QUÉ SE LEE | Hassan Akram: “Poeta chileno” y la obsesión con la poesía
La pandemia y su consecuente baja de vida social, me ha dado un poquito más de tiempo para leer novelas. Entre ellas, Poeta chileno de Alejandro Zambra, libro que me gustó mucho y que me hizo ver algo muy propio de aquí: en Chile todos quieren ser poetas y parece que con los novelistas ocurre lo mismo. Bueno, Bolaño también quiso ser poeta pero sus poemas no son buenos, al igual que Borges, cuyo fuerte eran los cuentos, más a él no les satisfacían.
Esta idea de que tenemos dos premios Nobel de Literatura hace que economistas y cientistas políticos escriban poesía sin ningún pudor. Concedo que la poesía tiene una capacidad de intensidad del mensaje como lo tiene una novela narrativa, lo que de alguna manera hace que la poesía sea envidiada. Poeta Chileno recoge parte de un ambiente del mundo cultural chico de un país pequeño, aclanado a todo nivel social, y en eso los poetas no escapan: mundos chicos y muy autorreferentes.
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La otra novela que leí fue La resta de Alia Trabucco. Es una literatura de la Transición, aunque quizás estemos viviendo la "postransición" porque precisamente ahora aparecen personas, en especial dirigentes políticos de la época, escribiendo sus recuerdos y memorias.
Uno sabe que una época terminó cuando aparecen historiadores y novelistas a contar ese pasado. Sin embargo, en La resta se hace referencia a algo especial: a los niños de la dictadura, quienes tienen una comprensión a medias, vaga o escasa de su tiempo histórico porque muchos padres, para evitar asustar a los niños, no les explican lo que sucede. Muchas cosas comprendidas hasta la mitad y encuentros con secretos de sus familias, experiencias no completamente procesadas en su momento y que buscan respuesta en otra época.
Disidencia empoderada
En cuanto a mi trabajo y en materias económicas y políticas, estoy leyendo una comparación entre Texas vs California. La historia de la lucha por el futuro de Estados Unidos. Ahí ves cómo en todas partes del mundo están surgiendo ideas antineoliberales, el que provengan de ahí es para tomarlo con atención. Esta imagen que tenemos de Estados Unidos como un imperio homogéneo que va haciendo guerras y destruyendo proyectos de liberación de países más chicos, queda un poco al margen al ver sus desaveniencias internas.
Una muestra fueron las protestas antirracistas como Black Lives Matter, la figura de Alexandria Ocasio-Cortez alzando un socialismo democrático y que en los centros de poder de Estados Unidos se remecen las bases tradicionales.
Texas es un estado insigne de la privatización de todo, donde gana casi siempre el Partido Republicano y tiene presencia la derecha más dura. Sin embargo, la inmigración latina, fundamentalmente mexicana, más la crisis eléctrica de la empresa privada a cargo del sistema, han incidido en cambios políticos y sociales.
Por su parte, California, dominada por una especie de ‘derecha concertacionista’ porta más las ideas liberales en el sentido de tolerancia, así también impuestos más altos y mecanismos de redistribución, pero que están cuestionados ya que el estado guarda los más altos niveles de desigualdad de la Unión.
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Lo que hicieron con Cuba o con Chile ya es parte del pasado, porque hoy no están en enfrentamiento a un poder ideológico distinto. Sigue habiendo un imperialismo, no ideológico, sino que de recursos naturales, como lo han sido las periódicas intervenciones al Medio Oriente y la rivalidad con China.
En estas circunstancias, hay algo claro: todos los países necesitan un sistema de comercio internacional estable que pueda mantener las redes de producción, de generación de bienes y servicios, los cuales son necesarios para financiar derechos sociales. En el pasado los movimientos antineoliberales o más progresistas hicieron una distinción drástica entre política externa e interna: la externa era la que nunca cambiaba, funcionaba independiente de si en la Casa Blanca estaban republicanos conservadores o demócratas progresistas.
Con la caída del muro de Berlín no hubo mucho cambio porque pareciera que la política exterior siguió funcionando en inercia. Pero esto parece ir cambiando. En el último conflicto en Gaza, hay voces palestinas desde Estados Unidos: la mencionada Alexandria Ocasio-Cortez junto a palestina-estadounidense Rashida Tlaib levantaron la voz, y otras voces tan llamativas como israelíes jóvenes o judíos que se oponen al actuar del estado de Israel sobre Palestina. Hay una disidencia más empoderada.