Constitución, Pedagogía y Ciencias Sociales
Chile vivió uno de los procesos electorales más relevantes de los últimos años. Las ciudadanas y ciudadanos fueron convocados para escoger representantes para ocupar cargos de diferente naturaleza, a saber: constituyentes, gobernador regional, alcaldes y concejales. A la luz de los resultados es importante destacar algunos elementos que nos permiten reflexionar sobre las orientaciones y expectativas políticas de la ciudadanía, tales como la contundente presencia de mujeres elegidas en cargos de alta importancia, la opción por escoger a personas que se posicionan con independencia de los partidos políticos tradicionales, el fracaso electoral de los partidos políticos de derecha y centroizquierda más comprometidos con la herencia neoliberal de la dictadura cívico-militar o la presencia de representantes de pueblos indígenas en la elección constituyente, entre muchos otros.
Dentro de los resultados más específicamente vinculados a la elección de constituyentes, aquí queremos destacar la elección de mujeres y hombres vinculados al campo de las Ciencias Sociales y específicamente aquellas y aquellos con formación profesional vinculada a la Pedagogía. De un total de 155 constituyentes electos, 45 corresponden a personas que se han formado en diferentes áreas de las Ciencias Sociales, representando un 29,3% del total de constituyentes. Al mismo tiempo, 20 corresponden a personas con formación en Pedagogía, lo que representa un 12,9% del total. Constituyéndose en la segunda área de los constituyentes, después del área de Leyes, en particular la Pedagogía es la segunda profesión mayoritaria de los constituyentes.
Observando estos datos, de una manera preliminar, es posible compartir las siguientes reflexiones. La primera reflexión va en la línea de señalar que probablemente la ciudadanía reconoce a las trayectorias asociadas a las Ciencias Sociales como legítimas y relevantes para enfrentar la tarea de construir una mejor sociedad. En especial, en la construcción de una nueva Constitución Política que organice y regule la vida de las chilenas y los chilenos de un tiempo en adelante. Pareciera, por tanto, que se reconoce que esta tarea de alta complejidad y valor en nuestra sociedad no se reduce a una técnica como muchas veces se busca promover.
La segunda reflexión va en la línea de hacer un necesario contraste entre la expresión de las y los ciudadanos y la acción estatal en relación a estas áreas de conocimiento. Mientras que la ciudadanía escoge de forma maciza a mujeres y a hombres con formación en el área de las Ciencias Sociales y la Pedagogía, en tanto actores relevantes de la comunidad, el Estado de Chile durante las últimas décadas he elaborado políticas que demuestran una profunda desconfianza y desvalorización de estas mismas áreas. Ejemplos de esta desconfianza y mirada desvalorizadora son: a) la ausencia de políticas robustas para apoyar económica y estratégicamente la creación y divulgación de conocimiento en Ciencias Sociales y Pedagogía, como así también en las Artes, en comparación a otras áreas de conocimiento; b) la ausencia de apoyos robustos a las unidades académicas dedicadas a la formación inicial y continua de docentes y el exceso de políticas de rendición de cuentas dirigidas a las mismas; c) la desconfianza sobre las y los jóvenes que optan por estudiar Pedagogía, que son objeto de políticas sistemáticas de evaluación basada en estándares sin parangón con otros perfiles de estudiantes; d) las ausencia de políticas que aborden de manera integral y efectiva las inadecuadas condiciones de trabajo docente al interior del sistema escolar que empujan al profesorado a enfrentar la dicotomía constante entre abandonar la carrera o mantenerse al interior de la misma a pesar del agobio y falta de apoyo; y e) el retroceso y fragmentación de la presencia de las Ciencias Sociales en el currículum escolar.
La tercera reflexión corresponde más bien a la expresión de una expectativa: aquella que va en la dirección de asumir de que esta es una oportunidad histórica para, primero, reconocer el valor de las Ciencias Sociales y la Pedagogía dentro de nuestra sociedad y, segundo, entender que es importante valorizar y potenciar estas áreas de conocimiento y desarrollo profesional puesto que son vitales para entender nuestra vida de una forma más compleja y favorecer formas de convivencia marcada por rasgos crecientemente democráticos.