económicos para empleo, salud, servicios, vivienda y educación, sin mitigar ni sus fallos ni externalidades, pero, más importante aún, sin regular directamente sus límites.
Un ejemplo claro de la operación del mercado laboral y concentración urbana son los empleos públicos. Basta revisar la página web de demanda de trabajadores del Fisco para comprobar que la mitad son demandados en la Región Metropolitana. Cabe notar que, en este mercado, la demanda de trabajo la genera el Estado mientras que la oferta es generada por los trabajadores.
En educación superior, la oferta de vacantes en carreras universitarias en las regiones de Valparaíso y Metropolitana supera al total de las ofertadas en carreras de todo el resto del país. Cada año miles de nuevos estudiantes cambian su domicilio para acceder a educación variada y de calidad, asociada a estos centros urbanos; la fuga de capital humano desde los territorios a los centros educacionales termina empobreciendo en esta dimensión a las regiones.
Otro ejemplo claro de la ventaja comparativa que presenta una urbe concentrada se manifiesta por la decisión (de mercado) de una farmacéutica china a la instalar su primer laboratorio de vacunas en la comuna de Quilicura. Entendiendo que en Chile no existen instrumentos de planificación territorial estratégicos, ¿cómo se podría incentivar este tipo de industrias en Valdivia, Antofagasta o Constitución? La respuesta está en la desconcentración y una política nacional de equidad territorial.
Finalmente, otro tema relevante, y que es desafío para el nuevo gobierno, se genera con la migración. Este fenómeno global, que se observa en Chile en forma creciente, produce externalidades positivas y negativas, una de las cuales es la concentración de migrantes, que ocurre mayoritariamente en las ciudades, por la señal de precio que generan los empleos mejor pagados del sector privado. Sin embargo, en su problemática no existen iniciativas de planificación pública para concursar u ofrecer proyectos de poblamiento rural. Un ejemplo concreto es la ausencia de población en una amplia zona geográfica austral, donde existen fiordos, islas y un continente desmembrado que por casi 300 kilómetros ofrece paisaje, flora, fauna y emplazamientos con vocación de turismo y economía verde, pero en los cuales habitan no más de 200 personas de forma permanente.
La concentración de la población en centros urbanos tiene múltiples razones, algunas de tipo geográfica, climática, social y principalmente económica. En este aspecto, y en el largo plazo, la inacción del Estado y la sociedad contribuirá a aumentar los problemas derivados de esta excesiva concentración.
Una señal de regionalización potente y efectiva puede ser el traslado definitivo del Poder Ejecutivo a la Región del Bío Bío. Esta idea, presente desde el tiempo de la Independencia de Chile, tiene hoy múltiples beneficios (como también costos) y probablemente oposición de las fuerzas conservadoras del centralismo, que han provocado la asfixiante realidad que experimentamos hoy. ¿Es esta idea inútil? No, pero probablemente es materializable en el largo plazo y no en el gobierno entrante, pero es necesario iniciar hoy la discusión y forjar la ruta referente a cuáles son las decisiones estratégicas del país, esta vez definidas por el Estado y no por el mercado.
El traslado del Ejecutivo a Concepción es una aspiración penquista de largo aliento, que retoma fuerza con los problemas derivados de la concentración de Santiago y del inminente colapso hídrico que puede sufrir la cuenca del Maipo, tanto por la sequía como por el uso del agua resuelto por las fuerzas del mercado. Hoy los medios de transporte, las telecomunicaciones digitales y la voluntad política puede hacer realidad un sueño republicano, pero también es una fuerte señal para regionalizar, descentralizar, reducir la desigualdad territorial y hacer una trasformación estratégica para el desarrollo del país y de nuestras regiones.