30 años del abrazo entre Silvio Rodríguez y el fin de la dictadura en Chile
Nueve de la noche y las luces del Estadio Nacional se apagan, dando inicio a una introducción instrumental de casi 10 minutos. Silvio Rodríguez no venía solo. Más de dos meses de ensayos tuvo este show que contó como columna vertebral a la banda de jazz cubano Irakere, comandados por el destacado pianista Chucho Valdés. Él es quien abre ‘Concierto andino’, la primera canción de la noche y un tributo a la música del sur del mundo en tono de jazz, vaticinando una noche histórica.
Manos en los bolsillos y mirando hacia abajo, Silvio Rodríguez entra tímidamente al escenario de un estadio que lo vitoreaba con el mismo ardor con el que lo esperaba desde su última visita en 1972. Fueron muchos años de una dictadura musicalizada en las sombras con los versos de esperanza de este joven cantautor cubano de 43 años y que esta noche se miraban por fin de frente. Apenas se atrevió a mirar, sacó su mano y la extendió a lo alto para saludar y comenzar a estrechar este dañado vínculo. Mientras se sienta y acomoda su guitarra, el público no para de gritar y de flamear banderas chilenas. De fondo, Irakere da el inicio a ‘Causas y azares’. Rodríguez rasguea sus cuerdas y mira nervioso al público. Sonríe y el público estalla en emoción. Silvio Rodríguez estaba de regreso.
“Muy buenas noches, Santiago de Chile”, fueron sus primeras palabras. “Bueno, ¿qué decirles? Había pensado tantas cosas… Creo que nunca he usado…. Creo que va a ser la primera vez que uso el nombre de mi pueblo para decirle algo a otro pueblo, porque hablar en nombre de un pueblo es una responsabilidad demasiado alta, pero creo que no corro ningún riesgo si les digo, en nombre de toda Cuba, «un gran abrazo solidario y latinoamericano con el pueblo de Chile» y una gran felicitación entrañable por la democracia”.
[caption id="attachment_355899" align="aligncenter" width="795"] Ernesto Fernández[/caption]
La noche siguió con éxitos clásicos y otros que había compuesto durante este eterno hiato, justamente el que resume lo medular de su discografía. “Para que ustedes se enteren… había tanta incomunicación”. Como una especie de reconciliación de esta separación forzada, Silvio Rodríguez estrenaba para Chile los mayores hitos de su carrera a un país que cantaba todo, tanto en el Estadio Nacional como a través de la retransmisión de Televisión Nacional de Chile. Uno a uno se sucedían. ‘Óleo de mujer con sombrero’, ‘Pequeña serenata diurna’, ‘Por quién merece amor’, ‘La maza’, ‘Ángel para un final’, ‘Unicornio’ y un agradecido etcétera. El coro ensordecedor de ‘Ojalá’, el emotivo cierre con ‘Unicornio’, las sonrisas enrojecidas de su autor o incluso la coda de ‘Te conozco’ (aquella música utilizada en varios finales de teleseries de TVN durante los 90) como cierre del show son parte de las imborrables postales de este concierto.
Vivo en un país libre
Había tantas canciones pendientes y la noche se hacía tan corta que Silvio Rodríguez acortó algunas de ellas como ‘Pequeña serenata diurna’ con el fin de cumplir con un set de más de 30 canciones, especialmente en los bloques en solitario en guitarra o a dúo con el pianista Chucho Valdés. El registro de este concierto quedó materializado en un disco doble que tituló simplemente como Silvio Rodríguez en Chile y también en un VHS con el mismo nombre y que hoy se encuentra disponible en YouTube.
“Este concierto lo quiero dedicar desde lo más fondo de mí a Víctor Jara” y deja que el público ovacione por casi un minuto al creador de ‘El derecho de vivir en paz’, cerrado por el cántico “y ya cayó, y ya cayó, y ya cayó, y ya cayó”. La complicidad entre el público y el cantautor es única. Silvio Rodríguez, consciente de la situación de este país que comenzaba a levantarse, es respetuoso en sus referencias.
“Esta canción la hice pensando en un capitán” y las tibias y primeras pifias en democracia contra el dictador se comenzaban a escuchar; “…que marchó con el Che a Bolivia”, se apresuró en decir antes que se viniera el Nacional abajo. Entonces las pifias se transformaron en ovación. Después de años de censura, no había espacio para malos entendidos.
A pesar de la gran trayectoria de la banda Irakere y de su líder Chucho Valdés, ganador de 4 Grammy, el público prefería al Silvio Rodríguez íntimo, a ese de guitarra de palo que inspiró a numerosas manifestaciones espontáneas y clandestinas durante los recientes años oscuros. “Yo estoy cantando unas cuantas canciones así con la guitarra, porque yo sé que aquí se conoció mucho el trabajo trovadorezco. Yo pensé que ustedes querrían un poquito de guitarra también”. El “sí” de las 80 mil personas fue ensordecedor. Aún así, el público bailó al ritmo del son cubano en cortes como ‘Canción en harapos’ o ‘Canción urgente para Nicaragua’.
Venga la esperanza
Como señaló en una entrevista previa al concierto, Silvio Rodríguez se sentía una “especie de exiliado” y acumuló una cuidada selección de sus canciones, aquellas que resumieran la serie de mensajes que el cantautor, de manera consciente o no, enviaba a Chile rompiendo el cerco de la dictadura desde el exterior.
[caption id="attachment_355898" align="aligncenter" width="500"] Miguel Burgos[/caption]
Silvio Rodríguez había visitado el país en 1972 en el contexto de una delegación cubana que gestionó el entonces presidente Salvador Allende y en la que venía incluso Pablo Milanés. Dos días antes de su regreso en 1990, Silvio Rodríguez aparece en medio de una enorme multitud de periodistas y ciudadanos que lo fue a esperar al aeropuerto. El cantautor es recibido en el Palacio de La Moneda por el presidente Patricio Aylwin y ofrece una entrevista a la prensa en la que analiza el momento. “Lo único que espero es que este concierto sirva para que los pueblos de Chile y de Cuba recomiencen lo que –por razones ajenas a nuestros pueblos– se había interrumpido”, señaló.
El mensaje de Silvio Rodríguez no se limitó solo a este concierto. El cubano también visitó cárceles e incluso increpó a la prensa que cuestionaba el gobierno de Fidel Castro, “en Cuba no hay presos políticos”.
Silvio Rodríguez marcó el regreso de una serie de conciertos de músicos censurados y exiliados por la dictadura. Un mes más tarde, el 26 de abril, Joan Manuel Serrat repetirá la hazaña del cubano en el mismo Estadio Nacional. En el concierto de Silvio Rodríguez también participó Isabel Parra en ‘Generaciones’ y ‘Sólo el amor’ y dedicó un trío de canciones especialmente dedicadas a Chile: ‘La resurrección’, ‘Santiago de Chile’ y ‘Venga la esperanza’.
“Me parece que la integración de América Latina es una idea magnífica y si este concierto sirve para esto, aunque sea un pedacito, me parece que el que pida más es un goloso”.