Larraín se hace el “Larry” con los abogados integrantes
En nuestro país existe una antigua institución denominada “los abogados integrantes”. Se trata, en teoría, de profesionales de aquilatada trayectoria, ya sea en el ejercicio de la profesión o en el ámbito académico, que son convocados a integrar (de ahí deriva su nombre), pasando a ser un ministro más, cuando en las Cortes de Apelaciones o en la Corte Suprema falta algún miembro, por cualquier motivo (vacaciones, licencias médicas, permisos, etc.).
Las cortes sólo pueden convocar como integrantes a los abogados que figuren en una nómina o lista que elabora el gobierno de turno, y que se ordena con prelación, de manera que se debe respetar ese orden, y así son llamados (o debieran serlo), en la medida que sea necesario. Estas nóminas son consecuencia de ternas que previamente elabora la Excma. Corte Suprema, y de las cuales el gobierno va eligiendo según sus particulares criterios.
Durante esta pandemia, y adoptando medidas de austeridad, la Corporación Administrativa del Poder Judicial le pidió a las cortes que restringieran lo más posible el llamado a los abogados integrantes, pues a ellos se les remunera, proporcionalmente, dependiendo de las veces que integren en un mes, con el mismo estipendio de un ministro.
Acogiendo ese llamado de austeridad, durante este año las cortes se integraron en su mayoría, desde luego, por ministros, fiscales judiciales y jueces de primera instancia designados como ministros suplentes, de manera que los llamados a integrar, en general, disminuyeron ostensiblemente.
Cuando el actual ministro de Justicia, Hernán Larraín, era senador y miembro de la Comisión de Constitución, no dejó pasar oportunidad para criticar duramente la institución de los abogados integrantes, pidiendo siempre que se enviara un proyecto de ley para terminar con ellos, planteando que era una institución anacrónica y que ya no se justificaba, considerando que hoy el Poder Judicial es una institución robusta y que, desde el punto de vista de los nombramientos, era un sinsentido destinar largos debates para la designación de los ministros de la Corte Suprema, cuando el gobierno de turno, por el lado y a través de un simple decreto, nomina en los hechos a un miembro mas de las salas de cada corte.
Sin embargo, en todo el tiempo que lleva a cargo del Ministerio de Justicia, y ad portas de nombrar por tercera vez a los abogados integrantes de las Cortes de Apelaciones, que duran un año en sus cargos, y por primera vez en su gestión a los de la Corte Suprema, que duran 3 años, el ministro Larraín no ha dicho absolutamente nada sobre el particular.
La institución, desde hace años ha venido siendo objeto de razonables críticas, como las del entonces senador Hernán Larraín, o las del Contralor General de la República, Jorge Bermúdez, quien recién asumido cuestionó la legalidad de los nombramientos, a los que podemos agregar las quejas de muchos justiciables, que miran con recelo que una misma persona esté sentada como juez un día y al siguiente como abogado litigante.
También se han escuchado interesantes propuestas que, reconociendo el valioso aporte y mirada de los profesionales externos, tanto de abogados integrantes como también de aquellos ministros externos de la Excma. Corte Suprema, plantean que se pueda considerar esta última alternativa, para que, en reemplazo de los abogados integrantes, se abran cupos para ministros externos o ajenos a la carrera judicial, a nivel de Cortes de Apelaciones.
Esta idea es muy interesante, ya que mantendría lo favorable de los abogados integrantes, que básicamente es la mirada externa y en muchos casos, además, el aporte académico, y terminaría, por otro lado, con esa impresión, a veces lamentablemente real, de que esos cargos sólo son para servirse del sector público. La medida, de otro punto de vista, no costaría un solo peso adicional, pues los cargos externos, en un porcentaje a determinar, se podrían ir llenando en la medida que se produzcan las vacantes.
Aún queda tiempo durante el actual gobierno para tramitar buenas iniciativas, sobre todo sabiendo que hay buenas propuestas y un ministro de Justicia que conoce muy bien el tema, a juzgar por sus duras, permanentes y acertadas críticas; solo que, por alguna razón que todos intuimos, se ha estado haciendo el “Larry”.