"Dejen de tirar lacrimógenas a las casas": Vecinos de Lo Hermida se organizan para denunciar la brutal represión de Carabineros
El pasado miércoles, a un costado de la sede de la junta de vecinos de la Villa Aquelarre, un grupo de vecinos de Lo Hermida se reunió para denunciar los excesos de violencia en los que ha incurrido Carabineros desde el lunes anterior, cuando se hizo una toma de la viña Cousiño Macul exigiendo viviendas dignas.
"Hoy día todo el mundo anda histérico, anda tenso. Me da pena ver a la gente adulta que está llorando, los niños que están acongojados. Me da mucha pena ver que en la tele digan 'sector de Lo Hermida, un par de delincuentes'; no es así, aquí no es lo que se está viendo en la tele", señala la presidenta de la organización vecinal, Ximena Santana.
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Ella, junto a otros vecinos, facilitaron la sede de la junta para ayudar a algunos de los 205 heridos que ha dejado el actuar de Carabineros. Los actos de represión han incluido persecución de personas dentro de sus casas, vidrios rotos a causa de lacrimógenas y heridos por balines. "Aquí la oportunidad es que estemos unidos y lo importante es que tengamos paz en nuestro sector", enfatizó Santana.
Mientras explica esta situación, otro vecino muestra una bolsa con lacrimógenas que recolectaron en el sector. "La gente lo único que quiere es que dejen de tirar lacrimógenas dentro de los departamentos donde han quebrado los vidrios", afirma Diego con el plástico en la mano.
"Yo tengo a mi hijo encerrado, ni siquiera pueden ir a jugar a la pelota a la cancha que está ahí. No se puede hacer nada. Los niños están estresados y no pueden ir a los colegios. La alcaldesa ni siquiera se ha aparecido. En la casa de mi mamá no se puede entrar porque está pasado a lacrimógena", agrega.
La lacrimógena que llegó hasta el dormitorio
Rosa Valenzuela (72), estaba en su casa la noche del martes junto a su marido, que padece de Alzheimer, cuando una bomba lacrimógena atravesó el vidrio y llegó a la puerta de su dormitorio. Le dijo a su marido que saliera porque se iba a ahogar. Sus vecinos llegaron a ayudarla para abrir las puertas, sellar las ventanas con huinchas y prender un ventilador para sacar el humo.
Según cuenta, en los 26 años que lleva viviendo ahí nunca había sufrido un ataque de esas características. "Si nosotros no nos paramos, nos vuela la cara. Estuvieron (carabineros) toda la noche, hasta las 6 de la mañana. Yo casi me morí porque estoy con tratamiento al corazón", indicó.
"Esto no pasaba hace mucho tiempo. Ahora es mucho que ellos se ensañen con la gente, sobre todo con los que no estamos metidos en las protestas. No he dormido nada, me tiré en el sillón y no pude dormir. Esta noche a mi esposo se lo lleva mi hija a una parte donde no hay bulla", agregó.
Rosa afirma que su principal problema es la intranquilidad que le produce la represión de Carabineros. "Tiraron como seis lacrimógenas arriba del techo. Ellos no se fijan donde tiran. Es mucho lo que están haciendo. Ya se pasaron", se lamenta.
Detenido por 11 horas
El martes pasado, Jonathan (31), quien trabaja en una bodega de Limatco, ubicada en las cercanías del Metro Las Torres, volvía del trabajo a su casa en Lo Hermida cuando se encontró de frente con una manifestación en la calle Los Presidentes cerca de las cinco de la tarde. A pesar de que no estaba haciendo nada, carabineros intentaron detenerlo. Corrió y en eso fue derribado por unos perdigones que le llegaron en sus piernas.
Según denuncia su pareja, Camila, los efectivos policiales se lo llevaron y lo arrastraron por la Villa Cousiño. Luego, lo trasladaron a la 43ª Subcomisaría de Peñalolén, donde fue violentado por algunos funcionarios, que lo amenazaron de muerte por no quedarse en silencio. Él les rogó que no lo mataran porque tenía un hijo de un año.
Después de estar en el calabozo un par de horas, fue llevado a constatar lesiones y liberado recién a las 4 am. A pesar de que le devolvieron el bolso con el que andaba, se percató de que los funcionarios se quedaron con el dinero en efectivo que llevaba. Estuvo casi 11 horas detenido y terminó con daño psicológico, un esguince grado cuatro en su pie, que lo dejó con una bota ortopédica, y siete días de licencia.
Helicópteros habrían lanzado gases
Otra de las denuncias que hicieron los vecinos fue la de Andrea Sepúlveda (36), quien vive en la intersección de las calles Frontera con Litoral, frente a la plaza Salvador Allende, en la misma población, a tres cuadras de Avenida Grecia. Ella relata que la noche del viernes 8 de noviembre, pasadas las 21:00 horas, sintió un olor más intenso que el de las lacrimógenas, pese a que no había manifestaciones en las cuadras cercanas. Ella estaba con su hija en la plaza, pero tuvieron que entrarse rápidamente a la casa porque les comenzó a arder la cara.
Como no andaban patrullas ni carros lanza gases de Carabineros, Andrea cree que la única posibilidad es que los gases fueran lanzados por el helicóptero policial que sobrevolaba el sector. “No era una brisa que viniera desde Avenida Grecia. Era como gas pimienta. A las 22:00 horas el olor ya estaba muy fuerte. El helicóptero realmente se vino a vivir acá. Estaba hace horas en un radio que abarcaba casi todo Lo Hermida”, relata.
Esto mismo lo reafirma otra vecina del sector que habló con El Desconcierto, pero que prefirió reservar su identidad. Agrega que “el helicóptero tiraba como un polvillo blanco sobre la gente” y que, al comienzo, pensó que era una brisa de agua. Sin embargo, a los minutos, notó que su piel se enrojeció y que le comenzó a picar. Además, mostró a este medio una foto de su hija donde se observa la piel de su mejilla enrojecida. Así también, asegura que otros vecinos fueron al Cesfam para recibir atención médica.