VOCES| San Valentín: Ideas del amor romántico, excusas perfectas para someter y explotar
La historia que sobrevive entre leyenda y realidad se remonta a la ciudad de Roma en el siglo III, llena de relaciones asimétricas entre hombres y mujeres, y conflicto social. El emperador apodado “el gótico” Claudio II publica un decreto que prohíbe los matrimonios entre jóvenes enamorados, al considerar que los hombres solteros, eran idóneos soldados en la guerra al no tener nada que perder.
Valentín, médico y sacerdote de la época (y supuesto colaborador de los cristianos perseguidos), decide contrariar a su emperador y de manera clandestina casar en secreto a las parejas, desobedeciendo el paradigma cultural de su época. Carlos II al descubrirlo, decapita a Valentín por rebeldía un 14 de febrero del año 270. Podemos conjeturar que su muerte fue reflejo del desacato a su emperador, o que si efectivamente fue simpatizante de los primeros cristianos (aquellos que rechazaban la rígida segregación y subordinación de las mujeres de la época, que luego la Iglesia contradictoriamente negaría y ocultaría), Valentín pudo ser visto como un peligro a la hegemonía de la cultura romana.
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Al pasar los siglos Valentín se transformó en una figura defensora del amor. Finalmente su historia fue utilizada en los años 60 con fines comerciales, desprendiéndola de su sentido original, al asociar su nombre a un día de consumo alrededor de interpretaciones angostas y superficiales sobre las relaciones afectivas amorosas y flechas de ángeles celestiales.
El fundamento androcrático (gobierno donde mandan los hombres) de la ciudad de los padres (Roma), basado en un sistema donde la jerarquización del hombre sobre la mujer sustentaba todo el orden humano, natural y cósmico; logró sobrevivir a través de la transmisión transgeneracional de sus valores culturales más representativos, incorporándose históricamente a la iglesia Católica y a los Estados nacionales.
En la época de Valentín el derecho romano (tan estudiado por las democracias actuales y reconocido internacionalmente) sostenía la importancia del linaje de los hombres en lo relativo a la herencia de bienes y la exacerbación de la figura del padre como la máxima autoridad de poder y de control total de todos los asuntos dentro de una familia. Las mujeres contraían matrimonio y aquello implicaba pasar de la sumisión de la autoridad del padre, a la del nuevo hombre llamado esposo, ya que no tenían poder alguno sobre sus cuerpos ni sus vidas y eran consideradas un recurso de reproducción de los varones, debiendo dedicarse a las labores de sometimiento y de reproducción (nos recuerda a algo, ¿no?).
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Me pregunto, sin encontrar un interlocutor capaz de responderme, si el acto de Valentín, el de casar en secreto a parejas jóvenes sin la aprobación de los patriarcas familiares, ¿también habría ocultado (y protegido) nuevas lógicas de equidad de género y de respeto? En aquellas parejas jóvenes que buscaron su ayuda, ¿no se encontraban germinadas formas inéditas de forjar vínculos de amor y de compromiso? Me gusta pensar en eso.
La cultura romana del pasado nos acecha recordándonos lo profundamente parecidas que son las culturas basadas en sistemas de valores patriarcales androcráticos, que fundamentan nuestras formas de relacionarnos y definen en este caso el amor, como una relación romántica que naturaliza la sumisión y la sujeción de las mujeres frente a los hombres. Aquí nace el concepto de “amor romántico” tan popular y tan hiriente.
Ideas del amor romántico, excusas perfectas para someter y explotar
El matrimonio y la maternidad son la única forma de realizarnos como mujeres:
El patriarcado ha manipulado nuestros imaginarios sociales (en el cine, en la tele y en la literatura, etc) para naturalizar su asimetría de género arbitraria. Por esta razón la gran mayoría de las películas gringas del Día de San Valentín o de “comedias románticas” nos proponen a personajes de mujeres que viven soñando con un final feliz, que mágicamente coincide con la agenda patriarcal de la dependencia existencial de su felicidad, al encuentro de un príncipe azul y la gran fiesta de matrimonio.
(Recomiendo ver Unorthodox).
La vida en pareja se da entre personas heterosexuales y dura para siempre:
El amor romántico se basa en la creación de un mundo perfecto en armonía ficcionada donde la pareja es heterosexual (una mujer y un hombre) y es monógama (hay un vínculo sexual exclusivo). Las parejas homosexuales y lesbianas han tenido que esconderse durante siglos de la mirada amenazante y del estigma de la cultura patriarcal, por plantear una sola forma de construir una relación de pareja (completamente arbitraria). Por otro lado, la fidelidad oculta en el “para siempre” angosta nuestra posibilidad de desarrollo personal al imponernos una visión donde todas nuestras pasiones, deseos de desarrollo personal eróticos y/o fantasías y aventuras, deben asociarse y satisfacerse únicamente en la pareja (promoviendo las emociones de la posesión, la apropiación del otro y los celos que nada tienen que ver con amar).
(Recomiendo ver Fleabag y Sex Education)
Si no encuentro una pareja no estaré completa:
El mito de la media naranja es icónico por su idea de predestinación. Hay alguien allá afuera solo para mí, mi “alma gemela”; sin ella me encuentro vacía. Esta idea distorsiona y sobreexige a las parejas un equilibrio que no puede realizarse. La predestinación o la elección perfecta de compañeros y compañeras para vivenciar la vida, esconden el verdadero valor del encuentro y del vínculo afectivo: la labor profundamente autoeducativa y gratificante de construir una relación basada en el respeto, en el reconocimiento del otro como un legítimo otro en la convivencia, y en el amor propio (en la aceptación de quien uno es y en la posibilidad de amar libremente a una misma, a la vida y a los demás tal como son).
(Recomiendo ver la película Her)
En estos nuevos tiempos feministas donde la realización de nuestros proyectos y vidas están ligadas a la búsqueda del buen vivir y del equilibrio en el sostenimiento de todas las vidas en esta tierra; ojalá que quienes celebren este 14 de febrero puedan festejarlo con quien aman, desde nuevas formas de entender el amor en libertad y autonomía.