Otro caso de violencia de la PDI contra la infancia mapuche: Cuando un niño es agredido por defender a su madre werken
Cuando Gricel Ñancul Fritz vio por videos a G. P. C, hija de Camilo Catrillanca, tirada en el suelo, inmovilizada por dos funcionarios de la PDI y a su madre suplicando que la soltaran en medio de un operativo policial multitudinario, se quebró de inmediato. Revivió lo que en septiembre le había ocurrido a su hijo C.M.Ñ, de 14 años, cuando la comunidad Autónoma Likankurra, en proceso de reivindicación territorial, fue allanada. Ella y su hermana, Nora Fritz Ñancul, fueron detenidas, ambas werkenes de la comunidad, es decir, lideresas de la defensa territorial.
—Me dio mucha rabia con el actuar de la policía que tratan tan cobardemente a los niños, sin respetar sus derechos, y el director de la PDI como manipula a su gente—, expresa hoy Gricel al escuchar a Héctor Espinosa decir que no van a permitir ser tratados como violadores de derechos humanos. Para ella, en rigor, no hay dudas.
Desde 2011, cuando se levantaron como comunidad en Collipulli, a 50 metros del río Renaico, se han mantenido en una lucha permanente por defender ese territorio sagrado. El tránsito de patrullas de Carabineros y de PDI, los drones sobrevolando y los allanamientos han sido frecuentes en el lugar. Hace cuatro meses fue uno de los más feroces que han vivido.
El jueves 10 de septiembre, la PDI irrumpió en la comunidad por una orden de detención de su hermano acusado por tráfico de armas y municiones, de lo que se enterarían ese mismo día. No eran más de las dos de la tarde cuando Gricel vio desde su casa a los funcionarios armados corriendo sobre un huerto de arándanos. Al salir, la apuntaron con una metralleta y la botaron al suelo junto a su hermana. Las mantuvieron con sus rostros pegados a la tierra, en medio de pozas de agua, sujetándolas con las rodillas sobre sus espaldas.
—¡Me están asfixiando, me están asfixiando! — repitió varias veces Nora. La misma escena de racismo y violencia policial que dio muerte a George Floyd dos meses antes en Estados Unidos, se veía calcada aquí.
En la única grabación de ese día se escucha a las mujeres suplicar que las suelten, mientras los funcionarios apartaban a golpes a C.M.Ñ y a F.A.F., una niña de 13 años, cuando salieron a defender a sus madres. Gricel vio que a su hijo le azotaron la cabeza contra el suelo, que sobre él había un detective de gran altura que le pegaba mientras lo tenía con sus manos atrás. C.M.Ñ les gritó que no podía respirar. Aun así, lo mantuvieron por unos minutos en esa posición y le pegaron con la cacha del revólver en la frente, dejándole contusiones en la cabeza, mientras amenazaban con disparar. También le quitaron su celular, que nunca devolvieron.
[caption id="attachment_635325" align="alignnone" width="721"] Captura de pantalla del video, donde se aprecia que al niño de 14 años lo aplasta un funcionario de la PDI.[/caption]
A las dos mujeres las siguieron agrediendo adentro de la camioneta de la PDI:
—Me dijeron: “Agradece conchetumadre que no te cargamos con nada”, y de qué me van a cargar si no tengo nada, les decía yo, todo lo que tengo es gracias a mi trabajo. "Nosotros sabemos cómo lo hacemos", me contestaban—, cuenta Gricel.
Onésima Lienqueo, activista de la Red por la Defensa de la Infancia Mapuche, ve que en esto hay un punto focal que tiene que ver con atacar a los hijos de las personas que llevan adelante procesos reivindicatorios. No es accidental, asevera: “La violencia que se ha vivido en muchos casos es hacia hijos de dirigentes sociales, hijos de autoridades, o que están visualizando una denuncia contra el Estado o de proyectos empresariales que están en la zona. Es un proceso de amedrentamiento a las familias para instalar miedo ante los procesos que están llevando y un quebrantamiento de la comunidad porque cuando atacas a la hija de la dirigente inmediatamente bajas el liderazgo de ella porque es lo más sagrado de la comunidad”.
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Este video fue presentado dentro de la acción judicial contra los funcionarios de la PDI que resulten responsables de los hechos y es difundido con la autorización de la madre del menor de edad mencionado y el abogado querellante*
Atacado por segunda vez
A la semana de lo ocurrido con C.M.Ñ, el miércoles 16 de septiembre, la Red por la Defensa de la Infancia Mapuche convocó a una marcha en Temuco por estos graves hechos. Buscaban entregarle una carta al Intendente Víctor Manoli para que tomara medidas inmediatas. El nivel de represión era desmesurado.
—Le pedíamos explicaciones al Intendente: ¿por qué tanta represión con los niños? ¿por qué cuando son niños mapuche a ellos no les interesa lo que les pasa, si es que están heridos o no? —, cuestiona Gricel Ñancul, que nunca recibió una respuesta de la autoridad regional.
Ese día, sin embargo, los carros lanzaguas arremetieron contra ellos sin importar los menores de edad presentes. Después de haber vivido momentos traumáticos en la comunidad, esta vez, C.M.Ñ fue nuevamente detenido y mordido por un perro que llevaba Carabineros. La marcha terminó abruptamente con varios detenidos.
[caption id="attachment_635332" align="alignnone" width="1040"] C.M.Ñ registro cedido por Gricel Ñancul.[/caption]
Onésima Lienqueo vio como dispersaban a niños que marchaban en grupo sosteniendo carteles por una infancia libre. Prácticas que ella ha puesto en conocimiento de instancias internacionales, como integrante de Front Line Defenders: "Los niños son el presente y el mañana de nuestro pueblo. Ante lo que se vive constantemente con la niñez mapuche, se nos hace imposible ser indiferentes. Lo vivimos de generaciones, donde el racismo y la violencia han sido los protagonistas. No queremos que mas niños y jóvenes sientan el odio y rencor de los demás por ser indígenas, por tener una cultura, una lengua, una historia de lucha. Un Estado que no respeta la niñez es un Estado que condena sus sueños y su futuro", ha dicho en esta plataforma internacional.
Sobre los hechos recientes, asegura que la misma dinámica que tuvieron con la hija de Camilo Catrillanca ocurrió en 2016 con Brandon Hernández Huentecol, entonces de 17 años, baleado por más de 100 perdigones por la espalda, y con otros tantos niños mapuche que viven bajo la militarización.
—Fácilmente a cualquiera de ellos se le podría haber escapado un tiro y la podrían haber matado—, manifiesta Onésima sobre lo que pudo haber ocurrido a la hija de Catrillanca el fin de semana pasado.
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Las palabras de Espinosa también la han dejado descolocada. Si antes creían que la PDI lograba cumplir de mejor manera los protocolos de infancia en comparación a Carabineros, eso hoy ya no cuenta. En los últimos seis meses, la Red de Protección a la Infancia Mapuche ha contabilizado siete ataques de efectivos policiales, entre carabineros y PDI, en contextos de allanamientos, dispersión de manifestantes y un ataque directo en manifestación.
Dentro de este contexto, el abogado Sebastián Saavedra, querellante en el caso de C.M.Ñ, explica que se han presentado dos querellas: una por lo ocurrido el 10 de septiembre en contra de los funcionarios de la PDI de Angol por torturas hacia las mujeres y niños de la comunidad Likankurra; y, la segunda, por lo ocurrido en la marcha en Temuco. Sobre lo primero, dice que “se ha accedido a registro gráfico que evidencia las lesiones en su nariz, que posteriormente le provocaron por bastante tiempo dificultades para respirar”. Por ahora, el caso está en etapa de investigación y se debe avanzar en los peritajes, pero, inicialmente, él aclara que habría méritos suficientes para formalizar a los funcionarios policiales responsables.
El daño colonizador
Claudia Molina es psicóloga infanto juvenil e integrante del Centro de Investigación y Defensa Sur (Cidsur) y ha elaborado informes psicológicos para presentar en los procesos judiciales de los que se han hecho parte. Los daños que ha identificado califican dentro del estrés postraumático al ver comprometida la integridad y la vida de un ser querido.
Vivir con miedo por situaciones imposibles de controlar, como un allanamiento policial, asegura la profesional, genera impactos a niveles cerebrales porque "el cerebro se mantiene en un estado de sobrevivencia, eso significa que las y los niños no están preocupados de aprender, de jugar, de compartir, como debería ser en esa etapa".
Además, pesan elementos relacionados al trauma histórico donde se revive constantemente el conflicto que el Estado ha mantenido con el pueblo mapuche con su lógica de invasión y colonización.
—Es muy doloroso para ellos entender que el racismo es una política de represión que no hace ninguna distinción entre niños adolescentes y adultos. El trato policial lo que hace es poner la categoría de “indios” que va desde niños a adultos sin diferencias—, concluye Claudia.
El Desconcierto se comunicó con la Policía de Investigaciones para obtener su versión de los hechos. Al respecto, la institución policial declinó referirse al tema debido a que existe una investigación judicial y un sumario administrativo sobre los hechos. Ambos procesos se encuentran abiertos.