VIDEO| Roser Fort y Centro Arte Alameda después del incendio: "Puedo decir que fue una bomba lacrimógena"
1987, siendo profesora de Educación Física Roser Fort participaba en la organización del evento Tres mil mujeres en el Garage Matucana junto a otras artistas. El evento duró tres días. A Roser aún ni se le pasaba por la cabeza dedicarse a la gestión cultural. Desde hace casi tres décadas dirige el Centro Arte Alameda, un reconocido espacio para el cine, la contracultura y la diversidad cultural, un espacio de vanguardia que hasta hace poco estuvo a pasos de la exPlaza Italia, donde se pasaban películas irreverentes, que no duraban en cartelera o no se pasaban en otros lugares.
Roser ha organizado diversas muestras de cine además de asesorar la programación de otras salas. Junto con el cine, el espacio que dirige congregaba una serie de actividades culturales. Todo eso hasta el incendio de diciembre del 2019, aún en investigación. Sin embargo, Centro Arte Alameda tiene vida para rato. Hace un mes abrieron por fin las puertas del cine en nueva ubicación temporal, en el Centro de Extensión del Instituto Nacional, esperando volver próximamente al barrio que los vio nacer.
-Recordando ese evento en el Garage Matucana, ¿fue la primera vez que tú empezaste a hacer gestión cultural en ese evento de mujeres?
En ese evento no hice gestión cultural, fui una participante. Mis amigas que organizaban eran Jimena Pizarro de la librería Lila, la Inés Pascal, estaba la Pachi Torreblanca, la actriz. Ellas fueron los motores del Tres mil mujeres que fue en realidad un evento inédito para la época, en dictadura. Estábamos todos tratando de ver la cultura para dónde iba y fue un evento muy potente realizado por mujeres, con olla común. Me acuerdo de una energía hermosa y yo ahí participé colaborando, me acuerdo que estaba en la barra. En esa época yo era profe y estaba dedicada al cien por ciento, entonces todo este medio cultural realmente me alucinó. El Tres mil mujeres y todo lo que pasaba en Matucana me inquietó muchísimo porque me abrió la mente. Era ver la vida desde otra forma. Ahí aparecieron bandas como Electrodomésticos, como los Upa!, con conciertos únicos para esa época. Superman, Christopher Reeve, también fue a Matucana 19 en apoyo a los artistas que habían sido amenazados de muerte, entre ellos estaba Shlomit Baytelman. Fue bien emocionante cuando fue Superman a proteger a los artistas chilenos. Desde ahí sin darme cuenta se me fueron abriendo estas oportunidades para finalmente terminar trabajando por el Centro Arte Alameda y con veintiocho años de trayectoria.
Doblarle la mano a la censura
-Dentro de la larga historia que han tenido en el Centro de Arte Alameda con el cine hubo momentos complicados como cuando proyectaron La Última Tentación de Cristo el 2003, lo que provocó resquemores, alegatos de los sectores más conservadores del país. ¿Qué otros momentos polémicos recuerdas?
Siempre los contenidos han sido bien de vanguardia y bien rupturistas también. Exhibimos la película Las noches salvajes, una de las primeras películas que habla del VIH, el director muere además producto de una enfermedad relacionada con el VIH. En esa época esos contenidos eran muy difíciles porque la temática homosexual, la temática lésbica era bastante poco trabajada y al dar cine de esas características siempre estaba el riesgo que la calificación cinematográfica censurara. Fue muy particular lo de La última tentación de Cristo porque todos habíamos visto la película finalmente en VHS, una versión que no se veía bien pero todos accedimos a esta película que estuvo censurada por diecisiete años. No tenía sentido la censura por un tema religioso y cuando estrenamos la película, a pesar de que todos la habían visto la primera semana fueron más de cuatro mil quinientas personas. Imagínense que ahora las películas chilenas tienen un promedio de quince mil personas o sea fue una locura. Todo el mundo quería estar ahí sentado en la sala, el aplauso era cerrado después de cada función porque era emocionante doblarle la mano a la censura y a esta calificación cinematográfica tan sin sentido. En el Alameda los contenidos van desde el punk hasta la ópera, también tuvimos críticas por algunos conciertos de bandas más punk, pero creo que la diversidad nos caracteriza y nos ha fortalecido en el tiempo.
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-Esa diversidad se expresaba además en las diferentes actividades: cine, lanzamientos de libros, exposiciones de arte, ferias de emprendedores, un bar y unas fiestas maravillosas. ¿Qué te parece esa forma de ver el arte más integradora?
La autogestión yo creo que es la base del Centro Alameda y frente a esa autogestión también fuimos creciendo, fuimos aprendiendo a postular a proyectos justo antes del incendio provocado el 27 de diciembre del 2019. Habíamos obtenido varios fondos que fueron importantes para poder subsistir el año pasado, porque sin espacio y sin financiamiento probablemente habríamos desaparecido. La autogestión era necesaria al tener distintos públicos e incluir también las fiestas que al final era lo que financiaba las otras actividades culturales. El día del incendio nos dimos cuenta lo que habíamos hecho, porque en realidad cuando uno está en la dinámica no te dai cuenta que estás cumpliendo un rol muy fundamental como aporte para los artistas y para el público. Creo que teníamos mucha empatía con las distintas propuestas artísticas y esa es la pérdida que se sintió en el momento en que se produjo esta desagradable situación del incendio que todavía estamos investigando. Yo les puedo decir que fue una bomba lacrimógena, pero por la cosa formal hay que esperar lo que diga el Ministerio Público...
[caption id="attachment_684601" align="alignnone" width="600"] Nueva fachada junto a TODAS Colectivo de artistas urbanas feministas[/caption]
Sacando heridos por la sala de cine
-A propósito de lo que cuentas relacionado con el incendio y el estallido social el Centro Arte Alameda seguía funcionando igual a pesar de todo porque muchos lugares por ese perímetro habían cerrado, y ustedes seguían con las puertas abiertas y además no solo como un polo de cultura sino también como un lugar para socorrer a los heridos. Es sospechoso que justo se haya incendiado este el centro de cultura y que además la investigación no avance, ¿verdad?
Recordemos que esto parte el 18 de octubre con movilizaciones gigantescas. Una vez hubo más de un millón de personas que circularon por la Alameda y por Providencia después de esos días más álgidos del estallido social. Y claro, había una estrategia de la policía permanente en toda esta zona cero de reprimir y había muchos heridos y casos dramáticos. En esa época se hicieron muy fuertes como público los ciclistas que llegaban en bicicleta porque atravesar las barricadas también era difícil. Hicimos unos ciclos con el nombre de Noche subversiva, muy ad hoc, que eran los lunes a las diez de la noche y teníamos setenta personas. Era hermoso sentir la conexión del público con esto. A veces tuvimos que parar la función para poder pasar un herido para sacar la camilla por la sala y llevarlo a la posta. Fue como una película porque además estábamos dando el Guasón, estábamos dando Perro Bomba entonces la gente salía de la sala a la calle y se encontraba con lo mismo. Era muy loco y para nosotros era muy fuerte, como equipo de trabajo también estábamos con una dinámica y un protocolo de seguridad porque la bomba lacrimógena no cayó una vez, cayeron cien veces en todo ese periodo. No podíamos estar ajenos, abríamos en esas condiciones o no abríamos que era la otra posibilidad.
-Y ahora acaban de abrir las puertas en un lugar tan emblemático como el Instituto Nacional
Para nosotros era necesario el volver a estar presentes desarrollando los contenidos y nos encontramos con un espacio hermoso arquitectónicamente, así atómico, y que está sin ser usado prácticamente, ubicado en las catacumbas del Instituto Nacional. Es un desafío enorme hacer que el público llegue para allá a ver cine de calidad, cine de autor y cine nacional. Pero por sobre todo tenemos el desafío con esta comunidad educativa que es toda la comunidad del Instituto, no solo los alumnos sino que los profesores y los apoderados. Estamos ya haciendo colaboraciones con las academias de cine del Instituto Nacional y del Liceo 1, y estoy anhelando el poder ver a los cabros ahí viendo películas sentados en esta sala que está super bien acondicionada. Es una sala de doscientas butacas, por ahora con aforo limitado al cincuenta por ciento, o sea estamos teniendo un máximo de cien personas y hemos tenido funciones agotadas. Es muy emocionante el sentir que la gente está reaccionando.