Votar por Boric
Mi razón fundamental para votar por Boric es parar a Kast. Considero una tragedia personal y un descalabro para Chile que el señor K fuera elegido Presidente. Mi opción no es solamente negativa; el rechazo es una fuerza positiva potente. El No a Pinochet tuvo esa fuerza que es necesario repetir para sacudirse la indiferencia ante lo que implica el retorno de una ultraderecha integrista al poder.[1]
Algo tiene Boric que suma. Él es el hombre de este momento, tal como Aylwin fue el político justo para 1989 y los 90. Es valiente, es libre y normalmente no se pierde en los caminos que debe tomar. Es joven y ha ido formándose en el vuelo del salto que implica pasar de los movimientos sociales a las instituciones políticas. Pasar de manifestante contestatario a autoridad de la República no puede hacerse sin tropezar. La historia de esos tropiezos abarca a la Unidad Popular, a la Concertación, a los movimientos emergentes y minoritarios de todos los horizontes históricos y, desde luego, al Frente Amplio.
En este punto medular, los movimientos emergentes se asoman al poder político y generalmente se pierden. Boric ha mantenido un balance notable entre el arrojo y la templanza. Inevitablemente, le ha tocado experimentar la inconsistencia propia de los procesos de crecimiento, de cambio y de traducción de lenguajes que no se entienden bien entre sí. El tránsito entre espacios heterogéneos de la sociedad está normalmente interrumpido por barricadas, murallas chinas y encierros autorreferentes. La política está hecha para gobernar los movimientos sociales y transformarlos en testimonios, espasmos y pellejos de la fuerza que los impulsó. En el mismo empuje, la política se levanta para hacer un lugar en el derecho a las fuerzas sociales que conviven en conflicto.
Gabriel Boric, el Frente Amplio, la Concertación, el Partido Comunista, la Derecha, la Convención Constituyente y todo el resto de los actores sociales y políticos están sufriendo los ajustes entre los ánimos instituyentes y el carácter intrínsecamente burocrático y conservador de las instituciones. Basta contemplar a algunas organizaciones de trabajadores vacilando entre la solidaridad y la xenofobia; a la derecha unida detrás de su expresión más brutal y retardataria; a la antigua y exitosa Concertación de Partidos por la Democracia, pasar por la irrelevancia antes de extinguirse en los roqueríos del tiempo. Qué decir de los cabildos y de los movimientos políticos en los barrios; de la Lista del Pueblo, los representantes de los pueblos originarios y los movimientos estudiantiles que, en su afán de criticar la representación, arriesgan y disminuyen su propia capacidad de hacer política.
La sociedad política, en su conjunto y en cada uno de sus sectores, está sometida a presiones atmosféricas y geológicas de una envergadura y una intensidad tal que, efectivamente, comprometen el modo de existencia del país.
La candidatura de Boric representa a la vez la continuidad democrática y la preservación de las aperturas de la imaginación que nos hemos dado en estos años de revuelta y pandemia. Esta representación, que le adjudico a Boric, como nexo entre los últimos 30 años y los próximos 10, se debe tanto a la convergencia de las fuerzas políticas que lo apoyan como a la personalidad propia del candidato. No hay que olvidar su persistencia y su soledad en la firma del acuerdo constitucional de noviembre de 2019.
Boric debería ser capaz de articular a) un modo de asumir los traumas simbólicos de los chilenos (NO + AFP; derechos humanos; abstención policial de las FF.AA.; reconocimiento de los pueblos originarios); b) recoger las demandas más sentidas (salud pública eficiente; pensiones dignas; educación ‘de calidad’, seguridad en los barrios); y c) construir un Estado de Derechos pluri popular, un Estado coherente y diseminado. Su gobierno debe llevar a buen término la Convención. Finalmente, y desde un lugar que lo baña todo: d) debe fortalecer la economía; es imperativo cuidar los traspasos entre el viejo modelo y el nuevo que se anuncia en silencio. Va a ser necesario continuar desarrollando el traslado de la economía hacia mejores condiciones de trabajo, de inclusión de las mujeres, jóvenes, inmigrantes, informales y minoridades en general. Ojalá se pueda desarrollar un énfasis en el fortalecimiento de las iniciativas emprendedores innovadoras y sustentables de individuos y equipos pequeños y medianos.
En resumen, estamos llamados a elegir la paz inestable que ofrece Boric antes que el orden policial catastrófico que viene con Kast.