A diez años del 27F: vulnerabilidades socio naturales, y las demandas del estallido social en la región del Bío Bío
En los últimos años la región del Bío-Bío ha vivido eventos de catástrofes socionaturales, terremotos, tsunami, incendio forestales, trombas marinas, tornados, muchas veces relacionado a dramáticos efectos del cambio climático en el planeta. Las comunas específicamente del borde costero como Talcahuano, Lirquén, Penco, Tomé y Dichato cuenta con alta densidad poblacional y bosques por lo que se percibe la situación de un riesgo latente. En el caso de los incendios forestales, cabe explicitar, que la región cuenta con grandes empresas forestales que han depredado la flora y fauna con amplias plantaciones de pino y eucaliptus y además, en algunos sectores, cercana a poblaciones y bordes carreteros de importantes acceso a la zona. En este sentido, el vivir de estas comunidades se ha visto profundamente dañado y las personas se han sentido vulnerables ante un evento adverso, y a su vez, en una constante tensión con la creciente y fundamental preocupación por preservar los bienes naturales.
En este contexto, cabe hacer una distinción que la situación de riesgo en tanto probabilidad de que ocurran pérdidas frente eventos externos se presenta de manera más consciente una vez que se ha vivido un desastre. Esto es un elemento que si bien permite tener otra visión de la condición de vida en un territorio, llama la atención de cómo nos hacemos conscientes en lo cotidiano de vivir en un entorno social y natural. Por tanto, cabe preguntarse si haremos resistencia a algún nuevo evento en el territorio o trabajaremos en acciones concretas que permita hacer frente a los desastres.
Al respecto frente a los acontecimientos se puede decir que lo que se espera es que consideremos los desastres como eventos que impactan nuestra vida cotidiana. En los desastres de las costas, bosques y campos se debe tomar consciencia de la condición de desastre natural como fenómeno social, tanto en su origen como en sus impactos. Esta realidad implica considerar un trabajo mancomunado con diversos actores, organizaciones locales, vecinales, y tantas otras, rescatando sus voces, experiencias, fortalezas y proyectos comunes de quienes su condición de vida les hace ser altamente vulnerables; pero este trabajo, aparece pendiente.
Ante el estallido social, la región del bio a bio ha expresado su profundo malestar de injustucia y no es para menos, depredación de recursos naturales, zonas de sacrificio y la contaminación de las termoeléctricas afectando gravemente el ecosistema y fuentes laborales. Una región que ha sido testigo del amplio interés y acción empresarial, de interés político, con discursos, conflictos, criticas, dificultades y malas decisiones con efectos en los territorios y comunidades. Las justas demandas sociales implican un ejercicio político de gran envergadura. Ante el escenario social actual, y la trayectoria histórica de desastres socionaturales, surge la convicción de estar en primera línea exigiendo, debatiendo y planeando acciones concretas porque ya hemos aprendido que con el correr de los años y tantos desastres no se ha aprendido y que por intereses particulares no se ha querido hacer lo suficiente. Por tanto, en rescate a nuestra memoria histórica ¿cuál es la amenaza o dónde está situada, y quienes la propagan?. Instar a exigir nuestros derechos fundamentales nos permite hacer un importante levantamiento de información para tomar acciones reales y gestionar un desastre socio natural, que permita tomar consciencia, resguardar, proteger y ofrecer un hacer colectivo para el territorio y sus habitantes.
La situación es crítica, lo político implica la acción de todos y todas, porque se ha desconocido que estamos en emergencia permanente, no olvidar que ante un evento, se conforman mesas de trabajo con profesionales, representantes políticos y dirigentes comunitarios de zonas afectadas, cabe por tanto, y desde esas tan anunciadas acciones, promover un trabajo paticipativo permanente, que rescate los intereses y necesidades reales de la población porque eso espera la gente, participación, educación, acción comunitaria pertinente que permita reconocer y valorar toda identidad, saberes y paliar vulnerabilidades en lo económico, social, cultural y educativo que impactan en las personas y territorios.
De esta manera, hacer consciente el contexto implica ser consciente de la condición humana de la población. Desde el conocimiento y participación local de las necesidades y del ejercicio de las acciones, es de donde debemos pensar nuestras vidas. De esta manera se verá enriquecido y potenciado todo territorio y su gente, dando sentido a su memoria histórica en pos de un mejor vivir.
En el actual proceso politico histórico en el país, la región del Bío Bío con su valiosa belleza y tradicional acción política, artística, cultural tiene mucho que visibilizar, y también reclamar; ha presentado eventos catastróficos de envergadura, zonas de sacrificio provocando enfermedades y muertes, zonas con altos niveles de cesantía en condición de abandono; de este modo, con huellas territoriales diversas y complejas que quedan en la memoria y que muchas veces no vuelven a pronunciarse y a escribirse. En este sentido a las comunidades locales, organizaciones comunales, estudiantes, trabajadores, familias todas, nos cabe recoger lo vivido, hacer presente esa memoria, nuestros esfuerzos, valentía, y en lo que estamos viviendo, y con nuevas acciones y oportunidades saber escribir nuestra historia, un relato con sentido politico constituyente; en una “Nueva Constitución” que potencie los territorios y su gente, para un vivir más digno, amable, respetuoso y justo.