“El estallido del hambre”: Dirigentes y vecinos de El Bosque explican las razones de la nueva crisis social
No sólo ayer salieron a protestar en la comuna de El Bosque. Hace dos semanas, la dirigenta Pamela Cano también se tomó la calle junto a otros vecinos. El motivo, al igual que hoy, fue la desesperación ante la falta de alimentos. Cano asegura que en su población, la San Francisco, existe un grupo importante de adultos mayores, trabajadores cesantes y familias que están pasando por serios aprietos económicos. Por eso agradeció cuando les llegó, al otro día, varias cajas de mercadería provenientes de la municipalidad.
Ayer pasó algo similar, sólo que esta vez la movilización partió con un grupo importante de adultos mayores que, a eso de las 10 de la mañana, se tomaron la avenida Nueva Imperial y comenzaron a tocar sus cacerolas. La situación, aseguran los vecinos, fue reprimida por carabineros desatando la furia de sus familiares. De ahí en adelante la manifestación se mantuvo hasta bien entrada la noche, propagándose con fuerza a otras poblaciones de Santiago, como Villa Francia y La Pincoya.
[caption id="attachment_369279" align="alignnone" width="1024"] FOTO: FRANCISCO CASTILLO /AGENCIAUNO[/caption]
–Lo de hoy fue causado en gran parte por la represión que fue ejercida en contra de los adultos mayores, que estaban haciendo las protestas en la mañana y eso desembocó en el enojo de los jóvenes que salieron a defender a sus abuelos y sus papás– cuenta Héctor Pérez, vecino de la población San Francisco, epicentro de las manifestaciones.
Factores del descontento hay hartos. Según datos de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (Casen) de 2015, la pobreza multidimensional en la comuna de El Bosque se eleva a 27,04%, casi el doble de la media nacional, el hacinamiento alcanza al 18% de los hogares y la pobreza de ingresos es la más alta de la Región Metropolitana con un 14,5%.
Chile antiguo
Lastenia Vásquez tiene 56 años y también recibió una caja de mercadería del municipio. Dice que se mantuvo un par de meses, pero que ahora no le queda nada. Vive con su hija menor y desde hace tres meses que no puede trabajar. Antes de la crisis sanitaria vendía completos y café en la feria. “Apenas he podido trabajar por esto de la pandemia. Ahora nadie quiere comprar porque están todos aterrados. La gente tiene miedo y tampoco tiene plata”, cuenta.
Si bien le ha faltado para cubrir los servicios básicos, a Lastenia le preocupa más la alimentación. Asegura que a veces pasa el día con un tecito y otros apenas con un vaso de agua. “Si pue, días malos, malos…días que uno se los pasa prácticamente acostada para no sentir hambre. Si hasta los huesos están caros, viera el pollo, para mi dos mil pesos es muy caro. Ya nada es como antes, la vida nos cambió radicalmente”, dice. “Yo me pregunto cómo puede ser tan cerrado este gobierno que no escucha a su pueblo. No mira hacia fuera, no mira al prójimo, no mira al débil, al humilde, sólo se mira a sí mismo”, agrega.
“Yo lo veo como imágenes de un Chile antiguo”, explica Patricia Coñoman, miembro de la organización mapuche Newen Domo. Cosas que parecían estar en la memoria emotiva y que ahora vuelven a resucitar. O quizá nunca desaparecieron del todo. “La gente ahora volvió a prender fuego para cocinar, en la feria están vendiendo un cuarto de aceite en botellas plásticas y en los negocios la gente compra bolsitas de té individuales. Es como estar retrocediendo en el tiempo, algo que jamás pensé que iba a volver a vivir. Es como los años 80, porque no solamente es el hambre sino también la represión”, cuenta.
Patricia tiene 68 años y vive junto a otras nueve personas en su casa. Dice que es “una situación de tanta injusticia e indolencia”, que la considera un atropello a los derechos humanos. “Acá el derecho a la salud es una risa, el derecho a la vivienda igual y ahora el derecho a comer. Estamos viviendo tiempos muy difíciles. Hay compañeras que se sacan el pan de la boca para que sus hijos coman y no les falte”, explica.
Los departamentos del sector son viviendas que pertenecen a los denominados “condominios sociales en altura”, viviendas entre 37 y 42 m2, donde en algunos casos viven hasta tres familias. “La pérdida de trabajo ha afectado a toda nuestra gente, a las mujeres que trabajaban haciendo aseo en el barrio alto y a muchos hombres que trabajaban en la construcción”, cuenta Jeanette Morales, presidenta de la Junta de Vecinos de la Villa 12 de Octubre.
[caption id="attachment_369382" align="alignnone" width="1024"] AGENCIA UNO[/caption]
José Miguel Laiño, del sector cuatro de El Bosque, asegura que “el primer síntoma de esta nueva crisis ha sido la proliferación de ollas comunes”. “Los vecinos se sienten olvidados por las autoridades. Muchos señalan haber ido a municipios o llamado al Ministerio de Desarrollo Social, pero que nunca les dan una respuesta. Se sienten desamparados. Porque, además, esto no tiene que ver sólo con el alimento, sino con la cuenta del agua, la luz, las deudas".
El problema, en el fondo, es multidimensional. "En el sector donde fue la protesta están hacinados. La mayoría vive en departamentos muy pequeños, con escasas condiciones higiénicas. A veces no tienen para comprar o deben conseguirse o pedir fiado en un negocio. La cuarentena se hace entonces más compleja”, reflexiona. “El tema es que no se puede pasar adentro de la casa sin comer. El hambre no se puede soportar, más cuando hay hijos de por medio”, agrega.
Economía solidaria
Las herramientas para sortear los efectos de la crisis son variados y muestran una arista solidaria a toda prueba. Héctor Pérez, por ejemplo, forma parte de un comité de abastecimiento que compra productos al por mayor y ofrece a sus miembros acceso a precio de costo. Las razones: “Nos dimos cuenta que estaba escaseando la comida en el territorio. El Bosque es una comuna dormitorio, la mayoría de la población se sostiene con trabajos informales, muchos coleros de feria y trabajos de día a día. No es que exista desabastecimiento, lo que pasa es que no hay plata para comprar. Eso fue lo que gatilló el estallido hoy día en el sector de Nueva Imperial”, argumenta.
La misma gente, agrega Pérez, se ha involucrado en los procesos de compra, distribución y empaque, generando a su vez, canastas solidarias para los vecinos que no pueden costear la compra colectiva. Un sistema que recién está comenzando a operar, pero que se anticipó a la crisis que explotó ayer.
“Podemos ver que el sector donde empezaron las protestas (sector seis) es el sector donde también existe la mayor cantidad de contagios en la comuna y tiene los niveles más altos de hacinamiento. La cuarentena, en estas condiciones, no se ha podido cumplir bien porque la gran mayoría ha tenido que salir a buscar su sustento igual”, explica.
Hasta el día de ayer, según datos de la municipalidad de El Bosque, existían en la comuna 851 casos positivos de COVID-19. De todos estos, 204 contagiados pertenecen al sector 1, donde se encuentran las poblaciones Vicente Huidobro y San Francisco que ayer salieron en masa a manifestarse.
En la población San Francisco, inaugurada hace 35 años, los vecinos han recolectado alimentos a partir de trabajos de fumigación en los mismos barrios. El municipio les regaló unas máquinas pulverizadoras y ellos mismos están limpiando las casas de la gente a cambio de una colaboración. “Nosotros fumigamos y los dueños de casa nos pasan algo de mercadería y eso después se lo pasamos a la gente que está mal, generalmente a los adultos mayores”, cuenta Pamela Cano.
La irrupción de ollas comunes es otra herramienta que se ha extendido en la comuna, organizadas principalmente por juntas de vecinos, clubes deportivos, agrupaciones culturales y organizaciones juveniles.
Carmen Aguilera vive en la población El Esfuerzo, junto a una sobrina de 22 años y un hermano suyo discapacitado. Allí los pobladores han organizado una olla común que abastece a cerca de 200 personas. “Hay familias que tienen más de cuatro cabros chicos. Entonces obviamente se va a tener que sacrificar el padre o la madre para salir a buscar sustento. Porque antes de tener los niños muriéndose de hambre, tienen que hacerlo ellos no más”, cuenta.
Patricia Cano, dirigente de la Población San Francisco, asegura que en su sector funcionan varias ollas comunes a cargo del presidente de la unión comunal, Héctor Cataldo, y que ella misma está pensando formar una en su sede vecinal. “La gente está pasando por muchas necesidades, tenemos una sede bien linda, ojalá que el municipio nos pueda ayudar”, dice.