Paridad para un Nuevo Trato con Chile
Gracias a su inclusión en la Convención Constitucional, la paridad se convirtió en el mínimo civilizatorio más importante que ha logrado Chile en las últimas décadas. Gracias al trabajo del movimiento feminista, las multitudinarias manifestaciones en las calles, y un número importante de parlamentarias, somos una generación que está viviendo un acontecimiento inédito en la historia, y el mundo nos mira con esperanza.
Pero la paridad no es un imperativo ético que sólo le sirva a las mujeres, sino que a toda la sociedad. Para la académica británica Rainbow Murray, las sociedades que reclutan liderazgos con preeminencia masculina, lo hacen mirando un grupo muy reducido de la población, en vez de abrir la posibilidad de elegir a los y las mejores. Es por ello que la paridad es una medida efectiva para luchar contra la concentración del poder, lo que a su vez mejora la eficiencia de nuestras instituciones y fortalece la democracia
Esto no se trata solo del poder político. Vivimos en un país donde los directorios de empresas privadas anuncian como un logro que han integrado a un grupo reducido de mujeres, pero que no se atreven a analizar si los hombres que permanecen son realmente los que cuentan con las mejores calificaciones o experiencia. Discutimos sobre la necesidad de reformar las policías en Chile, pero no miramos que el alto mando de Carabineros tiene tres generalas entre 41, lo que obliga a preguntarse si los problemas de la institución serían tan graves si hubieran seleccionado a las mejores personas y no solo a sus hombres. En los últimos años, Chile ha aumentado la contratación de mujeres en cargos directivos del Estado, pero todavía la brecha es muy alta: la participación femenina en estos espacios es del 30,4% frente al 69,6% de los hombres.
En Nuevo Trato creemos que no existe una justificación ética para que los hombres estén sobrerrepresentados en cualquier espacio de poder, público o privado. Es por ello que proponemos impulsar el mandato constitucional de absoluta paridad, para que todo órgano colegiado deba operar bajo este principio. Esto incluye el Congreso, tribunales, FF.AA., directorios de empresas públicas y privadas, entre otros.
Trabajaremos además por implementar la paridad con apellido interseccional, en que clase, etnia, diversidad territorial e identidades no binarias puedan ser parte de esta apertura democrática. Todos estos cambios deben ser además acompañados de un proceso de educación que empuje a esta transformación sociocultural.
No cabe duda de que nos encontramos en medio de un proceso de cambios como no se había vivido en décadas, y estamos siendo testigos y también protagonistas, de trasformaciones en las relaciones de poder, en que lo individual pasa a ser colectivo, y donde la democracia paritaria fortalecerá un Nuevo Trato entre sus ciudadanos, con relaciones horizontales y liderazgos libres de estereotipos y prejuicios.