Javier Velasco: El Pepe Grillo de Boric

Javier Velasco: El Pepe Grillo de Boric

Por: Elisa Montesinos | 16.08.2021
Pienso en mil maneras de abordar a este personaje y opto por la estructura clásica, la confiable pauta de preguntas sabiendo que con él no funcionará, porque es disperso, alegre y muy anecdótico. Esas ideas se confirman cuando lo veo cruzar Merced con José Victorino Lastarria. Lleva una mascarilla negra, esas que están recomendadas por el Ministerio de Salud, y un outfit que minutos después diría que compró en los puestos de ropa que hay en la calle. Va bailando, y por su frente y ojos fruncidos se podría decir que también canta sin emitir sonidos, o quizás no se escucha su voz porque estamos en pleno centro y están pasando las micros, los autos y las personas a cada rato. 

Javier Velasco Villegas tiene 36 años, vive en Santiago, a pocos metros del Parque Forestal y del Barrio Lastarria. A su departamento no solo le llega una buena porción de luz solar, sino que también, y en reiteradas ocasiones, sufre de los gases lacrimógenos que lanzan los Carabineros de Chile a las y los manifestantes que se reúnen en Plaza Dignidad. 

“Me da vergüenza decir mis títulos, pero aquí va, soy abogado constitucional, tengo un Magíster en Derecho, me considero parte de la teoría crítica, de la gran corriente de la biopolítica. Mi corazón está ahí, de hecho (al decirlo literalmente se toca el pecho y cierra los ojos), y sobre todo me siento ilustrador y político. Algunos me dicen influencer, pero evidentemente con dos mil seguidores uno no lo es, hago videos que tienen sus visualizaciones y voy a la tele de vez en cuando, además soy panelista de Sin Filtros”. 

Reviso su Instagram en busca de los videos en los que comenta aspectos relativos a la campaña programática del Frente Amplio, o en los que simplemente da su opinión sobre la política y el rol del Estado en Chile. Me llaman la atención algunas ilustraciones de figuras públicas como la del candidato presidencial Gabriel Boric, de quien es muy amigo y con quien trabajó para la recolección de firmas de Convergencia Social y en su posterior campaña en la que triunfó con el pacto Apruebo Dignidad. 

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También destacan algunas fotografías. En una se le ve siendo un niño de apenas nueve años, no sonríe, se le ve un poco serio, entre sus manos hay una torta de crema más grande que su cabeza. En un comentario el diputado Gonzalo Winter, de quien es asesor legislativo, le pregunta cómo se la ganó. Javier escribe sin errores ortográficos, sin onomatopeyas, sin emojis ni puntos suspensivos, que se hizo un sorteo con el número de las boletas de quienes estaban tomando once en esa pastelería, “es el único premio que he ganado en un sorteo, o al menos el único que recuerdo”.

Por la respuesta se podría decir que no se considera muy afortunado, a pesar de todo su desarrollo laboral y académico. La familia no fue un sustento para su carrera. Su hermano mayor, Fernando Velasco, con quien tiene 22 años de diferencia, lo confirma: “No tuvimos ningún tipo de apoyo familiar, que él haya podido desarrollar una carrera en política es bacán, creo que la universidad le provocó esta necesidad de participación social y de estar activo en política”.

Animal político

“Nunca me voy a olvidar de una escena que fue genial en la que me reí mucho de Javier, era jefe de un local en Agustinas con Paseo Ahumada, un día llegaron Carabineros y nos dijeron: ‘Bajen las cortinas, porque viene una manifestación’. Salimos rajados a cerrar la entrada y cuando la estaba bajando vi corriendo a Carabineros y a jóvenes, y entre ellos pasó corriendo Javier con unos compañeros de la universidad. Me vio y se quiso meter a la tienda: ‘déjame entrar’, ‘no puedo dejarte entrar’. Fue una situación muy ridícula, porque entre que nos reímos y él insistía en que quería entrar el peligro pasó. Ahí ya estaba metido en ese tema de la política, antes todo lo que contaba era como una anécdota, pensaba que era parte de esas cosas de cabro chico, pero cuando lo vi ahí me di cuenta de que estaba metido de verdad”, recuerda Fernando.

[caption id="attachment_682471" align="alignnone" width="650"] ©Ana María Olivares[/caption]

Las manifestaciones no solo fueron una constante en la vida de Javier durante su época universitaria. A medida que fue creciendo y adentrándose en este 'animal' que es la política, como repitió varias veces mientras nos tomábamos un café en el Parque Forestal, las formas de hacerse presente en la calle se volvieron pan de cada día. En algunas ocasiones se le podía ver en Plaza Dignidad, en otras acompañando a Beatriz Sánchez, actual constituyente por el Distrito 12, o junto a otras figuras políticas del Frente Amplio.

De aquellas ocasiones, que ahora son casi una anécdota prepandemia, Macarena García, periodista a cargo de las comunicaciones de la diputación de Gonzalo Winter, recordó una en particular: “Una tarde, durante el Estallido Social, estábamos en el Congreso de Valparaíso y decidimos irnos juntos en bus a Santiago. Salimos del edificio, escondimos nuestras credenciales e  intentamos avanzar unas cuadras entre las lacrimógenas de los pacos y los piedrazos de los manifestantes. Corrimos varias cuadras en medio de una batalla campal hasta que tuvimos que asumir que era imposible y nos regresamos al Congreso.”

La Diputación

¿Quién diría que el Estallido Social fue hace tanto tiempo? Casi dos años. Pero ahora estamos en el presente, sentados en una banca del Forestal, con las mascarillas en nuestros bolsillos. Javier tiene un latte con leche descremada en la mano derecha, su rostro es cachetón y risueño. Me quedó pegada viendo los pins de su chaqueta, tiene uno de Madison que es la ciudad donde vivió en Wisconsin; otro de Berlín, el lugar al que fue de vacaciones antes de que empezara la pandemia; una lata de sopa de Andy Warhol que compró en el Moma de Nueva York;  y en ese espacio vacío, en el que pareciera que algo faltara, debería tener uno de Berkeley, su segundo hogar, y uno de Santiago. 

Se escuchan ladridos muy cerca, él se voltea ligeramente hacia la izquierda y sonríe, detiene la mirada por un segundo, aguanta un suspiro y habla con tranquilidad. "Me llama mucho la atención que esos cinco perros que no se conocen se encontraron y se hicieron amigos inmediatamente. Nosotros no tenemos esa capacidad, a mí me cuesta mucho entablar amistades, cada año más. Creo que tengo la capacidad de tener conversaciones pero solamente profundas (se ríe avergonzado). Cuando llego a un carrete donde no conozco a nadie me voy a la mierda, en especial si la gente que está ahí me ubica y yo no a ellos, a veces me pasa lo mismo con la política".

Ximena Peralta, una de sus amigas más cercanas y actual integrante del Comité Central de Convergencia Social, dice que desde su punto de vista Javier “tiene una personalidad muy refrescante que genera un impacto en los espacios que comparte, que propicia relaciones de trabajo generosas y estimulantes. Eso me parece muy particular en relación a él y eso es un poquito escaso, porque en general las personas van, hacen su trabajo y ya, pero me parece que él tiene un modo de relacionarse que es bastante colectivo, es de un aporte constante y eso es muy nutritivo.”

La temperatura ha aumentado lentamente, seguimos en el Forestal, ve la hora en su teléfono y dice que son casi las una de la tarde. Han pasado dos horas desde que nos juntamos, nos levantamos de la banca para caminar un poco y me cuenta sobre La Diputación. No, no tiene nada que ver con los memes de los perros que salen en Instagram tipo “hagamos la murición” o cualquier frase que terminé en “ión”. El nombre viene de una forma de ver el trabajo de los diputados como algo colectivo, donde hay más personas detrás. Por eso cuando se refiere a otros cargos públicos evita decir, por ejemplo, el alcalde y dice la alcaldía. Como trabaja con Winter, él y sus compañeros se hacen llamar La Diputación, en ella trabaja como asesor legislativo, lo que significa que analiza proyectos de ley, relaciones con organizaciones sociales, etc.

[caption id="attachment_682473" align="alignnone" width="650"] ©Ana María Olivares[/caption]

Pepe Grillo

Se ríe un poco cuando nos detenemos frente al Emporio de la Rosa, coloca las manos detrás de su espalda y las junta a la altura de la zona lumbar. Parece un señor, si alguien pasara y lo viera con la mascarilla pensaría que tiene entre 40 y 50 años. Se parece bastante a su hermano mayor, de hecho. 

A pocos metros de un paso de cebra, con el sol cubriendo su cabeza y en medio del ruido de los autos, cuenta una anécdota muy divertida sobre Gabriel Boric: "Cuando había que votar la paridad para el Acuerdo Constituyente a este weón se le ocurre decir que él ponía su puesto a disposición como diputado si es que no salía aprobada la paridad, y yo, como asesor legislativo de Gonzalo, estaba en ese momento en el Congreso de Valparaíso contando los votos para ver si podíamos aprobarla o no. De repente veo en la tele la transmisión de la sala y aparece Gabriel diciendo eso. Aún no sabíamos si teníamos todos los votos para aprobarlo, y dije: Conchesumadre, qué vamos a hacer”.

La gente que pasa junto a él lo mira de reojo, seguramente se están preguntando si es famoso, quizás piensan eso porque lo estoy grabando con el celular y él, sabiendo que hay mucho ruido ambiente, habla fuerte y claro para que todo quede registrado. Dice que tiene tres trabajos: el primero es La Diputación, su 'pega remunerada' como la menciona varias veces; luego está Convergencia Social, partido en el que milita, y donde forma parte de la coordinación ejecutiva del equipo programático de la campaña de Gabriel Boric. Se vuelve a reír cuando empieza a hablar del candidato presidencial, y cómo no si se conocen desde el 2004, de aquella época universitaria en que todo cambió para ambos. 

"En la campaña de Gabriel aporto con contenidos, y trato de ofrecerle un rol que me asignó hace años, cuando asumió como presidente de la Facultad de Derecho. Esa vez dijo que yo era su Pepe Grillo. He asumido que mi rol en la política, en este partido, es ser la persona cercana a Gabriel que no siempre le encuentra la razón, que lo cuestiona y que le propone otra forma de entender las cosas. O sea, dentro de esta magia que tiene para lograr las cosas hay mucha gente que le dice cosas buenas y cosas malas, creo que también está rodeado de harta gente que le dice demasiado que sí y mi rol, trato por lo menos, es ser de esas personas que le digan: Epa, considera esto o este punto vista".

Quitarle un cupo a la UDI

Se mueve de un lado a otro mientras le habla directamente a la grabadora del celular, está pendiente de que todo se esté grabando, quizás cree que con la mascarilla no se escucha bien. Quizás es simplemente la ansiedad que lo obliga a mantenerse en movimiento, o tal vez así es es su personalidad y forma de ser. De cualquier manera no puedo evitar recordar ese comentario que hizo cuando recién no sentamos en esa banca vieja y rayada; dijo que padecía ansiedad y depresión, pero que estaba con tratamiento psiquiátrico hace dos años. Hoy en día es tan común que la gente sufra cualquiera de las dos, la pandemia se ha encargado de deteriorar aún más esa precariedad que envolvía el sistema de salud pública en este país, sobre todo en lo que respecta a la salud mental. 

Sus ojos se ven emocionados y brillantes a través de los vidrios de esos lentes redondos con marco verde oscuro. Le apasiona hablar de política, hay que reconocer que es buen orador. “Funcionaría muy bien como político, creo que Javier puede ser un tremendo aporte, pero me da susto por él, porque se frustre, que quiera hacer cosas y se vea impedido por toda esta maraña que conlleva la política”, dice su hermano mayor, Fernando, con quien conversa de vez en cuando. 

"La campaña de Gabriel vino mucho antes que esta idea de postular a lo del CORE (Consejo Regional), eso partió el pasado 25 de julio y recién lo estoy empezado a conversar con mis cercanos. Una gran amiga me lo sugirió, la Ximena Peralta, ella fue la primera que dijo que podría intentarlo, así que voy a ir por este sector que es Santiago Norte, igual iré como precandidato, puede que no llegue a la papeleta, pero igual lo voy a intentar. Si con la compañera de RD o con otras personas somos capaces de quitarle un cupo a la UDI, que es el partido de los ricos, la raja. Si le podemos sacar un cupo a un tipo de RN, que debe venir financiado no solo materialmente sino intelectualmente por esta raíz ideológica neoliberal que nos ha cagado la vida –que fue lo que terminó haciendo que mi madre muriera en circunstancias bien pobres–, si puedo pegarle a esa lógica haciendo un esfuerzo a cambio de mamarme un poco de violencia en redes sociales, estoy disponible (ríe con ganas)".

Vuelve a mirar con rapidez el celular. Sé que tiene otras cosas que hacer, seguramente se tiene que juntar con La Diputación o con el partido, pero en vez de decir que se tiene que ir guarda el celular en el bolsillo de su pantalón azul y ordena risueño, casi como una proclamación: "¡Ahora vamos a comer algo!"

Este perfil fue producido en el Diplomado de Periodismo Cultural, Crítica y Edición de Libros del Instituto de la Comunicación e Imagen, Universidad de Chile