La migración rural de Illapel y la pugna por el agua

La migración rural de Illapel y la pugna por el agua

Por: El Desconcierto | 10.08.2020
En la comuna de Illapel, Choapa, lugareños que residían en sectores campesinos migraron a los radios urbanos por la falta de agua. Clelia Rozas, criancera de la Comunidad Agrícola de Tunga Sur, dice que la falta de lluvias fue una de las causas. Pero hay otro factor: la disputa por los recursos hídricos con los productores de paltos y la minería.

El puente Confluencia en la comuna Illapel es un lugar estratégico. En ese espacio geográfico se unen dos afluentes relevantes de la Provincia del Choapa. El río Illapel, que realiza un recorrido desde la Cordillera de Los Andes hasta llegar a ese punto, en el que vierte sus aguas en el río Choapa, el cual sigue su curso hasta desembocar en el mar.

Al oeste del río Choapa y, en medio de cerros, se emplaza la Comunidad Agrícola de Tunga Sur; un caserío rural integrado por 145 comuneros -según el Ministerio de Bienes Nacionales-, quienes gestionan este territorio.

Es mediodía y Clelia Rozas Rojas, criancera y comunera del sector, se prepara para alimentar a sus animales. La mayoría son cabras, aunque también hay algunas ovejas.

“Siempre me he dedicado a esto, a criar animales, a hacer queso. Es mi pasión”, dice la mujer.

No son días fáciles para la criancera. La sequía golpeó con fuerza Illapel en 2019, y en el horizonte no se avizora posibilidad de que llueva.

Clelia Rozas Rojas, criancera de la comuna de Illapel. Foto: Sebastián Palma y María Paz Byers.

Rozas tiene alrededor de 200 animales que cuida junto a su marido. Sin embargo, se le murieron cerca de 30 cabras, otras abortaron y sólo lograron sobrevivir dos crías de caprino.

“Este año no tengo nada de producción de queso, se me mal parieron todas las cabras (sic). Tengo dos cabritos chicos nomás porque les doy leche con mamadera”, subraya.

La estrategia de alimentar con biberón a las crías es una forma de evitar que fallezcan cuando las madres no cuentan con suficiente leche o las nodrizas las rechazan.

Clelia nació en Illapel. Tiene cinco hermanos, otro falleció. La actividad productiva de la familia se centró, desde un comienzo, en la crianza de animales. Solo en un período el clan salió del territorio cuando su padre partió a trabajar a la mina El Salvador, ubicada en la Región de Atacama.

Al retornar en la década de los 90, se habían producido cambios en la zona. A pesar de que Illapel se caracteriza por períodos de pocas lluvias, notaron que con los años las precipitaciones disminuyeron y se acentuó la falta de agua.

“Nunca habíamos visto una sequía tan grande, yo no al menos. En 2018 llovió un poco en septiembre, pero ahora nada, ni un garuga”, precisa.

Comenta que sostuvieron una reunión con crianceros de otros sectores como Canela, Quillaicillo, Tunga Norte y Sur y el diagnóstico fue el mismo: falta de agua y forraje para los animales e imposibilidad para producir.

“Mucha gente vendió sus animales y en medio de las lágrimas. Les estaban pagando 20 mil pesos por una oveja parida y por las cabras 15 mil (…).Conozco a un caballero que está con depresión porque él vivía de su ganado. No tiene ni siquiera para echarle algo a la olla”, subraya la criancera y continúa con sus labores. Aún queda trabajo por hacer en la jornada.

Animales de crianza. Foto: Sebastián Palma y María Paz Byers.

Camino a la ciudad

Al interior de la cocina de la casa de Clelia hay un  mesón alargado con varias sillas para la familia. El telón de fondo es un ventanal desde el que se pueden observar algunos árboles frutales para el consumo del hogar.

Habla de la migración que se está produciendo en zonas campesinas de Illapel, de que vecinos de la comunidad y de otros sectores, han bajado desde las áreas rurales hacia los radios urbanos debido a la falta de agua y la imposibilidad de mantener el estilo de vida campestre que era tradición.

“Mi mamá, por ejemplo, nació en una parte que le llaman El Remolino. En un momento se tuvieron que venir (cerca de la ciudad), porque en los cerros se terminó el agua”, afirma.

Dice, además, que los campesinos incentivan a su descendencia a realizar otras actividades que les permitan tener más oportunidades, una vida distinta. Sus hijos, de hecho, como muchos otros, se fueron a las zonas mineras.

La criancera reflexiona sobre las políticas públicas que se han aplicado en el contexto de las sequías. Considera que el mundo rural no tiene suficiente cabida en las decisiones que se toman en la capital.

“He participado en mesas de trabajo, en encuentros y siempre digo que debiéramos tener una política de Estado que incluya a los crianceros en el presupuesto, sea bueno o malo el año. La ayuda llega cuando la sequía la tenemos encima”, subraya.

Añade que “no hay una política para que los crianceros salgamos adelante y no emigremos”. También, que “hay gente que con mucho dolor se va a tener que ir a la ciudad”.

En septiembre de 2019, debido a la crítica situación hídrica en el territorio, crianceros de las comunas de Illapel y Salamanca -esta última a 45 kilómetros de la minera Los Pelambres-, se trasladaron hacia la región del Maule para salvar parte de sus animales. Algunos de ellos estarían pensando en no volver según la Municipalidad de Illapel.

Más allá de la lluvia

La criancera dice que tiene dudas respecto de, hasta qué punto la sequía que golpea Illapel, se debe a razones climáticas. Para ella existen otros factores asociados, como es el uso agua por parte de la agroindustria y de la minería, dos actividades productivas relevantes en la provincia.

En el caso de la agricultura el problema principal, a su juicio, son las plantaciones de paltos que abundan en los cerros.

Plantación de paltos en la comuna de Illapel (Choapa). Foto: Sebastián Palma y María Paz Byers.

“Aquí cerca había un fundo de unas 100 hectáreas y lo vendieron. Ahora están plantando muchos paltos y fumigan con helicóptero. A nosotros nos están matando hasta las abejas”, asegura.

Según la mujer los paltos llegaron hace uno 20 años a la zona. En el Plan Regulador 2014-2018 de la Municipalidad de Illapel, por otra parte, se especifica que estas plantaciones son las predominantes en el área agrícola, con en superficie aproximada de 1.200 hectáreas. Le siguen los nogales con cerca 305.30.

En el mismo documento se menciona que, en el caso de los paltos, parte de los grandes productores provienen de otros lados como la región de Valparaíso e incluso de Santiago.

“Lo que yo pienso es que, si está tan malo el tema de la sequía, porqué tienen que seguir plantando paltos”, sostiene Clelia.

Tanto ella como otras personas del sector creen que, parte del agua, también se la está llevando la minería, actividad productiva que ha causado episodios de contaminación en afluentes del territorio.

Uno de ellos ocurrió en 2009 cuando 13 mil litros de concentrado de cobre de la minera Los Pelambres, de la empresa Antofagasta Minerals, perteneciente al Grupo Luksic, cayeron en el río Choapa.

“La gente de Socavón, (situada en una parte rural de Illapel) tienen hartos problemas con Los Pelambres. Nos han comentado que hay muchas personas que tienen enfermedades asociadas al cáncer”, comenta la campesina.

Para la criancera las grandes plantaciones de paltos y la minería, que cuentan con más acciones de agua, están secando poco a poco a Illapel.

“El empresario grande es el que está matando a los chicos”, enfatiza. Y añade que “no hay agua para los pobres, pero los ricos cada vez tienen más derechos”.

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