Mónica Echeverría, consecuente hasta el final
La escritora, actriz y dramaturga quiso ser velada con un ojo tapado en homenaje a las víctimas de mutilación ocular, y en protesta a las violaciones a los derechos humanos. También quiso llevar prendida al pecho una parche de la organización feminista Mujeres por la vida, de la que fue parte en los años 80. Así se despidió en el Campus Oriente, usando su propio cuerpo como emblema de lucha. Se la recordará como activista cultural y defensora de los derechos humanos. Unos de sus importantes roles en lo 80 fue la creación del Centro Cultural Mapocho, que empezó a funcionar en 1981 en la calle Lastarria, para terminar posteriormente en Victoria Subercaseaux frente al cerro Santa Lucía. El lugar congregó a pintores, escritores y músicos que enfrentaron el llamado apagón cultural a través de conciertos, exhibiciones y talleres literarios. Entre estos últimos, destacan los que ofrecieron los poetas Enrique Lihn y Jorge Teillier.
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"Consecuente hasta el fin, develando la hipocresía de nuestra clase política, escribiendo textos valiosos para nuestra memoria", escribió sobre ella en su cuenta de FB el dramaturgo Ramón Griffero.