María Elisa Quinteros y su rol en la CC: "No me acomoda, pero asumo con responsabilidad"
A estas alturas no necesita mucha presentación. En una noche pasó de ser una de las convencionales más inadvertidas a convertirse en el nombre más pronunciado, buscado y solicitado de la Convención Constitucional. María Elisa Quinteros (Talca, 1981) encabeza la recta final del proceso constituyente acompañada de su dupla, el vicepresidente Gaspar Domínguez. Ambos tienen en común que proceden de regiones, son independientes, activistas por distintas causas, pertenecen al área de la salud y tienen menos de 40 años.
Quinteros es odontóloga de profesión y doctora en Salud Pública de la Universidad de Chile. Trabajó también como investigadora en la Universidad de Talca e integró la red de medioambiente del Maule. Con el estallido social se unió a la Asamblea Popular por la Dignidad, a través de la cual se presentó como candidata a constituyente por el distrito 17 (Valparaíso, Viña del Mar, entre otras comunas). Una vez en electa, se asoció al colectivo Movimientos Sociales Constituyentes (MSC), desde el cual ha sido coordinadora de la Comisión de Ética e integrante de la de Derechos Fundamentales. Este mismo martes solicitó un cambio para integrar la Comisión de Forma de Estado, Ordenamiento, Autonomía, Descentralización, Equidad, Justicia Territorial, Gobiernos Locales y Organización Fiscal.
La flamante presidenta conversa a través de Zoom con El Desconcierto, desde su oficina de la Convención. Cuenta que, si bien el nuevo rol “no le acomoda” porque implica mucha exposición, y “no está acostumbrada a eso”, lo asume “con responsabilidad”. Abandonar la segunda línea supone un nivel mucho mayor de implicación: ”No puedo salir ni al café, ahora porque siempre hay cosas que hacer”. Reconoce que algunos de los déficits de la Convención, como en materia comunicativa, tienen que ver con la falta de presupuesto, pero, pese a ello, –dice– “tenemos que avanzar con lo que hay”. Habla de la necesidad de que en esta segunda etapa prime "el bien común y los acuerdos de las grandes mayorías”, por encima de las propias siglas o identidades, y desliza los puntos que pueden llegar a ser más controvertidos en el debate de las normas constitucionales.
Sobre una eventual reunión con el presidente Sebastián Piñera en La Moneda, no la descarta “si tiene algún sentido la visita”, porque “si se trata de un encuentro protocolar, no tenemos tiempo”, afirma. La tarde de este martes se conoció que desde la Secretaría General de la Presidencia se envió un oficio al órgano, con el fin de organizar reuniones con el Ejecutivo y organizaciones quincenales con Segegob. La entrevista fue realizada antes de darse a conocer esta noticia y la propia presidenta no tenía conocimiento de este oficio.
[caption id="attachment_715288" align="alignnone" width="1024"] / Foto: Mafalda Rissetti Zúñiga[/caption]
¿Esperaba que el voto número 78 procediera de un convencional RN, a pesar del vínculo que tenía con Luciano Silva tras haber coincidido en la Comisión de Ética?
No me esperaba el resultado en primera vuelta. Todo el mundo se acercó a conversar conmigo, sobre todo el Frente Amplio y el Partido Socialista, y me dijeron que en segunda vuelta iban a votar por mí. Entonces me quedé tranquila, pensando que en primera vuelta necesitaban respetar sus propios acuerdos. Me sorprendió que el resultado saliera a la primera. Mi nombre puesto al servicio del colectivo había sido de consenso la noche anterior, por lo que sabíamos que estaba la posibilidad de apoyo, pero pensé que iba a ser en la segunda vuelta.
¿Antes de esa noche, nunca se mencionó su nombre?
No, yo nunca pensé en ser presidenta porque hay demasiada exposición pública en este cargo y yo vengo de un mundo más de datos, del trabajo de análisis y desarrollo de pensamiento científico. Es un rol que no me acomoda, pero que asumo con mucha responsabilidad.
Entonces para llegar ahí debe de haber hecho su propio proceso interno…
Sí, porque este cargo no tiene que ver con los personalismos, no tiene que ver con María Elisa, tiene que ver con servir a los pueblos de Chile apoyando con las capacidades que una tenga. El foco es en lo colectivo, en el bien común y la representación de las voces que nos tienen tratando de levantar una nueva propuesta de Constitución.
Una de las debilidades que han identificado en la primera etapa de la Convención tiene que ver con la falta de comunicación y la poca pedagogía en explicar lo que se está haciendo en el ex Congreso, que no es fácil: las normas son complejas, el sistema de votación, los nombres de las comisiones son largos y se confunden, etc. ¿De qué manera piensan acercar la segunda parte del proceso a la ciudadanía?
Lo primero es no perder el sentido de realidad porque hasta para mí son un enredo los nombres de las comisiones. Si mantenemos el sentido de realidad podemos apoyar en la estrategia comunicacional. Sin embargo, tenemos una Secretaría de Comunicaciones que está encargada profesionalmente de comunicar e informar de manera adecuada y también tenemos una Comisión de Participación y otra de Participación Indígena encargadas de desarrollar la metodología y el material para poder informar, sobre todo, en educación cívica. Estas unidades aparecieron ahora, cerca del segundo tiempo de la Convención, no contábamos con ellas al inicio. Este segundo escenario nos facilita un poco más la labor comunicativa.
También han mencionado como posibilidad ocupar más redes sociales, radios comunitarias y otros espacios. Sin embargo, hay gente que no está en estas plataformas, no se conectan ahí. ¿Cómo han pensado llegar hasta estas personas?
El primer día que asumimos, con el vicepresidente, mantuvimos una reunión con la Secretaría de Comunicaciones y establecimos esta misma necesidad. Ambos venimos de lugares rurales y con experiencia de trabajo en terreno, en la calle. Lo primero que hicimos fue empezar a contactar a las radios comunitarias, medios independientes y radios locales porque sabemos que la radio es uno de los medios que acompaña a las personas todo el día. La Secretaría de Comunicaciones está preparando material para estas radios, que no tienen capacidad de levantarlo por sí mismas, y mandarles material oficial. Así cada una tomará el material que le parece, según su línea editorial, pero siempre en base a la información de lo que se está haciendo en la Convención. La estrategia es volcarla hacia los segmentos de población C, D, E, que –aparentemente– están más desinformados.
¿Cuentan con el presupuesto para financiar todo esto?
La Secretaría de Comunicaciones no tiene un presupuesto, solamente está el presupuesto para las personas, para el recurso humano, pero no tiene presupuesto para desarrollar actividades. Se está haciendo en base a la colaboración, a los convenios que hay con universidades y distintas instituciones. Ayer [por este lunes] estuvimos con Anatel, que comprometió su apoyo a la Convención con sus distintos canales. Ellos también nos van a contactar con la Archi. Entonces, ahora tenemos también el apoyo de los medios de comunicación de masas hegemónicos, los más grandes.
Más allá de este apoyo y colaboraciones, ¿el tema de la falta de recursos sigue estando pendiente?
Los fondos siempre han sido un tema, acá hay mucha austeridad. En perspectiva con otros poderes, claramente es poco. Para la gente común es mucho dinero, pero lo que se gasta al final, en comparación con otras instituciones, es un presupuesto muy reducido. Sin embargo, estas son las condiciones y tenemos que avanzar con lo que hay. No podemos esperar que llegue el dinero, o estar pidiendo y solicitando. Por supuesto que la Dirección de Finanzas ve todo eso, hace las gestiones con la Segpres, pero lo importante es avanzar.
¿Qué evaluación hace de la capacidad de llegar a acuerdos en la primera etapa? Ha habido opiniones que dicen que se ha priorizado el interés por relevar las propias identidades de los colectivos, por encima de los acuerdos.
En la primera etapa reglamentaria avanzamos bastante bien, hubo consensos, si no, no tendríamos el Reglamento que tenemos. Algunos [reglamentos] suben el estándar de otros que tenemos como el de la Cámara de Diputados y Diputados, por ejemplo, en materia de transparencia. El Reglamento por sí mismo es un ejemplo de que hay voluntad de trabajar seriamente, porque es muy exigente. Y también es un ejemplo de búsqueda de consensos. De otra manera, tendríamos un reglamento de una página. Sin embargo, entiendo que cada colectivo tiene su postura, un mandato de sus bases que tiene que exponer en este espacio. Al momento de tomar los acuerdos, sin embargo, no hay que olvidar que el sentido de estos son los pueblos de Chile.
¿Espera que en esta segunda etapa se relaje un poco el factor identitario para avanzar rápido hacia los acuerdos que menciona?
Sí, va a ser así porque ahora ya se debaten las normas, es lo que espera la población, es la respuesta al origen de este proceso. En esta segunda etapa tiene que primar el bien común y los acuerdos de las grandes mayorías.
¿Ha recibido señales concretas de algún colectivo que vaya en esta línea?
Los grupos nos han ofrecido su respaldo y veo que todo el mundo está trabajando en colectivo, de distintas fuerzas y tratando de generar consensos previo a la instalación de la norma. Habrá algunas más complejas y que no se van a poder trabajar todos juntos por razones de tiempo, quizás. Pero veo en los colectivos el deseo de dar respuesta a las necesidades de la sociedad.
¿Qué temas serán los más complejos de zanjar en el debate de las normas?
Hay algunos que son más sensibles porque tienen que ver con cambios estructurales a la política tradicional y generan resistencia, por ejemplo, el debate sobre un Congreso unicameral o bicameral. En la Comisión de Derechos Fundamentales, que es donde he participado más, hay cosas importantes para debatir que todavía no están claras y faltan discusiones para llegar a un consenso respecto a temas relacionados con Educación o Trabajo. Por ejemplo, lo que tiene que ver con el lucro y la inequidad en el acceso a la educación integral y gratuita. Las demandas son las mismas que en 2011 porque no se ha dado solución desde las instituciones. Pero todavía no hay un consenso en toda la Comisión respecto a eso.
Uno de los desafíos que también tendrá, será cumplir con los plazos. Ya ha dicho que están trabajando para poder llegar al 4 de julio, y si no habrá que pasar el debate de la extensión al Pleno y posteriormente al Congreso, que tendría que aprobar una reforma constitucional. ¿Cree que este tema puede convertirse en un nudo o un pulso con el poder legislativo, tal y como quedó fragmentado tras las elecciones?
Es lo que comentan distintos análisis políticos. Estamos muy contra el tiempo. Ahora en febrero hay receso legislativo, en marzo hay cambio de Gobierno y del Parlamento. Todos los oficios solicitados en el primer período de la Convención todavía no tienen respuesta. Considerando esto, puede que en esta segunda etapa también se demoren mucho en darnos una respuesta. Entonces con el vicepresidente somos muy prácticos: el tiempo es este y a esto tenemos que apegarnos. Ayer [por el lunes] tuvimos reunión de coordinaciones e hicimos ver este escenario a todas las coordinaciones de las comisiones. No hay extensión de plazo y hay que trabajar muy apegados al calendario. Hay un sentido de urgencia y, con Gaspar [Domínguez] somos los guardianes del cronograma.
Veremos, entonces, sesiones maratónicas en las comisiones y el pleno.
Exacto, pero eso depende de las comisiones. En el primer tiempo había comisiones que sesionaban hasta las 2 de la mañana, otras lo hacían los sábados. Esto demuestra el espíritu de avanzar que tiene la Convención.
A propósito del cambio de Gobierno y de Parlamento, el ex vicepresidente Jaime Bassa planteó que era partidario de que tanto el futuro Ejecutivo, como el nuevo Congreso, terminen su mandato y período legislativo. ¿Coincide con él?
No es algo que haya visto o profundizado. No estoy en esta comisión y por la contingencia no he tenido tiempo de ahondar en las distintas comisiones. No podría pronunciarme respecto a eso.
Pero en su opinión personal, más allá de lo que se haya hablado en la Comisión correspondiente, ¿preferiría que terminara mandato o renovar antes?
Soy del mundo de la Salud y si no tengo evidencias, un análisis con los pros y los contras, es poco probable que tenga una opinión.
Sobre la visita del presidente Piñera, ha dicho que mejor que no vaya a la Convención porque podría ser “complejo” para algunas colectividades; pero por otro lado ha dicho también que si recibe la invitación de La Moneda “no lo descarta”, aunque la decisión se tomará con la Mesa. ¿Qué diferencia de fondo hay entre el ir ustedes allá o recibir a Piñera en la Convención?
Como Convención tenemos una declaración del 7 de julio aprobada en el Pleno en la que reconocemos –pese a que aún no hay una definición del Estado– la vulneración de los derechos humanos durante el estallido social y tenemos también los informes internacionales (Human Rights Watch, Naciones Unidas, etc.) que lo avalan. Ya hay un pronunciamiento de este Pleno, entonces recibir al presidente no es bueno para las relaciones humanas que tenemos que desarrollar acá, porque tenemos que construir consensos. Si vamos a traer a alguien que está muy cuestionado por alguno de los grupos, eso no va a servir para la construcción de los ⅔ que necesitamos. Por otro lado, no descartamos la visita al presidente siempre que tenga algún sentido la visita, porque si es protocolar no tenemos tiempo. Mi agenda está muy ocupada, la del vicepresidente también y no estamos recibiendo audiencias protocolares por una cuestión de tiempo. Nos resta de las actividades y reuniones internas que tenemos que empujar. Todo tiene un costo en términos de tiempo.
El Reglamento de Participación y Consulta Indígena es otro asunto que aún está pendiente, según ha trascendido, por desacuerdo de algunos convencionales, ¿cómo van a aportar en desbloquear este asunto desde la Mesa?
El Reglamento está todo bien, fue aprobado en la primera etapa y eso guía el proceso de consulta y participación indígena. Pero más que tratarse de que los pueblos no se ponen de acuerdo, la dificultad que ha habido para echar a andar la Consulta Indígena radica en que la Secretaría Técnica de Participación y Consulta Indígena (un órgano autónomo que provee de metodologías, cronograma y presupuesto) no ha podido insumar a las comisiones sobre los deberes que establece el reglamento. Eso porque son muy pocas personas que tienen dedicación exclusiva a la labor, son muchas personas ad honorem que trabajan en otras cosas, y también tiene que ver con la dispersión geográfica, están en todo el país y a veces la conectividad no es buena. La diversidad de la misma Secretaría ha demorado el proceso porque no se puede sesionar si son cuatro personas. Tampoco hay apoyo de un abogado o abogada de respaldo a esta comisión porque la Secretaría Técnica no tenía personal. Recién hemos pedido este apoyo. No es que los pueblos no se pongan de acuerdo, es que la Secretaría ha tenido muchos problemas logísticos para avanzar.
Nos remitimos al problema del presupuesto que abordamos al inicio, entonces.
Partimos de la precariedad de la Convención, pero hay que avanzar con lo que hay de dinero. Son muy poquitos los que se contratan. Casi todo el mundo ahí está en comisión de servicios o voluntariado, esa es la realidad de la Convención.
Pero trascendió que el problema radicaba en que el texto aprobado busca que no se consulten normas previamente redactadas, sino que se presenten los temas y derechos como fichas, de manera más didáctica, y que se permita a las personas proponer y no sólo aprobar o rechazar. Eso, según alegó un grupo de convencionales, no garantizaría que se cumplan las normas internacionales de consultas indígenas.
No tengo información de eso, pero el Reglamento de Consulta Indígenas tiene estándares internacionales que son más altos que los que establece la legislación chilena, que es un rango un poco menor.
¿Cuál ha sido el momento más complejo y el más gratificante en las casi dos semanas que lleva en el cargo?
En lo personal, lo más complejo ha sido la exposición pública: dar puntos de prensa, ir a la TV, etc. Son lógicas a las que no estoy acostumbrada. Vengo del mundo de la ciencia, donde hacemos mucho análisis y trabajo en grupos pequeños. Este mundo tiene mucha exposición con códigos que no conozco y además no tengo formación política porque no soy de ningún partido. Todo lo que hago, lo hago desde la visión de lo que consensuamos con el vice. Lo más bonito fue recibir el abrazo de los compañeros y compañeras de Convención, sentir el aprecio genuino de todas las personas que se me acercaron a saludar. Nunca me había saludado tanta gente junta en la vida. Pude percibir la emoción del otro y la alegría que sentía mucha gente para que ocupara ese espacio.