Un año nuevo encapuchado: celebrar sin pedir permiso en Plaza de la Dignidad
Durante mucho tiempo las fiestas de fin de año fueron organizadas y controladas por los municipios, las intendencias regionales y por productoras creadas para la ocasión. Pero este 2020 empezó con una celebración colectiva sin la autorización de las autoridades, porque pese al miedo a la represión que se intentó instalar desde el gobierno y Carabineros, miles de personas llegaron a la Plaza de la Dignidad para armar su propia fiesta.
La luces de colores de Galería Cima y los lienzos colgados desde las estatuas (“Por un 2020 de unidad y lucha”) y los balcones (“Organízate este 2020. Todo el pueblo a primera línea”), daban la bienvenida al lugar, donde se paseaban encapuchadas con vestidos de fiesta y encapuchados con camisas perfectamente planchadas y combinadas con el color del pantalón. Estaban los vecinos del sector y también familias que, pese al corte del transporte público decretado por el ministerio del rubro para evitar que la gente sin auto saliera a manifestarse, se las arreglaron y llegaron igual desde distintas comunas.
[caption id="attachment_333152" align="alignnone" width="5760"] FOTO: Jose Francisco Zuñiga /AGENCIAUNO[/caption]
Como es costumbre para celebrar el año nuevo, todo partió con una cena. En esta oportunidad el comedor fue la misma calle, ya que la gente llegó con mesas y sillas hasta la ex Plaza Baquedano y los alrededores de los Parques Bustamante, Balmaceda y Forestal. A unos metros de distancia los grupos que se instalaron (algunos estaban ahí desde las 18:00 horas) compartían asados hechos ahí mismo, las infaltables papas duquesas y postres preparados con anticipación para compartir con los demás. Y si alguien no llevaba comida, no había problema, porque los carritos de comida al paso estaban listos para atender y en general los asistentes ofrecían sus menús a quien quisiera probar su mano de cocineros anónimos, llegados hasta con ollas comunes para compartir gratis con los presentes.
Después de la comida, la previa. En este caso prendió de inmediato con la música de Anita Tijoux, que apareció cerca de las 23:00 horas desde un balcón de las Torres Turri a cantarle a la multitud, que coreaba entre medio de los sorbos de cola de mono y el humo de una que otra barricada prendida por ahí. Terminó el show pero no la música, porque en la rotonda ícono de Santiago se paseaban diversos grupos musicales que llevaban sus instrumentos y alegría desde un punto a otro, mezclando el clásico cancionero de estas fechas, como El galeón español, con temas más punketas como Ya no sos igual, de 2 Minutos.
Faltaba aún para las 12:00 horas y el cambio de folio, pero la calle ya era una pista de baile y, al mismo tiempo, un lugar de protesta social. Porque mientras unos improvisaban sus mejores pasos, otros gritaban “El pueblo unido jamás será vencido” y “No estamos todos”, recordando así a las más de 20 personas que han fallecido desde el 18 de octubre a la fecha. De hecho había sectores con velas y coronas de flores, como en la esquina de Alameda con Irene Morales, esquina donde el viernes 27 de diciembre falleció Mauricio Fredes al intentar escapar de un piquete de las Fuerzas Especiales de Carabineros.
Hasta que finalmente llegaron los abrazos. Pero no hubo conteo para despedir el año, porque no había un reloj oficial al cual responder. A sus respectivos tiempos, las miles de personas comenzaron a descorchar los espumantes y a saludarse entre conocidos y desconocidos bajo los fuegos artificiales. Y los deseos, lejos de los objetivos de años anteriores en que se hacían cábalas con maletas para viajar fuera del país, este año eran deseos colectivos donde se repetían las palabras justicia y dignidad. Palabras que se unían a Newen, proyectada en el edificio Movistar, que recordaba en nuestra lengua nativa que este 2020 se necesitará esta mezcla de fuerza y energía para lograr los cambios sociales que el pueblo necesita.