DE FÚTBOL Y ALGO MÁS| Erradicar el racismo del fútbol

DE FÚTBOL Y ALGO MÁS| Erradicar el racismo del fútbol

Por: Elisa Montesinos | 05.06.2020
El martes de esta semana se viralizó el #BlackOutTuesday, que consistía en dejar una imagen negra en redes sociales debido a lo acontecido en Estados Unidos. Uno de los jugadores que compartió esta campaña fue Arturo Vidal. Muchos usuarios le recriminaron el no haber sido más efusivo para las movilizaciones chilenas y lo insultaron con expresiones como desclasado, roto con plata y flaite; mientras que a quienes lo defendieron los trataron de monos.

Los últimos días el mundo se ha conmovido por el asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis. George era un afroestadounidense de 46 años al que habían detenido al ser sospechoso de un delito. Lo tenían en el suelo e inmovilizado. El oficial Derek Chauvin le puso la rodilla en el cuello mientras George con dificultad le decía que no podía respirar. Luego de 8 minutos no pudo más.

Este caso no es un hecho aislado, resulta imposible distanciarse del problema culpando a un par de policías específicos porque el racismo en ese país es un tema estructural. En Estados Unidos, “los adolescentes negros tienen 21 veces más probabilidades que los blancos de morir por agentes de policía, la policía mata un negro cada 40 horas" (comenta Rashawn Ray investigador del Brookings Institution). Es en este contexto que el pueblo de EE. UU. se ha levantado en protestas que cada día suman a más y más ciudades y que frente a la respuesta represiva del gobierno se vuelven más y más violentas. 

Hoy y en mitad de la crisis sanitaria que golpea al mundo, el hecho obtuvo alcance global. Mientras hay cuarentenas de diferentes grados en la mayor parte del mundo, en que el fútbol está prácticamente paralizado por completo, y que se suspendieron ligas y clasificatorias, algunos campeonatos han comenzado a reiniciarse con dificultad. Y en ese marco se han dado algunas muestras de solidaridad por parte de clubes y jugadores, especialmente en la Bundesliga.

Weston McKennie salió al campo de juego con un brazalete que decía “Justicia para George” en el partido entre el Shalke 04 y el Werder Bremen. Y en el festejo de sus goles, Achraf Hakimi y Jadon Sancho del Borussia Dortmund, también pusieron el mismo lema en sus camisetas. Otro jugador que se sumó fue Marcus Thuram, el  defensor francés se arrodilló al hacer un gol en el partido del Borussia Mönchengladbach vs el Unión Berlín, en homenaje a la lucha contra el racismo. La misma que años antes apoyara con tanta fuerza su padre, lo que quedaría reflejado de manera magistral en el documental Les Bleus, que relata los conflictos raciales y étnicos al interior de la selección de Francia.

También en Inglaterra se suscitaron acciones de apoyo, mientras todo el plantel del Liverpool se arrodilló en el centro del campo durante su entrenamiento en señal de apoyo a la movilización, otros clubes y muchos jugadores, compartieron mensajes antirracistas en sus redes sociales.

Hasta ahí todo bien, resulta urgente tomar posición frente al racismo, tal como dice Angela Davis: “En una sociedad racista no basta con no ser racista, hay que ser antirracista”, pero el fútbol tiene un sinnúmero de situaciones a las que no ha podido estar a la altura.

En varios países, sobre todo en Europa, cuando un jugador negro toma la pelota muchas veces tiene que soportar gritos de monos por parte de la hinchada rival. Incluso hace no mucho a Dani Alves le tiraron un plátano, que el defensa abrió con una actitud irónica dándole una mascada. Hay casos en que cuando la situación se ha mantenido un buen rato, los árbitros deciden detener por un momento el partido para que por los parlantes del estadio se recomiende a los hinchas parar con este tipo de manifestaciones.

En España han sido frecuentes cánticos como “negro, basura, tu piel no tiene cura”, o “negro, cabrón, recoge el algodón”. Pero salvo algunas pequeñas detenciones en los partidos en que eso ha sucedido, no ha pasado mucho más. Quizás valga la pena consignar la sanción del cierre de una de sus galerías, que recibió el 2014 el Real Madrid. Esto, producto de la exhibición de una bandera nazi durante un partido por una copa internacional. 

Por lo mismo causó tanto revuelo que el primer partido de La Liga en suspenderse por cánticos, fuera el jugado entre el Rayo Vallecano y el Albacete, debido a que la hinchada del Rayo de conocida tendencia antifascista se manifestara en contra de un jugador del equipo rival. Bukaneros, la hinchada del Rayista, le gritaba "Zozulia eres un puto nazi", debido a que Zozulia es cercano a una organización paramilitar ucraniana y seguidor de activistas de  ultraderecha. 

Pero no solo en Europa el racismo es un problema sin solución, en nuestra América sigue teniendo bochornosos ejemplos que han terminado en multas y sanciones. Hace un tiempo la FIFA castigó a diferentes federaciones de fútbol por cánticos racistas y homofóbicos. Durante las clasificatorias para el mundial de Rusia 2018, Chile fue el país más sancionado del mundo, seguido de cerca por México. Nuestro país fue castigado 7 veces, lo que tuvo como consecuencia altas multas económicas y la pérdida de la localía en el Estadio Nacional.

Hace muy poco, en marzo de este año, Yorman Zapata y Ricardo Adé, jugadores de Magallanes recibieron insultos racistas por parte de la hinchada de Cobreloa. Adé se acercó al árbitro para decirle que tenía que intervenir y este le dijo que no podía hacer nada.

El martes de esta semana se viralizó el #BlackOutTuesday, que consistía en dejar una imagen negra en redes sociales debido a lo acontecido en Estados Unidos. Uno de los jugadores que compartió esta campaña fue Arturo Vidal. Muchos usuarios le recriminaron el no haber sido más efusivo para las movilizaciones chilenas y lo insultaron con expresiones como desclasado, roto con plata  y flaite; mientras que a quienes lo defendieron los trataron de monos. Muchos siguen repitiendo prácticas discriminatorias que resultan necesarias de erradicar por completo. Es de esperar que la terrible muerte de George nos permita generar reflexiones más profundas sobre cómo nos relacionamos con el otro.