Movilidad y COVID-19: una oportunidad para aplanar la curva del cambio climático
Debido a los brotes de COVID-19 alrededor del mundo, muchas ciudades han aplicado cuarentenas reduciendo significativamente los viajes urbanos. Como consecuencia derivada, se ha registrado una disminución histórica en emisiones. Por ejemplo, ciudades como Paris, Roma o Madrid han experimentado reducciones del orden del 50% durante los periodos de cuarentena, en comparación a un periodo normal. Paradójicamente, mientras la humanidad vive un episodio crítico el planeta respira por unas semanas como no lo ha hecho en décadas.
Las crisis generalmente develan oportunidades. Hoy, que enfrentamos la urgencia de replantearnos la movilidad urbana para aplanar la curva de contagios, tenemos la ocasión propicia para preguntarnos si las estrategias que podemos y necesitamos aplicar ahora, de manera urgente, son a la vez conducentes a aplanar la curva del cambio climático; porque aunque ahora se vea lejos, está por llegar al punto de no retorno y no solo matar a miles, sino acabar con la especie humana. En otras palabras, no podemos perder de vista lo importante por atender únicamente a lo urgente.
Solo en Santiago, los viajes en transporte público han disminuido hasta un 70% y el temor por contagiarse cuanto se levanten las cuarentenas, hace presumir que esta tendencia no será fácil de revertir. Por otro lado, aun cuando la OMS ha recomendado “considerar la caminata y el uso de la bicicleta, siempre que sea posible”, según reportes de apple, cuando se retoman los viajes, el modo que más rápidamente vuelve a la normalidad es el auto. Esto debiese instarnos a tomar medidas para garantizar el derecho a la movilidad y facilitar la distancia social, aportando simultáneamente a la necesidad de disminuir nuestras emisiones. La conclusión en diversas ciudades del mundo es unívoca: actuar rápido, con pintura y materiales ligeros, para redistribuir el espacio vial y favorecer la movilidad activa, quitando espacio al automóvil.
¿Qué están haciendo algunas ciudades en el mundo?
Paris ha sido la ciudad más ambiciosa en esta agenda. La alcaldesa Anne Hidalgo comprometió 650 km de nuevas ciclovías en los próximos meses, para lo cual pretenden eliminar hasta el 72% de los estacionamientos en superficie. Lo que era un plan para 2024, se está tomando con la urgencia que requiere el volver a las actividades diarias y ya se pueden observar las primeras obras. Roma destinará 3.8 millones de euros para ejecutar 150 km de ciclovías en los próximos meses. Berlín ha implementado una serie de ciclovías “pop-up” y publicaron un guía para ejecutar de ciclovías de emergencia en 10 días, que sirve de insumo para replicar en otras ciudades. Estrategias similares se repiten por todo Europa, Canada y Australia, pero Sudamérica no se queda atrás.
Bogotá sumó a su red de 550 km de ciclovías, un total de 117 km de ciclovías temporales (tipo ciclorecreovía) que corren en paralelo a los troncales de Transmilenio y los flujos aumentaron hasta un 500%. Tras el éxito, la alcaldesa Claudia López anunció 80 km de ciclovías permanentes. Lima está implementando 46 km de ciclovías temporales y de aquí fin de año proyectan construir 21 km de ciclovías permanentes. Buenos Aires aun no ha tomado medidas para promover el ciclismo, pero ha realizado intervenciones en diversas avenidas reduciendo estacionamientos y ampliando veredas para favorecer el distanciamiento peatonal cuando vuelva a abrir el comercio.
¿Y por acá cómo vamos?
Rancagua fue la primera ciudad en tomar medidas, peatonalizando temporalmente algunas calles del centro y demarcando con pintura para ordenar el distanciamiento fuera de algunos servicios públicos. Chillán también cortó el tráfico vehicular en algunas calles del centro y no hay mucho más. En Santiago, solo Las Condes ha mostrado iniciativa, y en un fin de semana habilitó una ciclovía en Presidente Riesco. Se anunciaron nuevos proyectos, entre los que destaca intervenir Apoquindo, en 6,5 km desde Tobalaba hasta Los Dominicos.
El resto de los municipios de momento no han mostrado iniciativa, seguramente más por falta de recursos, técnicos y económicos, que por falta de interés. Si bien es destacable lo hecho por Las Condes, su alcance es limitado si no se coordina con municipios vecinos para abarcar mayores distancias y mejorar la conectividad. Es de esperar que se sume una ciclovía por Colón para conectar con Eliodoro Yañez, por ejemplo, o que Providencia decida continuar la ciclovía de Apoquindo hasta Baquedano. Lamentablemente, ante la falta de gobernanza regional todo queda limitado a la voluntad y recursos municipales, en una ciudad segregada y desigual.
¿Que podríamos hacer en Santiago?
Tanto el MTT como el GORE han hecho numerosos diagnósticos y ejercicios de priorización para avanzar en materia de cicloinclusión. En una iniciativa reciente, el Coléctivo Muévete compiló y sintetizó el trabajo de años en la mesa “Santiago Pedaleable” del GORE, con los proyectos de conectores elaborados por SECTRA y proyectos municipales en carpeta. En total son casi 250 km de ciclovías, algunas de ellas conectado facilidades existentes y otras en avenidas hasta ahora no intervenidas, con la finalidad de consolidar la red y ampliar su cobertura. Se trata de una propuesta validada socialmente, factible técnicamente y que ha sido madurada por años.
Así como muchas ciudades están anticipando sus planes, en Santiago tenemos la oportunidad de activarlo de una vez. Sin embargo, se requiere presupuesto y coordinación desde el nivel central o regional y, lamentablemente, ni el GORE ni el MTT han mostrado tener esa voluntad.
¿Cuanto costaría?
Si tomamos como estándar la ciclovía implementada en Presidente Riesco y utilizando como referencia los precios unitarios de un contrato de mantención municipal, se puede estimar un costo aproximado de 15 millones de pesos por km. Es decir, el plan completo que implicaría casi duplicar la oferta actualmente disponible, tendría un costo aproximado de 3.750 milones y podría ser bastante menos si se licitara como un solo paquete desde el gobierno regional.
Para hacernos una idea, con lo que cuesta construir media cuadra de una línea de metro podemos duplicar la red de ciclovías por todo el territorio. Llegó el momento de pensar distinto y avanzar rápido, tenemos dos urgencias que atender y se nos acaba el tiempo.