Carrumba (Cholomandinga), el comandante número 8
Conocí a Claudio “Carrumba” Álvarez hace 20 años. Con Santo Barrio, nuestra banda, ya teníamos seis años como grupo y veníamos llegando de nuestra primera gira a Alemania.
Nos habían invitado a tocar a un evento de las Escuelas de Rock en la explanada de Matucana 100, cuando aún no existía el anfiteatro de Matucana y aquello era solo cemento y concreto. Fue en el verano del 2002. Y ahí estuvimos poniéndole rock y alegría a la jornada y a un espacio que, entre todos, había que dinamizar. Estuvimos La Floripondio, Santo Barrio y Tumbo y los Cholomandinga, la flamante banda de Carrumba.
Ellos venían desde Concepción y se habían forjado en los talleres de las Escuelas de Rock en el Biobío. Los directores de las escuelas apostaban por ellos.
Eran sorprendentes estos “Cholos”, tenían fuerza, personalidad, onda. Y en gran parte se debía al talento, la creatividad y al carisma de Carrumba, su vocalista, el “Comandante número 8”, un flaco singular, de pelo largo, collares, barba y aspecto hippie que lanzaba divertidos y provocadores textos junto a su banda.
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Eran letras cargadas de hilarantes referencias a la contingencia, chilenas y con humor. Era imposible verlos o ver a Carrumba sin entretenerse y reírse.
Carrumba entraba y se paraba en el escenario, frente al micrófono, la gente lo miraba y el mismo decía: “Puta que está cagado Charly García”. La gente estallaba en risas, era genial, eran geniales realmente. Disfrutamos cuando los conocimos.
El vínculo de ellos, como banda proveniente de las escuelas y el de nosotros como grupo amigo de estas, más la participación de ambas bandas con el naciente Sello Azul, fundió nuestros caminos. Tuvimos a un mismo productor musical, ellos para su primer disco, nosotros para el tercero, el venezolano Gelson Briceño. Ambas bandas grabamos en los estudios Batuke de Joe Vasconcellos.
Pero no solo nos unieron escenarios, productores, músicos inspiradores, carreteras o estudios. También existió una identificación artística, una admiración y cariño mutuo.
Carrumba vio a Santo Barrio el 97 en Concepción, su ciudad. En esa época, él era un estudiante de periodismo y un melómano empedernido, disfrutaba de la explosión del rock chileno de los 90. Nos fue a ver al bar “Cariño Malo”. Años después Carrumba – generoso como era -me regaló un texto donde narra cómo fue ver a Santo Barrio en Concepción.
Escribió Carrumba: “La primera vez que vi a Santo Barrio fue en el Cariño Malo, en Conce, a finales de los 90. Encontré la raja la banda, no había visto nunca una banda de ska y fue justamente esa tocata la que insidió para que Cholomandinga insistiera en el ska y a su vez, en la entrada de los vientos a la banda.
El hueveo fue increíble, me la vacilé toda y quedé como piojo junto a una mina que jamás me acordé. Después los vi en la tele y me gustó mucho el asunto de los bongoes más la frase: Rosita quiere ser una porno star, la que emula a Pánico, otra gran banda chilena. En resumen, Santo Barrio es una banda que me influenció y estamos orgullosos de tener una fuerte amistad y que nos consideren como banda hermana”, dijo. Y efectivamente eso fueron ellos para nosotros: músicos hermanos a los que quisimos y queremos mucho.
Inspirados, en parte, en nuestro trabajo, pero poniéndole su propia impronta y “enjundia”, los Cholos se la jugaron por un concepto musical ecléctico, que integraba distintas corrientes: el rock, el funk, el ska, el reggae y por supuesto, lo chileno y lo latino.
Un concepto musical y lírico mestizo que a nosotros nos aproximaba mucho a ellos. Esa fue su apuesta y creo que lograron su objetivo, armaron una banda potente y original, un grupo que, en esa diversidad de referencias, encontró su identidad y así no tardaron en hacerse eco en los medios y en convocar público. Fueron una banda potente e interesante.
Compartimos varias veces en las Fiestas de la Cultura del Parque Forestal. También hicimos memorables shows juntos Cholomandinga, Sinergia y Santo Barrio, en la época del Sello Azul, en las salas SCD.
Cumbres Mestizas se llamaron luego los eventos que organizamos Cholomandiga con Santo Barrio. A Pato González de las Escuelas de Rock le gustaba el nombre, decía que sintetizaba el camino musical que ambas bandas habíamos elegido. Esos eventos sellaron la amistad entre los Cholos y Santo.
Las cumbres fueron un éxito y a los eventos integramos a Guachupé, Monkeyman, Sonora de Llegar y Drakos, que se sumaron con muchas ganas; todos creíamos en el mestizaje como idea y la gente la pasaba bien.
Nosotros admirábamos a los Cholos y Carrumba nos parecía genial, tenía una sensibilidad y una personalidad única, era un gran frontman y su humor, como digo, era maravilloso; recuerdo que en una época Carrumba usaba una foto de Guaripolo, el personaje de 31 Minutos, como foto de perfil en sus redes. Cuando vi eso no lo podía creer, y es que en realidad ¡se parecía mucho! Insisto, su capacidad para bromear incluso consigo mismo, era notable.
Mientras escribo esto se me vienen imágenes y sonidos a la cabeza, pienso en ese show en Matucana 100, recuerdo conciertos en La Batuta, en la sala SCD del Mall Plaza Vespucio, en el Moes Pub, en La Serena y en un naciente Galpón Víctor Jara. Se me vienen también canciones a la memoria: El Opio del Pueblo, Narigón, Era Veneno, La Exótica, Dale Guacho, El Cuentero, La Marihuana, pienso también en El Partido, un tema que Carrumba escribió inspirado en el “La persecución del poema y la poesía según mi padre conmigo jugando fútbol”, de Mauricio Redolés. Carrumba respetaba a sus referentes y dejaba que esas influencias se expresaran.
Con su banda y luego como solista, Carrumba le dedicó versos a los artistas, las ciudades y los pueblos que conoció, era común encontrar en sus temas citas a Concepción y a sus comunas aledañas, al norte, a San Pedro de La Paz, él era y fue así, un hippie, mochilero, viajero, un ser nómade y aventurero. Vivió en Concepción, también en Santiago, luego se fue al Cajón del Maipo (donde se ligó a la causa de No Alto Maipo) y actualmente vivía en El Quisco. Amaba esos rincones, la naturaleza, amaba a Chile, a sus músicos y creadores. Vibraba con Víctor, con la Violeta, quería a Joe Vasconcellos, tanto como nosotros. Honraba también a los músicos de la región del BioBío, su región; hace poco había grabado un homenaje al dúo folk de los ochenta Neumáticos en Llama y su tema “Nena”, una versión generosa en emoción.
Gracias, Carrumba, por tu talento, carisma y generosidad. Gracias por tu sencillez, compromiso social y amistad. Gracias por tantos buenos momentos, por habernos dado fuerza, inspiración, ánimo, por presentarnos a músicos geniales como el bajista Flaco Lara o los increíbles Mauricio Lermanda (Chazcón) y Daniel Carmona (trombón) que tocaron con nosotros. Gracias por cantar y grabar en el tema “La Favorita” de Santo Barrio, gracias por grabar con Gandjarvas. Pero, sobre todo, gracias por ser tú, por tu música, tus letras, tus canciones, y tu espíritu; tu temprana partida nos apena, nos duele, nos golpea. “La luna te está llorando, son heridas de Latinoamérica”. Sin embargo, estoy seguro que los poetas que bautizaron el litoral donde te fuiste, te recibirán con música y poesía. Y que, desde allá, podrás ver, finalmente, “la luna brillando el mar”.