Desinformación, legitimación y DD. HH. Respuesta informativa a Constanza Santa María
En una época en la que las noticias falsas son sujetas a mucha preocupación y el periodismo denunciado por su desconexión con la realidad y su postura oficialista – desgraciadamente sin matices –, nos parecen impresentables las declaraciones de Constanza Santa María en Tele13 radio durante la entrevista al senador PPD Felipe Harboe. No sólo queremos interpelar aquí a esta periodista en específico, sino llamar a un profundo trabajo de información de parte de los que toman la palabra pública y de especial cuidado en las comparaciones internacionales que naturalizan las violaciones de los Derechos humanos. La difusión de estas comparaciones sin tener cuidado construye representaciones y legitiman decisiones y comportamientos – en este caso de mantenimiento del orden –, que nos parecen peligrosísimos para el proceso democrático.
Es chocante la desinformación que Santa María transmite en su intervención en Tele 13. El nivel de lesiones y violaciones de los derechos humanos constatado en Chile, por instituciones como el INDH o misiones extranjeras, es sin comparación. En el caso de las lesiones oculares, supera el caso francés (primera equivocación grave de Santa María) y hasta el conflicto israelí -palestino. Es cosa de ir a buscar una información que está disponible, en francés pero también en inglés.
Por cierto, en Francia han existido derivas preocupantes en términos de mantenimiento del orden y violaciones a los derechos humanos, pero han sido denunciados en los medios de circulación nacional. El trabajo de un periodista como David Dufresne para Mediapart, o del Observatorio de las violencias policiales (en Lille), bien lo muestran. En otras palabras, allá (también) SÍ fue y es tema (segunda equivocación grave), a tal punto que el gobierno después de meses de negación reconoció tímidamente la excesiva violencia de las fuerzas del orden por la voz del ministro del Interior, Christophe Castaner, y del mismo presidente de la República, Emmanuel Macron. Además, se le ha quitado herramientas al equivalente de las Fuerzas especiales, los CRS, en específico las granadas GLI-F4. Cosa que no ha pasado en Chile. Equiparar es entonces legitimar.
Comparar para denunciar
Si bien la tarea de comparación internacional nos parece importante, creemos que es decisivo ser precisos y tomar en cuenta los contextos de cada país para ser relevante. Además, el ejercicio no solo puede ir en un sentido, el más conveniente para hacer el punto en el debate, sino que debe, por razones éticas, tomar en consideración las dos caras de la medalla. En vez de la comparación propuesta por Constanza Santa María, invitamos a tomar en cuenta la trayectoria histórica de la violencia policial y las estrategias de mantenimiento del orden en Chile. Considerando la conducta de Carabineros desde su fundación en 1927, su rol durante la dictadura, las derivas de la represión durante los años 1990 y, la militarización del Wall Mapu, la comparación busca ahí relativizar situaciones que se vienen acumulando desde hace demasiado tiempo, y muestra una postura política conservadora que busca legitimar las decisiones estatales, sin más. Esto es justificar las injustificables derivas del Estado chileno a lo largo de su historia.
El enfoque en Chile, no puede ser otro que las violaciones de los Derechos humanos, dada la historia reciente. No se puede vacilar sobre un muerto más, un lesionado menos. Menos legitimándolo al comparar con unos países del Norte, cuyo imaginario está sintetizado en “el país de los Derechos humanos” (aunque invitamos también a informarse sobre las derivas de la policía francesa, desde su colaboración con el holocausto hasta las muertes recientes de activistas).
Para terminar, esta comparación peligrosa e inconducente, esconde algo particularmente preocupante: la contemporánea falta de respeto para el pluralismo y la democracia en las tareas de mantenimiento del orden, ya sea en Chile, como en Francia, Hong Kong, India o Cataluña, etc. Bien muestra que frente a reivindicaciones de justicia, los gobiernos no priorizan la democracia sino el estatus quo y el capitalismo avanzado. Hasta matar, lesionar, censurar, y legitimarse a través de comparaciones internacionales erróneas y descontexualizadas. Algo que quienes ocupan posiciones privilegiadas en el espacio público deben denunciar incansablemente.