Nuestra huelga: sindicalización y desamparo
Ser trabajador de la educación es difícil, ser trabajador de la educación en pandemia lo es más. Pero ser trabajador de la educación en pandemia perteneciente a un sindicato y sobrellevar una huelga legal ante toda adversidad ha significado tal vez el desafío más grande que hemos enfrentado en nuestra vida laboral. Somos los 61 miembros del Sindicato de Trabajadores del Liceo Camilo Henríquez de Temuco, quienes hemos sostenido ya por más de 120 días una paralización de nuestras funciones. Ha sido un largo camino, que comenzó el año 2019, con la negativa de nuestro sostenedor, la Corporación Educacional El Bosque, a firmar un contrato colectivo. Por primera vez en 32 años de existencia de nuestro sindicato, conocimos la crudeza de un empleador que nos niega un derecho constitucional.
Luego de esta negativa, vino la judicialización del proceso por parte de los sostenedores y con ello largos trámites que dilataron los tiempos hasta este año, en que según los plazos que da el Código del Trabajo, pudimos votar la huelga e iniciarla formalmente el 9 de marzo pasado. Como es sabido, la huelga es la última instancia de presión para poder acceder a un contrato colectivo. Previo a ello la Inspección del Trabajo, el Tribunal del Trabajo, la Corte de Apelaciones, e incluso el Tribunal Constitucional, indicaron que la Corporación podía negociar con nosotros, validando así nuestro derecho. Con pesar nos damos cuenta que, en pleno 2021, los trabajadores de la educación estamos en total desamparo por parte de las autoridades. Pese a las múltiples resoluciones favorables a nuestro sindicato, y que la ley nos respalda, nadie ha podido obligar al sostenedor a respetar nuestro derecho a negociar colectivamente.
Han sido cuatro meses difíciles, que nos tienen afectados física, emocional y económicamente. No hemos recibido sueldos, a la vez que nuestro sostenedor ha recibido la subvención del Estado íntegramente, pese a no estar prestando el servicio educativo completo. Pertenecemos a una comunidad que abarca a más de 2.800 estudiantes, quienes junto a sus familias han sufrido la intransigencia y desinterés de una Corporación ensimismada en no respetar los derechos de sus trabajadores. Cuando creemos que hay batallas que ya fueron ganadas hace años, nos toca defender el derecho a la sindicalización, ante un empleador que sólo ha ofrecido como propuesta un anexo de contrato individual, una práctica antisindical, que significaría el fin de nuestra agrupación.
Muchos se han preguntado por qué continuamos adelante con esta huelga. ¿Cómo podríamos bajar los brazos y regresar al aula, para enseñarle a nuestros estudiantes que, cuando sean profesionales, deben resignarse si sus derechos laborales no son respetados? Con nuestra lucha también estamos educando. Por esto seguiremos adelante, con la frente en alto, el rostro descubierto y la esperanza intacta de poder volver pronto a las salas de clases de nuestro querido Liceo Camilo Henríquez, con la dignidad que con tanta alevosía nos han querido arrebatar.