Eduardo Vergara sobre plan de seguridad de Kast: "Algunas medidas son aterradoras"
"El Presidente de la República prometió por todo Chile que a los delincuentes se le acabó la fiesta", comenta Eduardo Vergara, y luego agrega: "Pero las cifras hablan de un fracaso". Junto a la doctora Izkia Siches, el director de la Fundación Chile 21 y experto en seguridad se convirtió en una de las más recientes incorporaciones al equipo del candidato de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, de cara a la segunda vuelta presidencial.
El militante PPD cuestiona con dureza las propuestas del candidato de ultraderecha, José Antonio Kast, sobre las que afirma que anticipan un "Estado militar". En conversación con El Desconcierto, Vergara sostiene que "muchas de las medidas que propone la candidatura (de Kast) a veces ni siquiera merecen mucho análisis porque son francamente aterradoras".
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Sin embargo, también desliza una crítica a la izquierda, sobre la que asegura que ha considerado el tema de la seguridad como un "fierro caliente" y que muchos en el sector han sido "ambiguos" al momento de condenar la violencia.
-La derecha suele utilizar mucho el discurso anti delincuencia en época electoral, pero una vez que llega al poder es bien poco efectiva.
El Presidente de la República prometió por todo Chile que a los delincuentes se le acabó la fiesta, la seguridad fue su gran promesa y terminó siendo su gran fracaso, creo que ese es el mejor ejemplo para graficar cómo alcaldes, diputados, senadores o incluso candidaturas a gobernadores han hecho plataformas electorales en base a las promesas del fin de la delincuencia y la mano dura. Los resultados son un fracaso hoy en Chile debido a que nos matamos más, tenemos más armas legales e ilegales, los niveles de violencia en los territorios donde habitan las personas más vulnerables crecen, mientras que en los territorios donde habita la clase alta hay más capacidad de resguardar con seguridad privada y recursos personales. La cifras hablan de un fracaso.
-Otros expertos, como Ignacio Schiappacasse y Gonzalo Huenumil, afirman que Kast propone pasar a un “Estado policial”, ¿coincide con ellos?
Absolutamente, lo que hace es profundizar el modelo actual. El mejor ejemplo es cuando el gobierno no pudo gobernar en La Araucanía, tuvo que recurrir a los militares. Entonces, no se trata solamente en que en el horizonte se vea un Estado policial, sino que se ve un Estado militar. Eso es tremendamente complejo, porque toda la evidencia nos muestra cómo las intervenciones militares en labores de orden público y seguridad interna terminan mal. Estamos bajo la amenaza de que un modelo que ya fracasó se siga profundizando con consecuencias muy peligrosas.
-El candidato republicano propone crear un “registro y empadronamiento de manifestantes y protestantes violentos para que sean identificados públicamente”, ¿qué efectos podría tener algo así?
Muchas de las medidas que propone la candidatura a veces ni siquiera merecen mucho análisis porque son francamente aterradoras. Estamos hablando de que se van a borrar los derechos y garantías básicas de las personas y que un Presidente de la República podrá decidir quién es detenido bajo qué condiciones, eso es un atentado contra los derechos humanos. Es un atentado contra la memoria de todas y todos que por generaciones en este país han luchado por la libertad y por la democracia.
-Este tipo de propuestas, ¿qué objetivo tienen? ¿Son meramente electorales? ¿Serían inaplicables?
Muchas de sus propuestas son inaplicables en cualquier democracia. Dependerían de poner en tela de juicio e hipotecar nuestra democracia. También lo que hemos visto durante años no solamente en Chile, sino que también en América Latina y el mundo, es que muchas de estas propuestas tienen un fin meramente comunicacional. Eso hace que las propuestas, además de impracticables, sean tremendamente irresponsables y convenientes.
-Dentro de las propuestas que tiene el candidato José Antonio Kast apuntan a entregar más poder al Presidente para la declaración de estados de excepción constitucional. Dada la situación que existe actualmente en La Araucanía, ¿qué opina de ese enfoque?
Es 'pasar el cambio' a lo que ya existe, es aumentar y expandir un modelo que frente al fracaso del Estado en hacer su trabajo -no solamente en el diálogo político, sino que además en resguardar el orden público- opta por la militarización, los cascos, las metralletas y los tanques. Eso va a terminar mal. Es un error histórico lo que se está cometiendo y, sin duda, la continuidad de este modelo va a transformar y escalar el conflicto a niveles que quizás ni siquiera sospechamos.
-¿Qué está en juego con la implementación de una política de seguridad como la que propone José Antonio Kast?
Es hipotecar la seguridad de las personas a costa de logros electorales y shows mediáticos. Lo que está en juego es la tranquilidad, la paz en nuestros barrios, pero por sobre todo que las personas puedan ejercer sus derechos. Es la diferencia entre robustecer y profundizar la seguridad pública como un bien público y un derecho, o avanzar hacia la privatización de la seguridad donde ésta se transforma en un privilegio, y los conflictos terminan resolviéndose con militares en las calles.
La izquierda y el "fierro caliente" de la seguridad
-Ha dicho que en la izquierda “se ha tomado la seguridad pública como un fierro caliente”, ¿por qué cree que sucedió eso?
En términos generales la izquierda no solamente en Chile, sino que a nivel mundial, ha mirado los temas de seguridad con distancia y eso no solamente se ha transformado en inacción, sino también en una cierta omisión, que ha generado una entrega en bandeja del monopolio de la seguridad a los sectores más conservadores. Lo que hemos visto es que las decisiones de seguridad pública, al verse como un fierro caliente, ha sido delegada particularmente a las policías.
-¿Ha faltado más intervención en el asunto por parte de las distintas autoridades de izquierda?
La determinación de actuar y trabajar en seguridad siempre ha estado, lo que hace la diferencia con Gabriel Boric es que él estuvo disponible para escuchar por muchos años las visiones distintas a las alternativas de la mano dura y el populismo penal. Hoy tiene la convicción de que el camino no puede seguir siendo el mismo, no puede ser el camino punitivo de más cárcel y que, además, ha resultado ser un fracaso en proteger a las personas.
-Se han hecho críticas a Gabriel Boric por no haber abordado este tema antes, ¿llega tarde el candidato a esta discusión sobre seguridad?
No se trata de tiempo, sino que más bien de momentos de énfasis y profundidad, lo que está sucediendo en este momento de la campaña es que estamos todos llamados y llamadas a poner un énfasis muy particular en entregarle a la ciudadanía una alternativa al populismo de mano dura, pero por sobre todo una alternativa concreta y creíble de que vamos a ser eficientes en proteger sus vidas y sus barrios, cosa muy distinta a lo que hemos visto durante este gobierno.
-Con la discusión sobre el proyecto de indulto a los "presos de la revuelta" surgieron críticas a la izquierda que apuntan a que le cuesta condenar la violencia. ¿Lo considera así?
Efectivamente sectores de la izquierda actuaron con ambigüedad en el momento de condenar la violencia. Eso también fue parte de una trampa que instaló el gobierno de intentar hacer pensar a la gente que con las condenas se solucionaba el problema. La verdad es que todo el país podía haber condenado al unísono lo que ocurría, pero si el gobierno no actuaba no se iba a solucionar el problema. Lo que vimos fue que decidieron en algunos casos no actuar y en otros casos actuó para escalar los conflictos en vez de desescalarlos.
-¿Cuál es su opinión personal sobre el proyecto de indulto?
Ahí lo que hay que dejar claro, y en eso Gabriel ha sido extremadamente concreto, es que no podemos confundir este proyecto con lo que la derecha quiere instalar: que esto es manga ancha, "chipe libre" y un perdonazo. Gabriel ha sido claro que ninguna persona que haya cometido un delito, particularmente los delitos más complejos, debería ser parte de esta consideración. Lo que no podemos permitir, ni en el marco del estallido social ni en general en este país, es que se abuse de la prisión preventiva, que tengamos a personas que están dos años privadas de libertad y que luego salgan en libertad sin que se haya encontrado prueba alguna. Eso es una forma de saltarse el debido proceso. Las instituciones tienen que hacer su trabajo, duros con los duros, los delincuentes tienen que pagar los costos que la ley define, pero las personas inocentes donde no se ha podido demostrar que participaron, necesitan conseguir y recuperar su libertad.
-Respecto a Carabineros de Chile, ¿el objetivó será “reformar” o “refundar”?
Esto se trata de profundizaciones que obligan a que se expliquen mejor las cosas. En lo personal, llegué a acompañar a Gabriel a sabiendas que siempre he sido extremadamente crítico de la labor de Carabineros de Chile, pero al mismo tiempo he sido muy claro en que lo que necesitamos es hacer las reformas necesarias para que tengamos la institución que Chile requiere. Entonces, más que el titular de la canción yo me quedo con la letra de la canción. Y en la letra estamos de acuerdo no solamente con Gabriel, sino que también las propuestas que venían del programa de Provoste, Narváez, Muñoz y de Enríquez-Ominami. Además, se habla mucho de cambios de foco, de giros, pero el programa de Gabriel en la primera vuelta es una programa de seguridad extremadamente completo, con medidas muy concretas que van desde nuevas atribuciones a los gobiernos regionales, políticas de persecución penal sobre el narcotráfico, la actualización del sistema de inteligencia, la revisión de la ley de drogas.
-Entonces, más que en una refundación, ¿el foco estará en reformas más urgentes?
En La Pintana, Gabriel nos pidió que nos enfocáramos en las medidas urgentes, que tienen que ver con recuperar la paz de los barrios, desarmar estos barrios que están siendo amenazados por las balas y por las armas, y en tercer lugar que las propuestas concretas y de carácter ejecutivo estén a disposición de poner los recursos de seguridad pública donde más se les necesita. Los carabineros y carabineras que están en la calle también lo saben, necesitan una mejor institución, como todas las instituciones en democracias se van modernizando, actualizando, reformando y cambiando, para estar a la par de los tiempos que viven las comunidades y las sociedades.
-¿Cómo esperan implementar estas reformas dado lo dividido que quedó el Congreso? ¿Esperan mucha resistencia por parte de una eventual oposición?
El giro que el país debe dar en políticas de seguridad no es solo político, sino que también tiene que pasar a que la seguridad sea de una vez por todas un tema de Estado, que se trate de manera similar a lo que se tratan las relaciones internacionales en este país. Solo cuando entendamos que este es un bien superior y que tiene que ver con uno de los principales dolores de la ciudadanía, es que vamos a poder avanzar a hacer los cambios necesarios, pero eso obliga que nos alejemos del populismo del show mediático y de las soluciones fáciles a problemas complejos, porque este es un tema serio y va a requerir mucho compromiso político, pero también compromiso público-privado y ciudadano.