Crítica Stgo a Mil: Dos obras que reflexionan sobre la propia puesta en escena
La muerte del actor
Blanco es una visita frecuente de Santiago a Mil. El año pasado presentó El bramido de Düsseldorf, sobre la muerte de su padre, y además se estrenó una versión local de su texto Kassandra (uno de los mejores montajes de la temporada). En Cuando pases sobre mi tumba, la sala del Teatro Mori Parque Arauco nos recibe con los 3 actores tocando en un eterno loop una de las canciones del montaje. Parece un ensayo o una suerte de prólogo amable y distendido de lo que veremos, una obra que reflexiona sobre cómo administramos nuestra muerte y ansiamos el amor en ese proceso.
A Blanco le gusta definir su concepto de autoficción como una “ingeniería del yo”, en que esta dramaturgia sobre él mismo como personaje principal apunta más a un sistema autorreferencial que a una idea autobiográfica en sí. Con ello, busca tensionar la representación y los límites de lo que se entiende por verdad y falsedad escénica.
[caption id="attachment_338332" align="alignnone" width="1024"] © Nahiri Ahoronian[/caption]
En Tebas land, presentada en el país el 2017, Blanco exponía la construcción de una obra mediante un dramaturgo llamado S. que entrevistaba a un joven preso por haber asesinado a su padre. Tanto la investigación como la construcción de la obra y los datos personales del “dramaturgo” y su vida, eran la propia vida del autor desde la ficción. En Cuando pases sobre mi tumba, el uruguayo extrema el procedimiento al informar, de entrada, que la obra se trata de cómo el mismo Blanco decide poner fin a su vida contratando para ello a una clínica suiza que lo ayudará al proceso de muerte asistida.
Sus tres actores –con sus nombres propios– narran desde esa partida las circunstancias de sus respectivas muertes. Todas ocurrieron cuando iban a ensayar esta obra de Blanco. La escritura prodigiosa de Blanco alterna con fluidez la representación del texto con un desplazamiento incesante entre primera y tercera persona (el personaje y el actor que encarna al personaje) y la narración de los ensayos como parte del texto (recurso que el propio Blanco define como “escenatúrgico”).
Un teatro que habla más de lo que expone
En La condición humana, que se presenta en el Centro de Cine y Creación de calle Raulí, un grupo de actores en el patio de una casona parece intentar organizar un relato que asoma errático. Ensayan, enarbolan consignas, evidencian la falsedad de sus procedimientos (como el uso reiterado de un arma para asesinar) y en virtud de su propia ausencia de relato, están permanentemente anunciando que “ahora sí la obra va a comenzar”. Todos sus procedimientos e ideas parecen atropellarse. Como dice un texto entregado al final de la función, respecto a la obra: “Es descontextualizada. Es un documental fake. Es un biodrama fake. Es un ecodrama fake. Es un collage. Es una obra oscura. Es ridícula”.
[caption id="attachment_338330" align="alignnone" width="1024"] © Dominga Sotomayor[/caption]
La idea de un work in progress da luces sobre el espacio utilizado, este patio que contiene elementos que parecen aleatorios: una parrilla, sillas, una juguera, un microondas, una escalera. Si hacemos un ejercicio de intentar adivinar qué hay tras esta (des)organización ficcional, podríamos encontrar ciertos fragmentos de un discurso generacional teñido de urgencia y desesperación: el uso confuso del lenguaje, la recurrente diatriba por la violencia estatal y policial, el alegato por el libre albedrío sexual, los prejuicios y violencias contra el pueblo mapuche, y otros lugares comunes que son paisaje recurrente en cierto teatro que habla más de lo que expone.
Esta idea del no discurso como discurso, para evidenciar las contradicciones de la sociedad contemporánea y su crisis de sentido, podría ser una idea interesante pero sucumbe a la problemática de la representación teatral y los límites de la “verdad” en escena que insistentemente, nos dicen que nada es lo que es. Al romper el vínculo básico con el espectador, todo termina siendo carente de interés.
Por el contrario, en Cuando pases sobre mi tumba la estructura es primordial. Blanco insiste permanentemente en la permeabilidad de su ficción entrando y saliendo de estos niveles seudobiográficos en que está el Sergio Blanco personaje y los actores. Las referencias a sus otras obras son permanentes aunque se disfruta igual sin haberlas visto. El desplazamiento entre la escena ficcionada y lo que describe esa escena es liviano y legible, como un juego de muñecas rusas donde la imagen, el humor y la música operan como recursos que siempre están diciendo algo más (o algo menos) de lo que se enuncia. La erudición de Blanco es también un recurso importante, siendo la referencia a Frankenstein, de Mary Shelley, el principal eje. La clínica donde realizará su muerte asistida está en el lago Ginebra y desde ahí se puede ver la mansión de Lord Byron donde Shelley escribió su novela.
A través de sus sucesivas obras, el dramaturgo uruguayo ha ido afinando un sistema más ambiguo en la frontera de las referencias “reales” y las que no, jugando con la participación del espectador de manera activa para construir una ficción sinuosa y vitalista, a menudo reflexionando sobre los alcances del amor y la muerte, como dos energías contrapuestas. En esa lógica, Cuando pases sobre mi tumba es la más completa de todas, un espectáculo ágil de notable escritura que nos conduce con suma facilidad de un lado a otro en su peculiar idea de la representación teatral.
Cuando pases sobre mi tumba
Dramaturgia y dirección: Sergio Blanco
Elenco: Alfonso Tort, Gustavo Saffores y Enzo Vogrincic.
Funciones en Teatro Mori Parque Arauco.
La condición humana
Dirección, dramaturgia y puesta en escena: Lisandro Rodríguez.
Elenco: AUKANAW, Nicolás Fuentes, Soledad Gaspar, Antonio Hortal, Luzma Moreira, Anahí Ortúzar, Ada Matus, Pamela Orozco Donoso y Álvaro López
Funciones en Centro de Cine y Creación, hasta el domingo 26.